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Al presidente José Mujica poco le importa que algunos le digan que Uruguay puede llegar a ser la Provincia Cisplatina, como lo fue desde 1816 a 1828. “Sé que me van a decir eso. Pero hay que entender el mundo de hoy. Tenemos este experimento por delante con Brasil. Lo que teníamos hasta ahora no funcionó. No inventamos nada. Registramos lo que pasa y actuamos”, dijo ayer miércoles el presidente José Mujica a Búsqueda. Fue un día después que hablara en el Hotel Conrad durante el almuerzo convocado bajo el lema “Sinergia. Uruguay-Brasil” y organizado por la Cámara de Comercio Uruguayo-Brasileña.
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“A todos nos gusta ir a vender y a trabajar allá pero tenemos que bancar que vengan a instalarse los brasileños a trabajar y a vender acá. Esto debe terminar en un cambio cultural muy fuerte e irreversible”, manifestó al referirse a lo que impulsa junto a su par brasileña Dilma Rousseff.
Mujica dijo que su gobierno inició este camino de acercamiento a Brasil el 19 de abril del 2012 durante una reunión que mantuvo con Rousseff y sus principales asesores y ministros en el Palacio de la Alborada, la residencia oficial de la Presidencia brasileña.
El mandatario uruguayo afirmó que no hubiera “ensayado este camino si no tuviera del otro lado la voluntad y la lealtad política de Dilma”. Una reunión de presidentes “cada tres meses para consolidar cada avance es la garantía de que esto camina y lo está haciendo realmente”, subrayó el presidente.
Pero opinó que luego, en lo concreto, “todo depende de lo que operen empresarios y trabajadores”.
Esa fue la idea que transmitió el subsecretario de Economía, Luis Porto, en el Hotel Conrad, al hablar una hora antes de la disertación del jefe de Estado. “Este proceso no lo hacen los gobiernos. Lo hacen empresarios y trabajadores. Los gobiernos lo que dan es credibilidad”, dijo. Porto utilizó seis veces la palabra “nuevo paradigma”, la denominación oficial de la nueva etapa Brasilia-Montevideo y Mujica empleó tres veces el vocablo “experimento” para referirse a lo mismo.
La idea del gobierno es negociar sector por sector. “Esto hay que construirlo pacientemente. La espontaneidad de tener algo solamente escrito sin nada atrás, como teníamos hasta ahora, no nos sirvió y por eso cambiamos”, explicó.
Mujica cuestionó la idea de que Uruguay pierda “independencia” al acercarse tanto a Brasil. “Eso es lo que podemos perder si no nos movemos, si no entendemos que China consume anualmente más cemento que el que consumen Japón, Estados Unidos y Europa y evaluamos con seriedad que en China se reciben como medio millón de ingenieros al año y por si faltaba poco la nueva dirección política está integrada casi toda por ingenieros”, reflexionó.
En el gobierno, a pesar del optimismo con que se evalúa la marcha del “nuevo paradigma”, se sabe que en Itamaraty (sede de la Cancillería brasileña) conviven dos visiones. Una plantea que lo primero es la integración general entre los Estados y luego integrarse a la región y otra que es más favorable a conectarse primero con la región.
Mujica confió que esta política seguirá adelante en el próximo gobierno porque “es probable” que Rousseff sea reelecta.
Pero más allá de su optimismo, otros jerarcas del gobierno uruguayo recordaron que Tabaré Vázquez, posible próximo presidente, estuvo “tres años” sin visitar Brasil. Otra fuente reparó en que más allá de problemas de agenda, Vázquez no compartió un encuentro con Luiz Inácio Lula Da Silva, cuando visitó Uruguay a comienzos de mes para inaugurar la “Cumbre Progresista” junto a Mujica, pero sí participó días atrás como expositor en una conferencia organizada por el centro de estudios del ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso.
En su discurso del Hotel Conrad el martes 23 ante algo más de 400 empresarios, Mujica mencionó como una de las ventajas de Uruguay “la ética de su sistema político”.
“No somos perfectos pero en el contexto de América Latina este es un país profundamente honesto, que demostró cumplir con sus obligaciones”, dijo.
Planteó entonces que “Uruguay debe hacer un experimento con el gobierno brasileño, viendo que el Mercosur está trancado, para demostrarle al resto de América Latina que la integración verdadera da beneficios mutuos”.
“Es la época de construir un sistema de empresas transnacionales latinoamericanas que debe comandar Brasil, para lo cual debe salir a conseguir socios en una relación de ganar-ganar y no colonizar”, agregó.
Mujica explicó que esta “apuesta” con Brasil es “para que Argentina y el resto de Latinoamérica ganen coraje y a partir de los hechos, y no de acuerdos diplomáticos, lograr una integración real”.
Además de que el gobierno quiso que el evento del Hotel Conrad mostrara el grado de relacionamiento actual entre ambos países —se firmó un acuerdo para la construcción de un parque eólico en un predio de Colonización en Colonia—, hubo satisfacción en general con la reunión porque tras los discursos una empresa de capitales extranjeros instalada en Brasil mostró su voluntad de abrir una filial en Uruguay.
Por otra parte, algunos empresarios mostraron al gobierno que la estrategia seguida es de su agrado. “Estoy de acuerdo 100% con usted. Hicimos todo al revés cuando entramos al Mercosur. Así se fundió Funsa que podría haber seguido trabajando de repente haciendo neumáticos de tractores para Pirelli”, le dijo Julio César Lestido, representante de Volkswagen, al subsecretario Porto cuanto concluyó su intervención.
A su vez, se afinan los detalles de un acuerdo en la industria naval entre ambos países y se suscribió un acuerdo de libre circulación de bienes. Porto relató que en esta nueva etapa de relacionamiento no hubo ninguna reunión donde los brasileños apelarán a su tradicional “infelizmente”, un vocablo típico de la jerga de ese país para justificar trabas o bloqueos.