N° 2051 - 19 al 25 de Diciembre de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa alianza entre conservadores y liberales —único camino que les va quedando a estos últimos— colocó a Paulo Guedes a manejar la economía brasileña, una de las dos más grandes de América Latina. Sus propuestas, apostando a la libertad del mercado, a la apertura comercial, al estricto control del costo del Estado y a la baja de impuestos en varios niveles —incluso en los salarios— prometen despertar al gigante aletargado desde hace largo tiempo por políticas estatistas y proteccionistas. Desde que asumió como ministro de Economía, los grandes inversionistas levantaron sus expectativas, y aunque hoy miran con ansiedad la lentitud estructural de las reformas, todos los informes internacionales ven el crecimiento de Brasil en el camino de la recuperación regional.
El propio presidente Jair Bolsonaro ha dado señales de distanciamiento con las políticas de su superministro, especialmente por la ley que limita cualquier aumento presupuestal a la inflación y por el temor que despierta la situación en Chile, pero Guedes asegura que sus reformas seguirán adelante y que cuenta con el respaldo necesario. La reforma previsional aprobada recientemente —un recorte a excesos de todo tipo que produce ahorros asombrosos— dejó en claro el fuerte apoyo legislativo de sus propuestas, gracias a la alianza conservadora-liberal de la que él mismo parece ser el elemento aglutinador.
Además de la reforma previsional, el Poder Legislativo está en proceso de aprobar la modernización de las telecomunicaciones, un banco central independiente, la reforma tributaria y la ley de libertad económica. Se mantiene además la “ley de techo de gastos”, que solo permite indexar el presupuesto del año anterior por la inflación. Promete además reducir las tasas de interés y realizar inversiones. En una entrevista a corresponsales extranjeros que recogió el portal argentino Infobae en setiembre, Guedes opinó que “el descontrol del gasto público corrompió la democracia brasileña y la estancó”. Recordó además que 40 años atrás Brasil era la economía que más crecía en el mundo, “pero repentinamente comenzamos a estatizar. Se fundaron empresas estatales como Eletrobras y Petrobras y comenzó la desaceleración”.
La impaciencia de los inversores proviene de que se le achacó haber dicho que habría un crecimiento del 2,5% del PBI en su primer año de reformas, apertura y globalización. Guedes argumenta que esa no fue su promesa —espera alcanzar un 1,5%— y que todavía no puede adelantar cuánto se demorará en crecer. Lo que sí afirma es que quiere terminar con el déficit y vender todas las empresas del Estado. Lo que ya sabe es que el déficit del primer semestre del 2019 es el menor de los últimos años. “El primer año será muy difícil. El segundo año es más confortable, el tercer año viene el despegue y el cuarto volamos”, aseguró el ministro de Economía brasileño.
Si bien es muy crítico de las decisiones en el campo de la economía en los últimos 30 años, aplaude la democracia de esas tres décadas y dice que en Brasil no está en peligro. Eso sí, reconoce que algunos mensajes del gobierno son propios del triunfo conservador y por lo tanto no es su problema.
Cuando el gobierno de Bolsonaro asumió, dijimos en esta página que era importante seguir los pasos de su ministro de Economía, un liberal convencido. El camino elegido está claro, y si los resultados son los que Guedes vaticina, podrá ser un espejo para otros, por lo menos en los principios básicos, y en esto incluimos a nuestro gobierno electo. Para Uruguay se abren además nuevas posibilidades: de tener un enorme vecino proteccionista, pasar a uno abierto en lo económico y sumándose a las oportunidades de integrarse al mercado internacional. Un Brasil alentador.