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A partir del 2007 comenzó una buena etapa para hacer negocios con el trigo, pero a principios del 2010 empezaron a surgir complejidades: deficiencias de potasio, la aparición de malezas resistentes que obligaban a aumentar los costos y los planes de uso. Luego, a mediados del 2014, cae el precio de la soja. “Y acá estamos nosotros hoy parados” y tenemos que definir cómo vamos a seguir esta año esta zafra agrícola, con esta realidad”, resumió el especialista Santiago Arana el viernes 20, en una conferencia realizada en la Expoactiva (Soriano).
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Una de las opciones para la zafra 2015/2016 es plantar cultivos de invierno y después soja, lo que equivale a “tener que pelear con un oso”, comentó. “Capaz que un buena alternativa sea hacerle un rodeo, y esquivar” esa etapa para ir “directamente hacia el cultivo de mayor renta”, que es la soja, evaluó.
“La verdad es que si uno lo analiza en años anteriores y ve las relaciones de precios entre la soja y el trigo, este bypass resultaba una decisión inteligente”, apuntó. “Si está complicado, entonces, lo dejamos para primera”, era el razonamiento en los años anteriores, recordó Arana. Y señaló que, a la hora de tomar decisiones, generalmente, pesa más lo que sucedió en años recientes.
Sin embargo, la ecuación en la actualidad no es la misma que en los lustros anteriores. Esto se debe a que los costos aumentaron porque ahora es necesario aportar nutrientes, aplicar herbicidas para combatir malezas resistentes, el encarecimiento de la mano de obra, los fletes y arrendamiento en el caso que lo haya, entre otras variables, describió Arana. A su vez, también han caído los precios de la oleaginosa y no hay perspectivas de que vuelvan a subir.
El trigo, en tanto, en los últimos años ha tenido una situación complicada, con malos rendimientos y, sobre todo, calidades, dijo. Eso lleva a asociar este cultivo como de “alto riesgo” y como un “mal negocio”.
Análisis
“Seguramente, la mayoría de ustedes van a estar en desacuerdo con las cosas que diga porque tiene realidades diferentes, ya sea en rendimiento, en costos, o en precios. Pero algún número, para hacer un análisis, hay que poner”, apuntó Arana antes de presentar su estudio, en los cuales evaluó los posibles caminos a seguir de acuerdo con la coyuntura actual.
En su análisis, que contempló las mermas de calidad, y descontó los gastos comerciales y de los fletes, fijó el precio neto de la soja en U$S 313 por tonelada, en tanto que al trigo lo ubicó en U$S 186 por tonelada.
El costo de un cultivo de cobertura más una soja de primera lo ubicó en U$S 498 por hectárea al año. Para trigo de primera y soja de segunda el costo lo ubicó en U$S 847 por hectárea al año. Un arrendamiento de 800 kilos de soja genera costos de U$S 280 por hectárea, presentó Arana.
Partiendo de estos supuestos, la soja de primera en esta zafra, con rendimientos de 2.535 kilos por hectárea, un precio neto de U$S 313 por tonelada, y un costo de U$S 778, tiene una proyección de un margen de U$S 16 por hectárea, señaló Arana. “Hay una cosa en que hay que tener cuidado. Cuando uno dice no voy a hacer cultivo de invierno para pasarme a soja de primera, tiene que estar seguro que lo que viene después de que uno saltea el trigo sea mejor que hacerlo”, advirtió el especialista.
Con los mismos números de base, si se apuesta al doble cultivo, con rendimientos de 2.157 kilos por hectárea para el caso de la soja y U$S 3.219 para el caso del trigo, con costos directos y de arrendamiento de U$S 847 y U$S 280 por hectárea, el margen es de US$ 146. “A todas luces esto parece ser muchísimo mejor negocio que el de soja”, apuntó. No obstante, reconoció que esa segunda opción implica “mayor riesgo” y “dificultad operativa”, que genera la percepción de que sea una opción “mucho más volátil”, agregó.
“El rendimiento de la soja de segunda depende del rendimiento del trigo”, lo que puede ser positivo o negativo, valoró.
El especialista se planteó: ¿cuál es la posibilidad de perder dinero este año? Para soja de primera, con cultivo de cobertura, existen un 52% de posibilidades de “ganar plata”, contra un 48% de perderla. En caso favorable, la ganancia media obtenida sería de U$S 16 por hectárea. Para un cultivo de trigo de primera y soja de segunda, la posibilidad de tener un margen positivo es de 67%, contra un 37% de probabilidades de tener pérdidas, proyectó. En este caso, las ganancias serían de U$S 146 por hectárea.
“¿Qué pasa si bajamos los precios?”, planteó Arana. En el caso de que el trigo se ubique a U$S 190 y la soja U$S 300, y se opte por realizar un cultivo de cobertura junto a una soja de primera, las posibilidades de obtener pérdidas de U$S 68 serían de 63%, indicó. En el escenario del trigo de primera con soja de segunda existen un 52% de probabilidades de perder dinero, con una media de U$S 15 por hectárea, señaló.
En una situación hipotética donde apareciera un “cisne negro” y los precios subieran a U$S 260 y U$S 400 la tonelada para el caso del trigo y la soja, respectivamente, las posibilidades de tener ganancias sería del 64 %, y un margen de ganancia de U$S 107 en caso de hacer una cobertura de cultivos con soja. Si se opta por hacer trigo de primera con soja de segunda, con este marco de precios, las probabilidades de ganar dinero serían de 83%, a un promedio de U$S 338.