Así es el ritual que la mayoría de los 5.000 brasileños que se estima que arriban a Rivera a través de la frontera seca, en promedio, repiten todos los fines de semana. Su estadía es de menos de 24 horas, algo que las autoridades del departamento pretenden prolongar.
“Desde el municipio se impulsa” que la ciudad y el departamento cuenten con ofertas que “inviten” al turista a quedarse, con opciones que estén “más allá” del comercio, declaró el director general de Promoción y Desarrollo de la Intendencia de Rivera, Giovani Conti.
En los últimos seis años la cantidad de locales comerciales se duplicó. En la actualidad hay unos 1.600 —entre comercios, freeshops, panaderías, supermercados y locales de distintos rubros— que emplean a 10.000 personas solo en la capital, informaron desde la Asociación Comercial e Industrial de Rivera.
El sector comercial ha experimentado un crecimiento “ininterrumpido” desde 2003, complementó Conti. Sin embargo, dijo que el año pasado se registró una “desaceleración” de la actividad. Ello pudo estar asociado a una pérdida de más de 10% en el poder de compra del brasileño, por efecto de la variación del tipo de cambio y la inflación.
Las personas de esa nacionalidad representan casi la totalidad de los turistas que recibe Rivera y, según interpretaron desde el municipio, llegan porque los precios les resultan ventajosos. Pero su perfil ha cambiado: ya no son los de clase media-alta buscando ropa, artículos de calidad y buenos precios, sino brasileños con menor poder de consumo, coincidieron empresarios, funcionarios del gobierno municipal y habitantes de la zona.
“Queremos que el turista venga más allá de las compras”, resaltó Conti.
La Intendencia busca convertir el departamento en un centro turístico con un complejo termal en la estancia La Aurora, situada en el límite con Salto y propiedad del empresario Rodrigo Varela. El jerarca municipal informó que una empresa argentina ya realizó un cateo que confirmó la existencia de aguas termales allí.
Sin embargo, el MIEM no homologó ese estudio, por lo que el proyecto termal quedó congelado, aunque se buscan alternativas.
Con un emprendimiento de este tipo, Conti está convencido de que el turista brasileño elegirá visitar Rivera independientemente del nivel del tipo de cambio o la evolución de la inflación.
Bajo la lógica de querer diversificar la oferta turística, la Intendencia también busca promover los atractivos “ecológicos”. En esta dirección es que promociona lugares como Valle Lunarejo, un sitio ubicado al noreste del departamento con caminos agrestes, caídas de agua, un río, valles, quebradas y montes.
A su vez, a fines del 2013, en el parque Gran Bretaña fue reinaugurado el autódromo de la capital. El proyecto requirió una inversión de $ 60 millones y fue financiada por el Fondo de Desarrollo del Interior.
Shopping.
El rubro comercial sigue ampliándose con nuevas inversiones.
El año pasado se colocó la piedra fundamental del que será el primer shopping: Melancía Rivera Mall & Freeshops, un emprendimiento de U$S 42 millones. El centro comercial estará conectado con la ciudad a través de un puente, que será la continuación de la calle Sarandí. En su interior operarán 70 locales comerciales y dos freeshops (Neutral y Wisa) que darán empleo a 1.000 personas. Se espera que su inauguración coincida con el inicio del Mundial de Fútbol de Brasil, previsto para mediados de este año.
En el mismo predio se construirá una terminal de ómnibus que sustituirá la que se encuentra en el centro de la ciudad de Rivera.
Pero la oferta comercial no solo se verá reforzada por la inauguración del shopping. El gobierno de Brasil aprobó en octubre de 2012 una ley que permite la construcción de freeshops en zonas fronterizas que tengan una ciudad gemela del otro lado del territorio, como es el caso de Santana do Livramento y Rivera.
Con este nuevo escenario comercial en el horizonte, Conti espera que también aumente la cantidad de visitantes uruguayos, ya que podrán empezar a comprar más barato en los freeshops del lado brasileño.
Agregó que para enfrentar el aumento de turistas la ciudad deberá “incrementar su capacidad gastronómica y hotelera”. Hoy la capital cuenta con 2.675 camas.
El objetivo es que quien “venga de paseo a la ciudad, pernocte” y “consuma más de lo que compra”, insistió el jerarca municipal.
Informalidad.
Es imposible caminar una cuadra entera por la calle Sarandí sin que al menos un vendedor ambulante se acerque, y con el típico acento de frontera, ofrezca vender su mercancía a un “precio imperdible”. Son decenas las mesas improvisadas —y no tanto— en donde los comerciantes más informales despliegan sus productos: lentes, relojes, accesorios y ropa en general.
La informalidad laboral en Rivera es de casi 50% y es la más alta del país, conforme con datos del Instituto Nacional de Estadísticas.
“Esto es algo que venimos denunciando hace años”, reclamó el presidente de la gremial de comerciales e industriales del departamento, Julio Paillex. “Los negocios informales son nuestra principal competencia”, se lamentó.
“Entre 2004 y 2011 se registró el mejor período de la historia” para la economía del departamento, y “no fuimos capaces” de superar este problema, que es “responsabilidad de todos”, dijo.
“La actividad viene bajando” y no solo por la evolución del tipo de cambio, sino también por la informalidad, evaluó. Y cuestionó: “¿Por qué se aplica un control del comercio golondrina en Maldonado, en Rocha y no en Rivera?”.
Paillex también pidió “regularizar” la venta de mercadería “falsificada”. Aseguró que el problema se da no solo en el comercio ambulante sino también en una serie de locales que se ubican en el lado uruguayo de la zona fronteriza, y que han recibido los permisos municipales para funcionar.
La agropecuaria y la forestación.
El agro es otra de las actividades con relevancia en la economía riverense y se concentra sobre todo en la zona de Vichadero, al sureste del departamento.
El año pasado la producción del sector creció, aunque para 2014 existe “bastante incertidumbre por la caída de los precios” internacionales de las materias primas, afirmó el presidente de la Sociedad de Fomento Rural de Rivera, Asdrúbal Vázquez.
En los noventa se dudaba si la actividad forestal perjudicaría a la ganadería, pero años más tarde la presencia de bosques demostró ser complementaria.
En Rivera, los árboles plantados abarcan unas 120.000 hectáreas efectivas (en un total de 200.000) y la silvicultura emplea a unas 11.000 personas de forma directa, según datos aportados por la empresa Weyerhaeuser. Predomina el eucalipto (60%) porque “se posiciona mejor en el mercado” que el pino (que ocupa el 40%), explicó su gerente forestal, Pablo Pachiarotti.
No obstante, en Tacuarembó existen varios proyectos basados en la generación de energía de biomasa que comenzará a demandar más pino, informó el ejecutivo. “Cuando eso se concrete” se va a poder vender este tipo de madera, lo que hoy resulta imposible porque “no hay quién lo compre”, apuntó.
En 70% de la producción de bosques de Weyerhaeuser está dirigida al aserradero que tienen en Tacuarembó, mientras que el resto lo vende a la planta de celulosa UPM de Fray Bentos. A su vez, la apertura de una segunda fábrica de ese rubro —Montes del Plata, en Colonia— aumentará la demanda de madera para todo el sector, dijo Pachiarotti.
El sector forestal también da lugar a una industria basada en la producción de madera en Rivera. En la zona de la ciudad de Tranqueras es en donde tienen sus actividades la mayor cantidad de aserraderos del departamento.