Que “prime la razón”.
“Filosóficamente, todas las compañías que invierten en ahorro previsional tienen fe en que el sistema es bueno y que demuestra sus bondades día a día”, dijo Barrueto a Búsqueda.
Explicó que en el caso de Sura (anteriormente Afinidad, que surgió de la fusión de las administradoras Comercial y Santander), para un afiliado desde el inicio del sistema, por cada $ 100 que hay en su cuenta, $ 36 corresponden a los aportes que realizó como descuento del sueldo y $ 64 a la rentabilidad generada por las inversiones efectuadas por la AFAP. Esos parámetros son similares a los de las otras administradoras.
A fin del mes pasado las cuatro AFAP manejaban ahorros jubilatorios por el equivalente a U$S 8.827 millones que estaban invertidos en un 80% en Bonos, Letras y Notas emitidas por el gobierno.
Durante algunas de las más recientes crisis internacionales, la deuda pública uruguaya bajó de precio. Eso afectó el fondo previsional y las rentabilidades, ocasionando pérdidas a los ahorristas.
Barrueto dijo que los saldos disminuyeron en “un mes o dos de crisis”, y que a los cuatro ya “sobrepasaron y mejoraron” los niveles previos. Mientras, en Europa la crisis llevó a que algunos países recortaran o postergaran las jubilaciones, comparó. Y añadió: “Está comprobado que estos sistemas se recuperan mejor”.
Aludiendo a los regímenes de solidaridad intergeneracional puros, sostuvo que “no es justo” que quienes tuvieron “un buen trabajo en su vida sean una carga para el resto de los uruguayos”.
El ejecutivo reconoció que las expresiones en contra del sistema de AFAP le generan cierta “preocupación”, pero aseguró que confía fuertemente en que si se quita el componente “de ideología” y se hace un “análisis profundo, serio y profesional del tema”, la visión cambiará. “Hay fe de que al final prime la razón”, subrayó.
Ni pestañar.
En Uruguay operan cuatro AFAP, que al cierre del mes pasado contaban con 1.119.542 afiliados —de los cuales 80% adhirieron voluntariamente—, y tanto en cantidad de cuentas como de dinero administrado la estatal República es líder en este mercado.
Sura, un grupo de origen colombiano, ingresó a fines de 2011 al comprar Afinidad AFAP al banco ING en el marco de una operación que abarcó los negocios previsionales en otros países de la región. Con algo más de 280.000 afiliados y un fondo de casi U$S 1.600 millones, es la segunda en el ranking, según se desprende de datos del Banco Central.
Barrueto afirmó que la competencia entre las administradoras es “fuerte” y que el objetivo de Sura es “mantener el liderazgo” entre las privadas. “Si pestañeamos, nos pasan”, graficó.
Quedados
“En Uruguay nos hemos quedado un poco en cuanto a reformas” y, bosquejando gráficas y esquemas, explicó varias ideas para perfeccionar el régimen. Estas propuestas, dijo, ya fueron presentadas por la AFAP a jerarcas del BCU que, según contó, se mostraron “receptivos”.
Multifondos.
“Lo primero que hay que hacer es el multifondo”, afirmó el gerente de Sura. Esto implicaría que las administradoras manejen diferentes portafolios de inversión con distinto nivel de riesgo y expectativa de rentabilidad asociada, para que los afiliados hagan la opción bajo ciertos parámetros; cuando se acerquen al retiro su ahorro pasaría al fondo más seguro.
Si bien algunos países tienen hasta cinco fondos, Barrueto remarcó que es importante crear “al menos uno adicional” al actual que administran las AFAP uruguayas.
Distintas pensiones.
Al momento del retiro, el fondo que logró ahorrar un trabajador es transferido por la AFAP al Banco de Seguros del Estado y con ese dinero se compra una renta vitalicia, que la persona cobrará mensualmente hasta que muera. En el cálculo del monto entran en juego el dinero que se tenga en la cuenta, la expectativa de vida, la probabilidad de dejar sobrevivientes con derecho a pensión y una “tasa técnica” fijada por el BCU, que estipula la rentabilidad mínima que la aseguradora debería lograr por administrar el fondo. Hoy la gente “no tiene injerencia en nada”, cuando podría decidir “algunos factores”, opinó el ejecutivo.
Como alternativa mencionó la modalidad de “retiro programado”, donde el fondo permanece en la AFAP y continúa siendo propiedad del afiliado. Año a año la administradora calcula una mensualidad que pagará al jubilado según la rentabilidad del fondo y sus nuevas expectativas de vida. Así, la persona se continúa beneficiando de la renta generada mientras cobra su retiro.
Esta modalidad es más riesgosa, explicó, porque depende más de las oscilaciones de los mercados, pero los primeros años las jubilaciones que ofrece suelen ser 16% más altas. No obstante, luego tienden a bajar, sobre todo si se sobrepasa la expectativa de vida.
También se podrían combinar, comenzando con un retiro programado y pasándose luego a una renta vitalicia, o dividiendo el fondo en dos y colocando una parte en cada modalidad, explicó.
Competencia.
Cuando una persona se va a retirar en Chile puede recurrir a una “sistema de ofertas de pensión” que sintetiza todas sus posibilidades, contó. El afiliado comunica el saldo de su cuenta, y el sistema —cuidando la privacidad de los datos— le presenta todas las ofertas de retiro que las empresas del mercado están dispuestas a ofrecerle. Luego la persona puede “llamar a remate” a las mejores dos, haciéndolas competir con una mejor propuesta. Esto genera una “pelea muy dura” que logra mejorar las pensiones ofrecidas, afirmó Barrueto.
En Uruguay las aseguradoras privadas se retiraron del negocio previsional porque no les resultó rentable. Esto ocurre porque las jubilaciones deben ajustarse periódicamente según la evolución del Índice Medio de Salarios, pero no existen instrumentos financieros en los que se pueda invertir que recojan esa variación, generando un problema de “descalce”.
El ejecutivo de Sura opinó que se deben buscar soluciones, porque hay jugadores “importantes que conocen del tema y se están quedando afuera”. Su entrada sería beneficiosa porque “cuando existe competencia por llevarse al afiliado, las ofertas son buenas”, afirmó.
La solución “más radical, más de fondo y largoplacista”, dijo, sería modificar la legislación para que los ajustes se indexaran a la inflación y no a los salarios, lo que además sería “coherente”, porque es lo que afecta más a las personas.
Desafiliaciones.
La idea de habilitar algún mecanismo de desafiliación para quienes no les convenga permanecer en el sistema goza de un amplio consenso, que incluye al gobierno, partidos políticos y sectores sociales y algunas AFAP, bajo ciertas condiciones. El centro de la discusión está en cómo debería ser el mecanismo.
Barrueto afirmó que para un trabajador desafiliarse no es conveniente, a menos que no se hayan realizado aportes de forma regular. En esos casos tampoco se cumplirían los requisitos para jubilarse a través del sistema solidario y probablemente sea necesaria una pensión asistencial, observó.
La decisión debería tomarse al final de la vida laboral, cuando ya se cuenta con las “certezas” necesarias, y estando “bien asesorado”, sostuvo.
Señaló además, que al desafiliarse, una persona le traspasa una nueva responsabilidad al Estado, que en el largo plazo y con las tendencias demográficas actuales puede resultar “difícil de financiar”.