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    Realismo mágico

    No es broma

    Fortunato comentaba en la mesa, durante la cena en familia, que al presidente le va bien.

    -Por mal que venga la bocha -les decía a su esposa y a sus hijos-, siempre hay algo que se da vuelta, y le termina saliendo bien.

    -Explicate, viejo -le dijo el mayor de los varones, pidiendo precisión para la afirmación de su padre.

    Fortunato arrancó con la pandemia, recordándoles que a la semana de asumir el cargo, el rayo del coronavirus cayó sobre las cabezas de los tres millones y medio que éramos, somos y seguiremos siendo, poniéndolo a prueba al presidente, que nunca se pudo imaginar que una tormenta de ésas sería su primera prueba. Le agregó la mala onda de la oposición, con el caceroleo a los pocos días de decretarse la emergencia sanitaria, el pedido de enclaustramiento y confinamiento como en la Argentina, pero al fin de cuentas el hombre consiguió las vacunas, y con la libertad responsable marcó un hito. Bajaron los casos, y no se frenó la máquina.

    -Bueno, papá, pero no hay nada milagroso en eso -replicó el muchacho-, el hombre se la jugó por sus convicciones, y le salió bien. -concluyó.

    Pero Fortunato siguió con su tesis. El diálogo con Díaz Canel en la OEA, cuando le puso la tapa al cubano con su retruco sobre el respeto a la oposición, la jugada del TLC con China, que avanza a pesar de los palos en la rueda de los vecinos del Mercosur, el record de las exportaciones, y algunas otras perlitas.

    -Sin ir más lejos, mirá -dijo Fortunato-. Hay tremendo incendio en el litoral, el hombre llega en pleno fuego… ¡y empieza a llover!

    Luego de lo cual, ya superado el postre, se fue a sentar en su sillón frente a la tele, para ver el informativo de cierre.

    El noticiero empezó con las nuevas lluvias, que han contribuido a disminuir el riesgo de más incendios, y a apagar los focos que quedaban.

    - ¿No les dije yo? –les dijo en alta voz a los que todavía andaban en la vuelta-, ¡fue gracias a la visita del presidente!

    Después, las noticias que siguieron eran bien las de los informativos de verano, los aprontes para el carnaval, los movimientos del Tornado Alonso para armar el rompecabezas de la Celeste, el aumento de la llegada de los turistas, las sonrisas de los hoteleros y las mesas llenas en los restaurantes de los balnearios del este.

    - Qué aburrido, siempre lo mismo -barruntó para sus adentros Fortunato, mientras se le iban cerrando los ojos.

    -Tenemos más noticias de la zona de los incendios –dijo el locutor, exhibiendo un pequeño altar de piedra y madera al aire libre en Paysandú, muy improvisado, junto al cual estaban arrodilladas varias personas en actitud de plegaria. Lo sorprendente era que sobre el altar había una fotografía del presidente, rodeado de flores frescas.

    El corresponsal del canal le preguntaba a uno de los fieles de qué se trataba la ceremonia.

    -Le rezamos a Luis Lacalle Pou, milagroso enviado de los cielos para bien de la patria -dijo una señora hincada y con sus manos juntas mirando hacia arriba-, porque nos exportó la soja, nos exportó la carne, nos exportó la celulosa, y nos aportó la lluvia justo cuando la necesitábamos. Yo tengo una selfie que me saqué con él cuando vino, y le rezo a él mirando la foto toditas las noches antes de dormirme. Es muy milagroso. La nena pasó con 10 a quinto año, mi marido bebe mucho menos y ya no me insulta, mi cuñado se reconcilió con mi hermana y volvieron a vivir juntos, todo gracias a él, que escuchó mis ruegos –concluyó.

    Fortunato tenía tan entrecerrados los ojos, que pensó que eso era un sueño, o al menos una exageración, pero el informativo prosiguió desde central.

    -Se informa desde otros puntos del país que los altares a Lacalle Pou se han generalizado, la idea de que el presidente es hacedor de milagros circula por muchos lugares del interior. Nuestro corresponsal en Rivera reporta que muchos fieles a este nuevo credo han aparecido en el departamento. En Tranqueras el altar fue erigido por doña Eduviges Soycre Yente, quien afirma que después que el presidente estuvo con su hijo, que es militar, y revista en los Cuerpos de Paz en el Congo, su marido ha retornado a la vida hogareña, la ayuda con las cosas de la casa, hasta lava los platos, y no se dispara para el boliche a tomar vino y jugar al truco hasta muy tarde. Junto a ella, también en actitud de oración, un gaucho curtido por el tiempo sollozaba frente al altar, agradeciendo que las patrullas que combaten el abigeato habían corrido a los chorros, y que desde hace seis meses que no le roban ni una oveja.

    El informativo cubrió asimismo un altar improvisado en el Centro de Hoteleros de Punta del Este, del mismo tipo, pero hecho con maderas finas lustradas y mármol de Carrara, regalo de Atchugarry. Cinco propietarios de hoteles de la zona oraban con unción, agradeciendo al presidente (cuya foto también estaba en el altar) por la invasión de turistas que han llenado los hoteles, los mismos que el año pasado estaban llenos de telarañas.

    -Él es muy milagroso, y nosotros le estamos agradecidos -dijo al corresponsal del informativo don Braulio Tacom Pleto, propietario de un hotel de La Barra.

    En eso Fortunato se despierta, ve la escena y grita: ¡vieja, Lacalle los tiene cautivados, creen que es un santón y le piden milagros!

    Mirá –dijo la señora –dejate de macanas y vení a dormir en tu cama. Las cosas pasan porque el hombre labura y no le tiene miedo a nada. Milagro es que Raulito todavía ande suelto por ahí.