En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Hay algunas cosas que causan gracia en esta película del sudafricano Neill Blomkamp, que en 2009 había gastado U$S 30 millones en una peliculita de ciencia ficción titulada “Sector 9” que terminó recaudando U$S 210 millones. Envalentonado con ese éxito inesperado, Blomkamp (nacido en 1979, el año en que Ridley Scott hizo la primera “Alien”) se lanza ahora a la gran superproducción donde gasta “apenas” U$S 115 millones, lo que le garantiza seguramente la confianza plena de sus inversores (TriStar a través de Sony Pictures). De Sudáfrica a Hollywood hay un gran paso, pero el director demuestra estar a sus anchas y esta Elysium ya está siendo un gran éxito.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
A Blomkamp le gustan los temas futuristas pero no convencionales. Miradas apocalípticas sí, pero con un toque social adecuado. En “Sector 9” son los alienígenas que, en vez de invadir y masacrar a la humanidad, están cautivos en una especie de gueto amurallado, donde pasan penurias y no pueden salir. La alusión al apartheid sudafricano es evidente, en medio de las peripecias físicas de los terrícolas para lidiar con esos bichos desagradables y malhumorados. Ahora inventa algo peor, porque son los propios terrícolas que, hacia 2154, viven en un planeta polucionado y degradado, mientras las clases dirigentes (y los millonarios, claro) se han ido a vivir en una plataforma espacial llamada Elysium, donde mantienen sus privilegios, sus casas con piscina, sus jardines verdes y su alimentación abundante y variada.
Tienen algo más, también, porque no en vano los años pasan y la ciencia adelanta. Cada casa tiene su propio Med-Pod, aparato que cura todas las enfermedades, heridas y hasta fractura de huesos. Nadie se enferma, pero quienes viven abajo, en medio de una atmósfera contaminada, ciudades hacinadas y edificios derruidos, solo pueden ir a los hospitales públicos donde son mal atendidos y escasean los medicamentos. La situación social es terrible, porque la gente vive en medio de la mugre y es explotada por las corporaciones fabriles, que emplean obreros (cuando se tiene la suerte de encontrar trabajo) como mano de obra barata para fabricar los artículos de lujo que se disfrutan arriba, incluidas las piezas de los Med-Pods.
Hasta aquí, todo indica que la película promete algo bueno, porque además de su entorno contrastado entre la opulencia y la miseria, la ambientación visual propone que Los Angeles sea una ciudad destartalada, con la trampita de que en realidad se están fotografiando los barrios pobres de la ciudad de México. No es el único aporte latino, ya que todos los habitantes parece que hablan español, dando la pauta de una invasión chicana que ha provocado la huida en masa de toda la población WASP (White Anglo-Saxon Protestant), que se ha mudado con sus comodidades y su american way of life a otra parte. En Elysium, por si fuera poco, una mujer (Jodie Foster) oficia como secretaria de Defensa y su mayor tarea es evitar que los de abajo lleguen a poner sus mugrosos pies sobre los prolijos y soleados jardines, aunque seguramente no hay temor de que utilicen las piscinas porque no acostumbran bañarse. El agua es escasa, claro.
Este status social que propone Blomkamp puede sonar reaccionario, pero ahí está Matt Damon, un liberal a toda prueba, que garantiza que la cosa va a ir por otro lado. Justo él es quien desestabiliza todo, porque al recibir en la fábrica una brutal dosis de radiación, necesita ir a Elysium y procurarse una Med-Pod para evitar que su vida se extinga en cinco días. Hay mil complicaciones, otros personajes sometidos (los latinos Alice Braga, Wagner Moura y Diego Luna), un villano asqueroso (el sudafricano Sharlto Copley) y un industrial poderoso (William Fichtner) que trabaja en coordinación con la secretaria de Defensa para fines non sanctos.
Con un guiño hacia “Metrópolis” de Fritz Lang (1926), la película avanza a toda velocidad y muestra cómo esa clase privilegiada que ha huido de la Tierra para no contaminarse, luchará denodadamente para evitar que los desclasados recuperen sus derechos, en una insólita guerra de proletarios oprimidos contra oligarcas opresores que haría revolver en su tumba al mismísimo Karl Marx. Y encima, los jefes rebeldes tienen barba y son latinos. Lo peor de la película, que en cierto momento se desbarranca y pierde por completo el rumbo, es convertir a los personajes de Damon y Copley en una especie de Robocop, cediendo a las necesidades comerciales de enfrentamientos cuerpo a cuerpo que no terminan nunca y fuerzan la credibilidad a extremos no convenientes. De cualquier modo entretiene, aunque sostenga la premisa discutible (y reaccionaria) de que el ser humano, en un futuro próximo, no va a ser capaz de organizarse para poder sobrevivir dignamente, con Med-Pods o sin ellos.
“Elysium”. EEUU, 2013. Escrita y dirigida por Neill Blomkamp. Con Matt Damon, Jodie Foster, Sharlto Copley, Alice Braga, Wagner Moura, Diego Luna, William Fichtner. Duración: 109 minutos.