Los uruguayos amamos el debate.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHemos presenciado muchos, aunque, con algunas pocas excepciones, no han servido para mucho. Uno de los que se salvan es aquel recordado enfrentamiento en 1980, en plena dictadura, en el que Enrique Tarigo y Eduardo Pons Etcheverry le pusieron la tapa al coronel Néstor Bolentini y al fiscal del proceso Enrique Viana Reyes.
Pero nos encanta presenciarlos, comentarlos, elogiar y criticar por igual a los protagonistas. Y, ahora que están de moda las redes cloacales, también sirven para divulgar los más soeces comentarios sobre los protagonistas del encuentro desde el execrable anonimato en el que se refugian estas malolientes almas, cualquiera sea el lado de la grieta que hayan elegido como su madriguera.
El reciente debate entre el general Manini y el senador Andrade también siguió los mismos parámetros de los anteriores.
Un reciente estudio llevado a cabo por la Consultora Box Pópuli, dirigida por el prestigioso sociólogo Braulio Elchán Tapuffi, reveló que, del sondeo de opinión pública llevado a cabo en los días siguientes al debate, se registró efectivamente un cambio en los porcentajes de los indecisos entre el Sí y el No. En el Depto. de Tacuarembó, doña Felicia Lainde Cisa, que no sabía cuál de las dos opciones iba a preferir, aunque levemente se inclinaba por votar el No, decidió que iba a votar el Sí. Y, a la vez, en el Depto. de San José, don Sinforoso Nosepa Dondeir, quien estaba dubitativo frente a las dos opciones, aunque tenía una cierta simpatía por el Sí, tomó la resolución de votar el No.
—Aparte de estos dos casos puntuales —expresó a la prensa el Lic. Elchán Tapuffi—, todos los demás indecisos ratificaron que seguían en la duda, aunque todos dijeron que estaban encantados con el debate, al cual consideraban uno de los íconos del sistema democrático y republicano.
Fuentes confiables nos han informado en estos días que, frente al entreverado clima que rodea a los posibles próximos debates, en el cual se entrecruzan los más controvertidos argumentos en favor o en contra de llevarlos a cabo, tanto el gobierno como la oposición han resuelto reunirse en un grupo de trabajo para sentar las bases de los futuros encuentros deliberativos en torno a las dos opciones que se enfrentarán a fin de mes en el referéndum.
En efecto, la coalición republicana y el Frente Amplio han resuelto la creación de la Comisión Mixta Igualitaria pro Perfeccionamiento y Aseguramiento del Éxito de los Futuros Debates (Comiguaproperyasedelexidefude), la que sesionará en un edificio neutral, el cual no se ha decidido todavía. Desde ya que se han descartado tanto la sede de Daecpu, sugerida por uno de los grupos, como la chacra en La Tahona de algún dirigente oficialista, quien generosamente ha ofrecido su barbacoa para tal fin.
La delegación gubernamental estará presidida por la Lic. Herminia Soyfán de Laluc, mientras que quien represente a la oposición estará a cargo del Ing. Ernesto T. Laderogo.
Este grupo de trabajo, que ya ha mandado imprimir hojas con el logo y el membrete del ambicioso propósito que lo anima, sesionará en forma honoraria ocho horas por día, incluyendo los fines de semana, para sentar las bases y la reglamentación que se aplicarán a los futuros debates. El orden del día, que ya circula entre los integrantes de ambos grupos, tiene como puntos principales la determinación de la duración de las exposiciones sobre cada uno de los 135 artículos en discusión, que será de dos minutos y medio por expositor, con siete comentarios a cargo del otro debatiente, de 30 segundos cada uno, sin derecho a interrupción, salvo que en las exposiciones se haya registrado algún término que se considere ofensivo (lo cual estará a cargo del moderador del debate) como por ejemplo imbécil, tarado, miserable, idiota, descerebrado, mentiroso o sinvergüenza.
El moderador tendrá asimismo la posibilidad de cortar la exposición del debatiente cerrándole el audio si se utilizaran expresiones de reafirmación de la exposición, como por ejemplo ¡carajo!, no sé si me habrás entendido, tarambana, ¿te calzó en la neurona o te lo repito, pelotudo?
Los debates no tendrán una duración superior a las dos horas, entre otras cosas porque ni en los cables del interior hay tanto espacio disponible para estos fines esclarecedores debido a que la programación ya existente está sustentada por avisadores, que no están dispuestos a ceder sus espacios sin compensación monetaria. Ninguno de los dos grupos, ni el gobierno ni la oposición, han logrado persuadir a los potenciales sponsors que financiarían estos encuentros, cuyo rating no es ni por asomo seguro.
Una generosa actitud, sin embargo, ha sido la de una conocida empresa de transporte, que ha ofrecido sus autobuses para trasladar a sus hogares y sedes partidarias a los debatientes y sus asesores, así como a los partidarios que se aglomeren frente a los estudios de televisión en los que se celebren los encuentros, con la condición de que salgan primero los de uno de los dos debatientes y, una hora más tarde, los del otro, lo cual será sorteado por una moneda al aire por el moderador en el momento de terminar el debate. Algo así como lo que ocurre en ocasión de los clásicos en el Campeón del Siglo o en el Gran Parque Central.
También se ha dispuesto que se llevarán a cabo mediciones de opinión pública en los días siguientes al primer debate que se realice bajo este sistema, y si no se registraran porcentajes de disminución de los indecisos superiores al 2%, la realización del debate siguiente será reanalizada por la comisión, con la posibilidad de designar nuevos debatientes que causen más motivación en la ciudadanía.
Como sea, la institución “debate” continuará siendo una vaca sagrada de nuestra vida institucional, aunque, si la faenaran, los bifes de lomo que de ella se extraigan no tengan gusto a nada.