Cantar la justa.
A mediados de los 80 también era de juntarse con jóvenes para formarlos en política. Entre ellos estaban algunos que luego lo acompañarían en el gobierno (2000-2005) como Leonardo Costa (prosecretario de la Presidencia), Gabriel Gurméndez (presidente de Antel), Eduardo Zaindesztat (subsecretario de Salud y titular de la Dirección General Impositiva), Oscar Brum (subsecretario de Vivienda) y también Jorge Barrera y Washington Abdala, quienes luego serían diputados. Los llamaban los jóvenes del “pijama rojo” porque así los recibía el entonces senador en su apartamento de soltero. Allí vivía con su secretario y amigo Hugo Moreira, a quien llamaba, en broma, su camarlengo (un funcionario de la corte del Papa).
El periodista César di Candia describió en un reportaje que se publicó en Búsqueda el 11 de junio de 1987 cómo era ese lugar. “El apartamento, situado a media cuadra de 18 de Julio, chorrea clase media por los cuatro costados pero no deja de padecer el desorden que la leyenda suele atribuir a los hombres que viven solos: las camas sin tender a las cuatro de la tarde, algún calzoncillo senatorial tirado por el piso del dormitorio, la alfombra del living tapizada de revistas científicas, la mesa llena de libros”, escribió Di Candia.
Jorge Luis Batlle Ibáñez nació el 25 de octubre de 1927 en una familia que ya estaba vinculada a la política, la profesión que lo abrazó toda su vida. Su padre Luis Batlle fue presidente, su tío abuelo José Batlle y Ordóñez fue dos veces presidente y su bisabuelo Lorenzo Batlle también ocupó la primera magistratura en el siglo XIX.
Vivió en Argentina (Buenos Aires y Mar del Plata) y en varios barrios de Montevideo. Zurdo y fanático de la milanesa, le encantaba la vida rural. En una entrevista con la publicación “El Telescopio” admitió que de chico era tímido, aunque luego fue conocido por su verborragia y sus constantes chistes.
En la entrevista con Di Candia, Batlle recordó que su tía Elvirita le contó que cuando nació, su padre le preguntó al médico: “Dígame la verdad: ¿es normal?”. “Bueno yo salgo como soy, no muy agraciado. Lo que natura non da ni Pitanguy (Ivo, cirujano plástico brasileño) lo arregla. Me siento y a veces no salgo bien. Lo que me pasa a mí, es que no sé disimular, ni me preocupa disimular. Si estoy enojado y si estoy triste, salgo triste. Se me nota todo. Si lo que me dicen está bien o está mal se me nota”.
A lo largo de su vida, Batlle, que se recibió de abogado, se caracterizó por decir lo que pensaba. Por eso su eslogan en la elección de 1994 fue “Le canta la justa”.
Ese “Le canta la justa” tenía como antecedente más cercano las elecciones de 1989. Ese año primero hubo elecciones internas en el Batllismo y Batlle compitió por la candidatura presidencial con el vicepresidente Enrique Tarigo, el favorito del entonces presidente Julio María Sanguinetti. “Siento como si me hubieran arrancado un brazo”, afirmó Batlle. Entendía que era su momento político para suceder a Sanguinetti, con quien había compartido una larga vida política codo a codo. Esas internas las ganó Batlle pero luego perdió la elección nacional a manos de Luis Alberto Lacalle.
En esas elecciones, además, Batlle dijo que había que vender el oro que tenía el Uruguay como reserva para pagar la deuda externa y se opuso a reformar la Constitución para asegurar el incremento de las jubilaciones (hoy incorporado en el artículo 67 de la Constitución). “Los jubilados me mataron. Pero yo lo dije porque creí que era mi obligación”, afirmó Batlle en la entrevista con “El Pueblo”.
“Digo las coas que me salen del estómago sin pensar si me van a hacer daño”, comentó en otra entrevista, esta vez en “El Telescopio”, en octubre del año pasado.
Decir lo que piensa durante su gobierno le generó un gran dolor de cabeza. Cuando en una nota con la cadena Bloomberg dijo que los políticos argentinos eran una “manga de ladrones, del primero al último” e hizo referencia a que Carlos Menem ganaría las elecciones en el país vecino, Batlle debió ir hasta Buenos Aires a disculparse con el entonces presidente Eduardo Duhalde. “¿Cómo sucedió ese episodio? Vinieron de un medio argentino a hacerme una entrevista, se sentó el joven que me entrevistó en español, luego se paró y se puso al final de una mesa larga y trajo a otro que me entrevistó en inglés. Mientras empezaba esa entrevista el de más lejos me hizo un planteo muy fuerte y agresivo, a lo cual yo contesté de la misma forma. Dije que Menem ganaba, lo cual fue cierto porque le ganó a Kirchner, luego Menem se retiró por un problema interno del partido peronista, y al final le repetí lo que le dije referido al mundo político, del cual estábamos hablando. Entonces intervino la persona encargada de mis asuntos de prensa y le manifestó que esa frase no iba en la entrevista, a lo cual el joven contestó que no, que era solo una conversación banal, y yo, como creo en lo que me dicen, nunca mandé revisar la grabadora, que la tenía prendida a propósito”, recordó en “El Telescopio”.
Su vida política también se vio marcada por el episodio conocido como el de la “infidencia”. En 1968 fue acusado de haberse beneficiado de la devaluación del peso porque conocía de antemano esa decisión del gobierno.
“Me dolió mucho que la gente pudiera pensar que a esa altura de mi vida pudiera utilizar el gobierno para un beneficio personal cuando había estado desde joven dentro de él. Lo entendí dentro del contexto de lo que les pasó a mis mayores. Me bastaba con recordar las cosas terribles que dijeron de papá: que era dueño de estancias, que había prohibido la distribución de una revista porque tenía en la tapa la foto de un edificio de apartamentos que tenía en Miami, que era dueño de Sadil, de Norteña. Y al viejo Batlle también. Le decían que era socio de Salvo. Por lo menos en la calumnia estaba en buena comparación. Pero por suerte ese tipo de ataques personales injustos han sido superados, lo que revela que el país ha ido creciendo en madurez”, afirmó en 1987.
Una presidencia difícil.
Cinco veces debió pugnar Jorge Batlle por acceder al máximo cargo político: 1966, 1971, 1989, 1994 y 1999 cuando junto a Luis Hierro López venció en segunda vuelta a la fórmula Tabaré Vázquez-Rodolfo Nin Novoa.
“A lo largo de mi vida, he tratado de hablar claramente siempre, sin medir ventajas o desventajas en ello y, por lo tanto, en mi calidad de presidente de la República debo decir que el año que corre será para el Uruguay un año difícil. Será un año difícil, especialmente el primer semestre, comenzando a mejorar en el segundo y afirmando dicha tendencia hacia fines del año”, dijo Batlle ante la Asamblea General el 1º de marzo de 2000.
Los años serían difíciles, pero seguramente no tanto como pensó. La crisis económica en Argentina repercutió en Uruguay, afectó al sistema financiero, se debió decretar un feriado bancario y aprobar una ley especial para evitar que el descalabro fuera mayor. A esto se suma que en 2001 se dio un brote de fiebre aftosa que perjudicó las exportaciones de ganado del país y hubo que aplicar rifle sanitario. La noticia la recibió Batlle luego de reunirse en Washington con el presidente George Bush. “Se terminó el gobierno”, dijo el mandatario cuando colgó el teléfono y le dieron la mala noticia.
Durante su gobierno también impulsó la creación de la Comisión para la Paz con el objetivo de buscar una solución al reclamo de verdad y justicia para los desaparecidos durante la última dictadura. La idea la adelantó en su discurso inaugural del 1º de marzo: “Como lo hemos hecho hasta ahora, en los próximos cinco años llegaremos a todos los sectores de nuestra nación para escuchar, para informar, para dialogar y para sostener, con firmeza y claridad —como lo hemos hecho siempre— nuestras ideas y puntos de vista, en procura de los entendimientos y los acuerdos que aseguren la armonía de los uruguayos y sellen para siempre, sellen para siempre, la paz entre los uruguayos”.
A poco de asumir, Batlle —que fue detenido en 1972 por enfrentarse a los militares— informó al poeta argentino Juan Gelman que habían encontrado a su nieta, quien había nacido cuando su madre estaba secuestrada por la dictadura.
Batlle entregó el gobierno a Tabaré Vázquez y se mostró orgulloso porque lo hacía con un país en crecimiento.
Luego siguió trabajando en la política. Si bien ya no fue candidato, continuó con sus recorridas, promoviendo reuniones por todo el país.
El 17 de setiembre, Batlle y Sanguinetti recibieron un reconocimiento de la Convención Nacional en el marco de los 180 años de la Batalla de Carpintería, la primera vez que se utilizaron las divisas blanca y colorada.
“Ahora, imagínense, con válvula nueva en el corazón lo que voy a laburar pa’ ayudarlos a que esto sea una realidad en la próxima elección”, dijo el ex mandatario, aludiendo a la operación de corazón que había tenido dos meses antes. “Vamos a recorrer con Julio todo el país y vamos a levantar los ideales del Partido Colorado por encima de todas las dificultades, y vamos a tener fe en el sentimiento auténtico de la gente”, les aseguró.
Y así lo hizo. En la madrugada del viernes 14 de octubre, el día que tuvo la caída que le provocó el golpe en la cabeza, estaba en Tacuarembó, donde se reunió con amigos y tenía previsto una serie de encuentros políticos. Sobre el fin de semana le iba a dedicar tiempo a su otra pasión: ver unos potrillos que prometían andar bien en las pistas de carreras.
Información Nacional
2016-10-27T00:00:00
2016-10-27T00:00:00