En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
+
Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad
Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.
Suscribite a Búsqueda
DESDE
UYU
299
/mes*
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
El calendario marca que falta poco más de un año para las elecciones nacionales y durante octubre se darán varias renuncias de jerarcas de entes y servicios descentralizados que aspiran a cargos electivos, para volcarse de lleno a la campaña.
Pasar de integrar un directorio en una empresa u otro organismo público a ser candidato es algo común en la escena política nacional y, por cierto, sobran los ejemplos, de distintos partidos. Así ocurre ahora y también ha ocurrido durante las últimas décadas.
Es más, muchos de esos jerarcas públicos que terminan siendo candidatos de primera línea en las elecciones nacionales han llegado a ese trampolín para su carrera no por su preparación o méritos técnicos, sino por cuñas alejadas de las prácticas de buena gestión. También hay de los otros, con méritos de sobra para ejercer cargos públicos, pero suelen ser la excepción que confirma la regla.
Una genuina preocupación al respecto fue planteada en un reciente libro por Julio César Porteiro, quien desarrolló toda su carrera profesional en el ámbito de la consultoría privada y la academia, salvo cuando fue llamado —a instancias de Danilo Astori— para gestionar al entonces recién creado Nuevo Banco Comercial y, luego, para ocupar la presidencia del Banco República, en gobiernos del Frente Amplio.
En el libro Alforja con mis recuerdos, este contador postula como “una necesidad acuciante ubicar en el camino correcto a las entidades públicas que, tal como están, se apartan gravemente del logro de sus fines”.
“Para regenerarlas hay que iniciar de inmediato una gran tarea”, señala.
Aboga por una “profesionalización de la dirección de las instituciones públicas” y reflexiona: “Nuestro estamento político parece no reconocer el carácter científico de la Administración” como disciplina y “quizás por ello los líderes partidarios concluyen, equivocadamente, que no hace falta tener educación terciaria en dirección, pues cualquiera puede conducir los destinos de una institución. El resultado de ese estado de cosas es la prevalencia del curanderismo en la gestión de las organizaciones públicas, debido a la falsa creencia de que el director de organizaciones no se hace, sino que, por azar, nace”.
Porteiro reclama “abandonar el uso de criterios de designación basados en el reparto por cuota política, militancia partidaria, nepotismo, amiguismo o fracaso del designado en algún intento previo por acceder a cargos elegibles”.
El expresidente del Banco República entiende que el actual es un tiempo “propicio para iniciar un proceso de insurgencia de la Administración en el sector público”. Lo visualiza oportuno debido a ciertos “eventos” de años recientes, como el compromiso firmado por los líderes de los partidos de la coalición multicolor que incluyó ocho acciones concretas orientadas a mejorar la gestión de las empresas públicas, o las referencias al tema incorporadas en la Ley de Urgente Consideración de 2020.
Es muy probable que, en la próxima campaña electoral, la mejora de la gestión de las empresas públicas vuelva a estar mencionada en los discursos y propuestas programáticas. Quizás sea tiempo, como señala Porteiro, de afianzar las conducciones técnicas —que, naturalmente, no pueden estar desconectadas de las decisiones políticas— en la administración pública. Ha habido avances, pero todavía falta mucho.
Dar ese paso, y hacerlo bien, va a derivar en un importante beneficio para los ciudadanos, lo que debería ser la función más importante de la política. El cambio está al alcance de todos los eventuales futuros presidentes. Solo se trata primero de querer y después de actuar. Lo estaremos esperando.
