Fue mucho más que una bandera blanca con cinco anillos de colores lo que recibió y agitó el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, el domingo 12 durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Ese traspaso de posta para muchos colocó el punto final de una fiesta deportiva con momentos inolvidables, pero para Paes y todo Brasil supuso apenas el comienzo de la cuenta regresiva para albergar dentro de cuatro años en la Cidade Maravilhosa los primeros Juegos Olímpicos de la historia en Sudamérica, una responsabilidad gigantesca que puede marcar ante el mundo entero la imagen del país y posiblemente de toda la región.
La propia ceremonia de clausura de Londres vivió durante ocho minutos un resumen de lo que Río desea mostrar al planeta en los Juegos de 2016, además de sus encantos naturales: representaciones de los desfiles de escolas de samba, la voz de la cantante Marisa Monte y una alegoría de Iemanjá, la presencia de Pelé… y hasta un barrendero carioca, Renato Sorriso, que se hizo famoso en 1997 cuando realizaba su trabajo bailando en el Sambódromo y ahora le tocó abrir el camino a la presentación brasileña en la capital británica. Una imagen de diversidad cultural y religiosa de un país que, como Sorriso, está dispuesto a elevarse a un lugar protagónico en el escenario global.
Incluso en materia deportiva, las autoridades olímpicas brasileñas quieren aprovechar la cita de 2016 para lograr que el país esté entre los primeros 10 con más medallas obtenidas: su meta es ganar un total de 30 preseas, esto es, 13 más que en Londres. “Brasil tiene un objetivo: aumentar el número de medallas”, dijo la presidenta brasileña Dilma Rousseff el martes, al recibir en su despacho presidencial la bandera olímpica que le llevó Paes antes de ponerla a flamear en Río.
Sin embargo, la nueva ciudad olímpica también enfrenta la necesidad imperiosa de resolver algunos de sus problemas más acuciantes en materia de infraestructura, seguridad, organización y servicios. Este reto, común para varias grandes urbes latinoamericanas, es para Río aún mayor que el Mundial de Fútbol 2014, ya que en los Juegos Olímpicos la atención y los cientos de miles de visitantes que llegarán especialmente a Brasil van a estar concentrados en una sola ciudad en vez de varias sedes en todo el país como ocurrirá en la Copa, y esto ya comienza a quitarles el sueño a varios especialistas.
“Estoy preocupado”, dijo Adriano Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE), al hacer un repaso de todos los desafíos que enfrentará Río como sede olímpica durante una conversación con Búsqueda.
“Todos los trabajos”
Las autoridades cariocas y responsables de la preparación de Río 2016 han procurado mostrar calma y seguridad en las declaraciones que ofrecieron durante los últimos días, mientras transcurría la fiesta deportiva de Londres. El propio Paes insistió en que los proyectos están al día y que su realización servirá para integrar mejor la ciudad, famosa como todo Brasil por su gran desigualdad social. “Hemos iniciado todos los trabajos y vamos a tener todos los locales deportivos terminados para 2015”, declaró a su vez Leonardo Gryner, director del Comité Organizador de Río 2016, durante una reciente conferencia de prensa en la capital británica.
Los brasileños vieron la experiencia de Londres 2012 como una clase práctica de todo lo que se necesita hacer para organizar unos Juegos exitosos, y algunos errores a evitar. Hubo hasta programas para intercambiar información entre británicos, funcionarios gubernamentales brasileños y organizadores de Río 2016 que observaron desde cómo se gestiona a gran escala un evento de este calibre hasta los imprevistos que saltan día a día.
Por ejemplo, los brasileños tomaron nota del problema que surgió a último momento en Londres cuando descubrieron que la empresa privada de seguridad G4S había contratado un número insuficiente de trabajadores y el gobierno británico debió aumentar el despliegue de soldados, algunos procedentes de Afganistán. Los encargados de preparar Río 2016 aseguran que mirarán con mayor atención cómo se va a complementar el trabajo de seguridad entre firmas privadas y fuerzas públicas.
La seguridad es un reto particular para Río, no solo por el eventual riesgo de ataques terroristas, común a cualquier ciudad que pueda organizar los Juegos Olímpicos, sino sobre todo por la violencia cotidiana que se vive en sus calles. En los últimos años, Río ha tenido progresos significativos en esta materia, con la ocupación policial de algunas favelas que estaban controladas por bandas armadas de narcotraficantes y se ubican cercanas a sitios claves para los megaeventos deportivos. Sin embargo, la tasa carioca de homicidios aún es mucho más elevada que en otras ciudades que han recibido los Juegos en los últimos tiempos, hay muchas favelas donde el crimen organizado sigue mandando y la Policía local es conocida por su violencia y corrupción.
Por la ciudad
Pires indicó que al reto de la seguridad en Río se suman otros, como un aeropuerto internacional aún sin privatizar que está entre los peores del país, una pobre oferta de transporte desde la terminal aérea y en la ciudad en general, insuficiente capacidad hotelera e incluso falta de restaurantes de un nivel acorde a las expectativas de muchos futuros visitantes. La cumbre Rio+20 de desarrollo sustentable de las Naciones Unidas expuso algunos de estos problemas, con delegaciones que redujeron su número de participantes debido a los elevados precios del alojamiento y grandes embotellamientos de tránsito en algunos puntos de la ciudad.
Conscientes de que la situación en los Juegos Olímpicos puede ser bastante peor, las autoridades prevén responder a estos retos de diferentes formas. En materia de alojamiento estiman que habrá 10.000 habitaciones de hotel nuevas que se agregarán a las 24.000 ya existentes, y en transporte apostaron a un sistema de autobús de tránsito rápido (BRT por sus siglas en inglés), una red de grandes ómnibus que transitan por corredores exclusivos. Su esperanza es que esto, sumado a la extensión de una de las únicas dos líneas de metro que hay en Río, aumente considerablemente el número de personas que utilizan el transporte colectivo hasta 60% del total de la población desde cerca de 20% actualmente. Pero si todo sale bien, los trabajos para eso terminarían recién a comienzos de 2016, apenas a tiempo para los Juegos Olímpicos.
La cuestión del transporte es clave, ya que los diferentes escenarios de Río 2016 estarán dispersos en la ciudad. El estadio de Maracaná, además de recibir las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos, alojará dentro y en sus alrededores competiciones de atletismo, fútbol y vóleibol. El Parque Olímpico, que como la Villa Olímpica estará en Barra de Tijuca, tendrá casi la mitad de las disciplinas, incluidos gimnasia, natación y ciclismo. En Copacabana habrá navegación, remo y vóleibol de playa. Y en Deodoro, zona oeste de la ciudad, estarán el hipismo, esgrima, pentatlón moderno y ciclismo BMX, entre otros deportes.
¿Legado olímpico?
Gryner, del comité organizador, señaló que 47% de todas las instalaciones de Río 2016 ya existen y el resto se construirán nuevas o serán desmontables, como las tribunas de Copacabana. Pese a eso, al igual que las obras de transporte, la carrera es contra el tiempo. La remodelación de Maracaná, con fecha de entrega ya aplazada, debe estar concluida en febrero próximo, justo para que pueda alojar la Copa de Confederaciones de fútbol como prueba antes del Mundial. Los trabajos para el Parque Olímpico comenzaron el mes pasado donde había un autódromo y en medio de una polémica porque requerirán la remoción de medio millar de familias que vivían en una favela lindera, muchas de las cuales se niegan a irse. Y el Velódromo, construido para los Juegos Panamericanos de 2007, posiblemente tenga que ser remodelado para adaptarse a las exigencias del Comité Olímpico Internacional (COI).
Río ganó en 2009 su candidatura para ser ciudad olímpica con una estimación inicial de inversiones por cerca de US$ 14.000 millones, de acuerdo al cambio actual. Pero el presupuesto real de organizar los próximos Juegos aún se desconoce y el presidente del COI, Jacques Rogge, pidió en público desde Londres que “se concluya lo más brevemente posible”. Muchos temen que con el apremio se repita la experiencia de los Panamericanos, cuyo costo final se multiplicó por 10 respecto a las estimaciones iniciales.
Rogge lanzó un nuevo mensaje a Río en una entrevista publicada por el diario carioca “O Globo” el martes, al recordar lo que se necesita para realizar la fiesta deportiva de 2016. “Tengo confianza y optimismo de que organizarán unos buenos Juegos”, dijo. “Pero, claro, todos ustedes tienen que entender que eso requiere trabajo duro, mucha planificación y ser muy cuidadosos para no perder tiempo”.
Carlos Campos Neto, coordinador de infraestructura económica en el oficial Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea por sus siglas en portugués), descartó que pueda haber problemas para cumplir con las inversiones programadas debido a la situación extremadamente favorable” que vive Río, con una pujanza en las industrias petrolífera, naval y automovilística. Sin embargo, recordó que hay estudios en otros países que demuestran que ser ciudad olímpica puede llegar a ser más o menos positivo según la relación de costos y beneficios.
“Respecto a Río de Janeiro todavía no hay cómo hacer un análisis de esos, pero lo fundamental es que las obras que van a permitir mejorar la movilidad urbana estén prontas adecuadamente”, explicó Campos Neto en diálogo con Búsqueda. “Si esas obras no estuvieran prontas o el costo fuera mucho más elevado de lo que se programó inicialmente, los beneficios de ser sede de los Juegos pueden no llegar”.