Río de Janeiro (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina). El brasileño João Santana pasó del cielo al infierno en menos de dos años: era uno de los estrategas de las campañas electorales más hábiles e influyentes de América Latina, pero ahora está tras las rejas.
Su fama de imbatible la forjó ayudando a la victoria de seis presidentes latinoamericanos. La lista incluye algunas misiones que parecían difíciles, como la reelección del brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva en 2006, en pleno escándalo de corrupción del mensalão, o la última reelección de Hugo Chávez en 2012, cuando el líder venezolano ya estaba debilitado por el cáncer que lo mataría meses más tarde. Santana llegó a la cima de su carrera en octubre de 2014, al conducir la campaña para que Dilma Rousseff lograse un nuevo mandato de cuatro años como presidenta de Brasil, pese a que en el país ya asomaba la grave crisis económica actual y un escándalo de sobornos aún mayor al anterior, esta vez en la petrolera estatal Petrobras.
Tras el ajustado triunfo de Rousseff en una segunda vuelta electoral donde sus métodos de propaganda generaron polémica, Santana se fue de vacaciones junto a su esposa-socia Mônica Moura, primero a París y después a Nueva York, dos de sus ciudades favoritas. Desde Manhattan, el publicista que suele mantener un bajo perfil concedió en noviembre de 2014 una inusual entrevista por e-mail al periodista brasileño Luiz Maklouf Carvalho, en la que pareció dictar cátedra sobre marketing político, técnicas negativas y desestabilización de opositores. “En determinados momentos de una campaña, es más táctico que influencies a los adversarios que influenciar al elector”, sostuvo según el libro “João Santana, un marqueteiro en el poder”, del propio Maklouf.
La caída estrepitosa ocurrió la semana pasada: Santana y Moura fueron detenidos el martes 23 regresando a Brasil desde República Dominicana, donde dirigían la campaña de reelección del presidente Danilo Medina. La orden de arresto temporal por cinco días, que ya fue renovada una vez, la emitió el juez Sérgio Moro, que conduce implacablemente la causa de corrupción en Petrobras, ante la sospecha de que la pareja de publicistas recibió U$S7,5 millones desviados de la petrolera estatal como pago de propaganda realizada para el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Rousseff y eventualmente para candidatos de otros países.
Los datos divulgados por los investigadores y las primeras declaraciones de la pareja ante la policía comienzan a desvelar secretos bien guardados de lo que quizá sea la mayor empresa para crear y reelegir presidentes que Latinoamérica haya conocido en los últimos tiempos. Un destape que amenaza con manchar la imagen de los mismos políticos que Santana supo adornar a fuerza de spots, canciones y eslóganes, comenzando por la propia Rousseff.
Patinhas
Santana nació hace 63 años en el interior del estado de Bahía, noreste brasileño, hijo de un hacendado que incursionaría en la política y de una mujer que estimuló su gusto por la lectura. De joven recibió el apodo de “Patinhas”, que en portugués es el nombre de Rico McPato, por haber sido tesorero de un gremio estudiantil. Luego fue compositor de letras de una banda de rock, fumó abundante marihuana y experimentó con hongos alucinógenos. Trabajó años como periodista y logró un premio en 1992 como coautor de un reportaje en la revista “IstoÉ” que sirvió de base para el juicio político que derrumbaría al entonces presidente brasileño Fernando Collor de Mello. Pero poco después Santana comprobó que el marketing político pagaba mucho más, y pasó a dedicarse a eso.
Incursionó en el negocio junto a Duda Mendonça, el publicista que comandó la campaña electoral con que Lula ganó su primera elección presidencial en 2002, luego de tres derrotas previas. Pero Mendonça nunca llegó a diseñar la siguiente campaña de Lula: en 2005 se vio involucrado en el escándalo de compra de votos de congresistas conocido como mensalão y admitió que recibió pagos millonarios del PT en el exterior, sin contabilizar (finalmente resultó absuelto de las acusaciones de lavado de dinero y evasión de divisas). Santana, que ya se había distanciado de Mendonça, se hizo cargo entonces de la publicidad para reelegir al presidente en medio de una lluvia de acusaciones de corrupción sobre el gobierno. Uno de los jingles que compuso sugería valorar las conquistas económicas y sociales de Lula, repitiendo: “Deja al hombre trabajar”.
La reelección de Lula fue el primer gran salto profesional de Santana tras haber fundado con Moura, su séptima esposa, la empresa de marketing político Pólis. Después contribuyó a la elección de Mauricio Funes como presidente salvadoreño en 2009, el primer triunfo de Rousseff en 2010, la campaña de Chávez en 2012 y, tras la muerte de este, la ajustada victoria electoral de su delfín Nicolás Maduro en 2013. Uno de los spots que Santana realizó para esta campaña apelaba a la emoción de los votantes venezolanos con imágenes de Chávez y una música que decía: “Él nacerá de nuevo”. Muchos creen incluso que, cuando Maduro dijo en aquel momento que Chávez se le había aparecido en forma de un “pajarito chiquitico” que le hizo sentir su “espíritu”, fue por consejo del publicista brasileño.
Santana también dirigió en 2012 la campaña del presidente dominicano Medina y del angoleño José Eduardo dos Santos, que gobierna el país africano desde 1979. Aunque varios de sus clientes suelen definirse como políticos de izquierda, “Patinhas” también ha trabajado para clientes de centro-derecha: su única derrota en comicios presidenciales ocurrió en 2014 asesorando al entonces candidato oficialista panameño José Domingo Arias.
Los críticos de Santana suelen acusarlo de diseminar falsedades, provocar temores y manipular electores para salirse con la suya en cada votación. En las últimas elecciones en Brasil causó polémica con un aviso que mostraba un plato de comida desapareciendo de una mesa familiar tras un supuesto triunfo de la opositora Marina Silva. Aécio Neves, el rival de Rousseff en la segunda vuelta, asemejó a Santana con un discípulo de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de la Alemania nazi.
De cualquier forma, el récord en elecciones presidenciales que ostenta Santana en la región parece difícil de superar. Quienes lo admiran sostienen que se debe tanto a su habilidad de descubrir debilidades de rivales como a su facilidad para sintonizar con el estado de ánimo de la mayoría del electorado. Marcelo Simões, un colega y amigo de Santana de los años de Bahía, dice que entre sus virtudes figuran la competencia, capacidad de “lectura política” y disposición a rodearse de buenos profesionales. “Es el más completo”, afirma.
Sin embargo, ¿qué candidato quiere tener hoy a Santana a su lado?
Una cuenta suiza
Al conocerse la orden de arresto en su contra, Santana emitió un comunicado desde Santo Domingo afirmando que enfrentaba “acusaciones infundadas” y un “clima de persecución” en Brasil. Luego se desvinculó de la campaña de reelección del presidente dominicano Medina, quien admitió públicamente que el episodio podría afectarlo. Santana regresó a Brasil y fue detenido junto a su esposa apenas pisó el aeropuerto de São Paulo. Ambos fueron trasladados a Curitiba, donde el juez Moro conduce la causa por la red de sobornos en Petrobras, y allí permanecen presos.
Los investigadores explicaron que habían descubierto una cuenta sin declarar que la pareja de publicistas tiene en un banco suizo a nombre de la empresa offshore Shellbill, con sede en Panamá. Y precisaron que la misma recibió U$S 3 millones desde cuentas secretas vinculadas a Odebrecht, el gigante brasileño de la construcción cuyo expresidente está preso por el escándalo en Petrobras, así como U$S 4,5 millones transferidos por un presunto operador del esquema de corrupción en la petrolera.
Policías y fiscales sospechan que esos movimientos en realidad fueron pagos ocultos a Santana y Moura por propaganda que realizaron para el PT. Además de los movimientos bancarios, descubrieron una planilla de Odebrecht con registro de pagos en pleno período electoral brasileño a un misterioso “Feira”, que según los investigadores es el apodo que usaban funcionarios de la constructora para identificar a Moura, nacida en la localidad bahiana de Feira de Santana. También indagan otro pago para “evento El Salvador vía Feira”, que podría aludir a la campaña del salvadoreño Funes en 2009.
En sus primeras declaraciones ante la policía, Santana y Moura negaron haber recibido pagos ocultos del PT. En cambio dijeron que la cuenta en Suiza la abrieron en 1998 para cobrar por propaganda que realizaban en el exterior, tras asesorar al argentino José Manuel de la Sota en su campaña por la gobernación de la provincia de Córdoba. “La cuenta fue abierta por intermedio de un representante en Uruguay, por indicación de un amigo argentino”, dijo el publicista según el acta policial de sus declaraciones.
Santana negó conocer los movimientos de esa cuenta o recordar cuánto dinero recibió por las campañas en Venezuela o República Dominicana. Pero su esposa tuvo mejor memoria. Declaró que la campaña a favor del chavismo costó unos U$S 35 millones, que se pagaron en “gran parte” sin contabilizar. También dijo que “fue orientada en la época a buscar la persona de Fernando Migliaccio, un ejecutivo de la empresa Odebrecht en Brasil que colaboraría en el costeo de parte de la campaña” venezolana. Moura admitió que firmaron un “contrato ficticio” con Migliaccio, detenido en Suiza por sospechas de que operaba cuentas de la constructora para pagar sobornos dentro y fuera de Brasil.
¿Por qué Odebrecht habría de financiar propaganda de candidatos de diversos países? Los investigadores intentan determinar eso, pero tienen presente que la empresa ganó contratos multimillonarios con los mismos gobiernos que Santana ayudó a elegir, no solo en Brasil sino también en Venezuela, República Dominicana o Angola, donde, según admitió Moura, el publicista cobró U$S 50 millones por la campaña a favor del presidente, de los cuales U$S 20 millones se pagaron sin contabilizar.
El caso se ha vuelto un nuevo flanco de ataque para Rousseff, que ya enfrentaba denuncias por supuestos desvíos ilícitos de Petrobras para financiar su campaña de reelección. La defensa de la presidenta niega haber usado dinero oculto en esa campaña, pero hay cuatro procesos impulsados por la oposición ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) brasileño que cuestionan la legitimidad de su elección, y en teoría podrían terminar con su mandato y el del vicepresidente Michel Temer.
La prisión de Santana ocurre además cuando el expresidente Lula es investigado por sospechas de que recibió beneficios ilícitos de empresas constructoras involucradas en la red de sobornos de Petrobras y por presunto ocultamiento de patrimonio. Bajo la lupa de los fiscales hay un apartamento tríplex en el litoral de São Paulo y una casa de descanso remodelada en el interior del mismo estado. El ex presidente rechaza cualquier sospecha y su defensa señala que hay una campaña de desprestigio en su contra. Pero medios brasileños informan que el dueño de la constructora Oas, José Aldemário Pinheiro, cerró un acuerdo de delación con la Fiscalía que incluiría revelaciones sobre Lula para reducir su propia condena.
Con semejante telón de fondo, el juez Moro advirtió que el caso de Santana y Moura es un asunto serio, ya que los investigados podrían haber cometido delitos de lavado de dinero y corrupción. “No veo cómo banalizar la práctica de fraudes, con utilización de recursos oscuros o por lo menos no contabilizados, en campañas electorales en Brasil o el exterior, considerando la consecuente afectación de la integridad del proceso político democrático”, escribió el magistrado al renovar la prisión de los publicistas el viernes. “Nada hay, por lo tanto, de banal en esas conductas”, advirtió.
Fuera de Fronteras
2016-03-03T00:00:00
2016-03-03T00:00:00