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Cuando uno piensa en la robotización de procesos productivos imagina un robot de “fierro”, en medio de una fábrica, realizando tareas mejor que los humanos: soldar, pintar, ensamblar, apilar, etiquetar o envasar. Pero hay otro robot que también sustituye tareas humanas repetitivas, pero esta vez de escritorio: es el software Robot Process Automation (RPA).Este software hace exactamente lo mismo que un humano sentado frente al computador. Imaginemos el proceso de darle de alta a un nuevo empleado. El software va a una carpeta donde están las currícula de los candidatos, abre un archivo Word, lee el documento, extrae los datos de nombre, cédula y dirección y crea una nueva ficha funcional. De otra planilla Excel toma los datos del cargo, salario y los sube a la página web del BPS. Luego ingresa a la web del banco, le crea una cuenta corriente y paga el salario. Lo que a un humano le puede llevar una hora, el robot lo hace en minutos.
Lo positivo de esta innovación es que les quita el trabajo monótono y rutinario a los seres humanos para que puedan–al menos en teoría–dedicar ese tiempo a tareas de mayor valor agregado, como ser: analizar tendencias, comparar datos, mejorar procesos, estrechar relaciones con clientes o capacitar al personal.
Lo negativo de estas herramientas es que van a eliminar muchos puestos de trabajo. Esto ya lo sabemos desde hace muchos años, por lo menos desde que la Universidad de Oxford publicó en el año 2013 el trabajo The future of employment (El futuro del empleo), donde proyectaba que el 47% de las tareas que hacemos los humanos van a ser suplantadas por software, robótica y tecnología. Sin embargo, en Uruguay muy pocos hablan del tema.
El 7 de enero, el PIT-CNT se va a reunir con el presidente electo Luis Lacalle Pou y le llevará cinco temas para tratar: empleo, negociación colectiva, trabajadores del Estado, educación y derechos humanos. Ya sabemos lo que piensa el PIT-CNT sobre estos asuntos, nada muy diferente a sus vecinos peronistas: aumentar el empleo público, más obra pública, subir impuestos, darles “pase social” a los estudiantes que no logran aprobar y rigidez laboral que empodera a los sindicatos. No es la receta del éxito, sin dudas.
Si queremos progresar como país y evitar perder tantos puestos laborales, habrá que hacer exactamente lo opuesto a lo que predican keynesianos y estatistas, teniendo en cuenta el principio básico que dice: “Lo que no se ajusta por precio, se ajusta por cantidad”.
Habrá que flexibilizar los contratos laborales (en especial para los que no tienen trabajo y para las empresas micro y pequeñas). Ir a negociaciones empresa por empresa, más que negociaciones “por rama de actividad”, ya que cada empresa es un mundo. Y permitir que se negocien condiciones laborales que hoy son rígidas en extremo (horarios, licencias, premios, etc.).
Las empresas unipersonales, las microempresas (menos de cuatro empleados) y las pequeñas (menos de 20 empleados), contratan el 50% de la mano de obra; la otra mitad lo hacen las medianas (de 20 a 99 empleados) con el 20% y las grandes, que contratan el 30%.
Estos procesos de sustitución de mano de obra por tecnología se dan principalmente en las empresas grandes y algunas medianas, casi nunca en las chicas (por razones de escala). Por lo tanto, mucha gente que quedará sin empleo en este tipo de empresas es probable que pase a trabajar como autónomo o en una pyme, por lo que urge flexibilizar las condiciones laborales que estimulen la contratación de personas y la creación de nuevos emprendimientos.
Además de las pérdidas de empleos en el sector privado, el Estado debería ser el primer nominado para bajar la cantidad de funcionarios, no solo porque son muchos, sino porque la burocracia estatal es donde hay más procesos rutinarios fácilmente sustituibles por tecnología. Pero ¿qué empresario querrá contratar un empleado público acostumbrado a un ritmo de trabajo poco exigente y beneficios muy diferentes al que puede ofrecerle una pyme?
Si el PIT-CNT cree que podrá combatir el avance tecnológico desarrollando una “táctica” que permita “enfrentar en todos los niveles” la “estrategia” del gobierno, que entienden pretende imponer una “restauración neoliberal” para defender a las “clases dominantes”, lo único que lograrán es perjudicar a los trabajadores menos capacitados y a los jóvenes desocupados.
Nadie quiere que eso suceda; pero si recorren este fallido camino, lamentablemente sí sucederá.
