• Cotizaciones
    martes 10 de septiembre de 2024

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Recuerdos y reflexiones del carnaval

    Sr. Director:

    Pertenezco al 35 por ciento de los uruguayos que no gustan del Carnaval.

    De niño y adolescente me gustaba el carnaval. Mis padres me disfrazaban de mejicano. Me pavoneaba con el sombrero de alas anchas. Jugábamos con lanzaperfumes, a los que llamábamos “pomitos” y coqueteábamos con las chicas, apuntando a los senos. Tirábamos papel picado, “papelitos”, que ahora se llama “confetti”. Una hazaña, dudosa, era encontrar a alguien con la boca abierta y llenársela de papelitos. Tirábamos serpentinas a los carros de carnaval, hacíamos rollitos de colores que nos parecían hermosos. Jugábamos con agua, chicas y muchachos en traje de baño. Nos tirábamos con globitos de goma, hechos de globos rotos, llenos de agua. Actuábamos. Todos participábamos, todos nos reconocíamos, familiares, vecinos. A veces pasaba una comparsa de negros lubolos, las mujeres con polleras hasta el piso. Nuestro abuelo les daba dinero y le hacían un número especial. Ya jóvenes, participábamos en “asaltos” previamente acordados. Íbamos disfrazados, como fuera, a la casa de una familia que invitaba a ser “asaltada”. Bailábamos y flirteábamos.

    El Carnaval de hoy ve al actor de antaño transformado en espectador.

    El espectador es inerte, pasivo. Va a los desfiles, al teatro de verano. Hay algo de cobardía en el espectador. No hace música, no baila. Dicen que el Carnaval es una fiesta: una fiesta implica intercambio de signos, acción. Lo que vemos es triste. Mujeres semidesnudas que sacuden sus glúteos, se humillan. No hemos visto hombres semidesnudos meneándose. La mujer como objeto.

    Véase como se quiera, el Carnaval de hoy es machista. En el teatro de verano, las murgas, que son gaditanas, aburren más de lo que se confiesa. Trajes de mal gusto, papel pintado. Payasadas.

    Se argumenta con la alegría del Carnaval. Lo creemos en las jóvenes que bailan, en los tamborileros. Raro sería que después de una hora de ejercicio físico las endorfinas y su sensación de felicidad no hubieran aparecido en nuestro organismo. Eso les pasa a los peregrinos del Camino de Santiago. Los atenienses debían caminar 14 kilómetros para llegar a Eleusis. Sin religión, sin misterios, sin exhibición de mujeres objeto. Una hora de gimnasio o caminata en la Rambla, sería lo mismo. Sin costo.

    El costo es otro capítulo. Cómo se financia, cuánto se gasta, quién gana. Es difícil de saber. Todo el mundo lo da por descontado. Nadie habla. Por qué.

    Jorge Arias

    CI 461327 -7