Nº 2192 - 22 al 28 de Setiembre de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa industria cinematográfica ha producido en los últimos años muchas películas en torno al mundo del emprendedurismo, algunas de ficción y otras basadas en hechos reales. Son historias que usualmente se presentan de manera épica y hasta heroica, con un componente de suerte mezclado en la trama para generar un efecto atrapante y cautivante.
Hay en Internet infinidad de recomendaciones sobre las mejores películas que todo emprendedor o inversor debe mirar. Particularmente creo que las basadas en hechos reales y, aún más, las que cuentan la historia del emprendedor y su empresa son las que realmente valen la pena en esta materia.
Quizás en ese sentido que Jobs, la película que cuenta la vida del fundador de Apple, sea, a mi entender, la que mejor refleja la historia de un emprendimiento desde su concepción en la etapa de idea hasta que crece y se convierte una de las más grandes empresas de tecnología del mundo. Con Ashton Kutcher en el papel de Steve Jobs, el filme muestra los diferentes pasos por los que normalmente un emprendimiento atraviesa desde su crecimiento, escalamiento e internacionalización.
Dejando de lado la crítica cinematográfica, quiero detenerme en una de las partes de la película que ilustra de manera muy detallada y quizás algo inocente la importancia de un momento clave en casi cualquier emprendimiento: el primer levantamiento de capital privado. Este proceso tal vez sea uno de los puntos más críticos y fundacionales en los inicios de una startup. El capital de riesgo, o capital privado, es el financiamiento que otorga un inversor privado, conocido como inversor ángel, a cambio de participación en el paquete accionario de la empresa. Este tipo de capital suele ser buscado por parte del emprendedor cuando la startup ya tiene un producto o servicio vendible y ha demostrado que tiene potencial de crecimiento.
En Jobs este momento se describe a la perfección y vale la pena analizarlo en detalle. Luego de que Apple generara sus primeras ventas en una tienda de placas y circuitos eléctricos, los emprendedores se ven en la disyuntiva de cómo seguir comprando materia prima para continuar fabricando las placas que tienen comprometidas para la venta. Desanimados y desmotivados por no saber cómo avanzar, Jobs y su equipo reciben en forma sorpresiva la visita de quien sería luego su primer socio e inversor ángel, Mike Markkula Jr., que no solo se convertiría en el primer inversor de Apple sino que también jugaría luego un papel decisivo en la atracción de más capital de riesgo.
En esa escena, y luego de las presentaciones de cada una de las partes, la película relata la conversación y la negociación entre Jobs y Markkula. Más allá de las libertades biográficas que seguramente el director se tomó, el foco de la conversación transcurre en los puntos de contacto y de distancia entre cada una de las partes.
Por un lado, los emprendedores, liderados por Jobs, en busca de capital y con el desafío de compartir cuánto vale su empresa, de especificar cuánto capital necesitan y qué destino les darán a los fondos.
Por el otro, Markkula, el inversor, que intenta maximizar el valor de su inversión, desconfiado de los riesgos que la transacción conlleva y mostrando el aporte y el background que su incorporación brindaría a la empresa.
Estas dos miradas, entre inversor y emprendedor, y la posterior negociación que sucede para alcanzar un acuerdo suele ser el momento más relevante y definitorio de un emprendimiento que ya invirtió todo el capital semilla (seed capital) y que necesita de capital privado de riesgo para seguir creciendo.
Los inversores ángeles juegan en este momento un rol crítico en la vida de los emprendimientos. El término inversor ángel tiene su origen en Estados Unidos (business angel) y se lo relaciona con los empresarios que a comienzos del siglo XX apoyaban y financiaban obras teatrales en Broadway.
Actualmente, el término es usado para referir a aquellos que, como Markkula en Apple, invierten en etapas tempranas de una startup. Las características comunes a todos ellos que sirven para diferenciarlos de un inversor habitual son que ponen su propio dinero, tomando decisiones de inversión personales o en grupo, buscan ganar dinero, aunque no sea la razón principal para invertir, y en general son personas con amplia experiencia en el mundo de la empresa y el emprendimiento que ya han atravesado diversas situaciones de negocio y adquirido la experiencia necesaria para ayudar y apalancar a nuevos proyectos a desarrollarse, aportando no solo su capital sino también sus conocimientos, contactos y experiencia.
La actividad ángel y la inversión en etapas tempranas del ciclo de vida de los emprendimientos vienen en firme crecimiento en Latinoamérica y el Caribe en los últimos 10 años. XCALA, la Asociación Latinoamericana de Inversores Ángeles, es una organización sin fines de lucro que tiene como objetivo promover la inversión en etapas tempranas. Esta asociación mide y hace seguimiento de esta actividad a través de su Monitor de Actividad Ángel.
Según ese informe, para el 2020 se habían cerrado en América Latina más de 160 transacciones por un monto total de más de 16 millones de dólares, contra solo 18 transacciones en 2012 por montos de apenas 2 millones de dólares. Esto representa una gran noticia para el mundo emprendedor que busca el acceso permanente a esta fuente de financiamiento. Existen varios y diversos desafíos para unir emprendedores con inversores ángeles y los retos están planteados de un lado y de otro del mostrador.
Los emprendedores tienen un gran trabajo por delante a la hora de presentar y preparar su emprendimiento para recibir capital privado. También desde el lado inversor existen áreas y oportunidades de mejora para agilizar y aumentar este tipo de transacciones.
Por otro lado, muchos emprendedores salen en busca de capital sin la estructura jurídica necesaria para estar aptos a recibir inversión privada. La asesoría legal en este punto es una condición clave y los estudios jurídicos, de los más grandes a los más pequeños, están dando este servicio a emprendedores para ayudarlos a llevar a adelante estas transacciones.
Preparar en forma profesional a la empresa, por más temprano que sea su estadio, es un factor fundamental en esta etapa. La correcta presentación del modelo de negocio, su plan de crecimiento y el explicar las vías de monetización del emprendimiento son aspectos determinantes a la hora de presentarse frente a un inversor.
XCALA, en el mismo Monitor de la Actividad Ángel antes referido, muestra que más del 40% de las transacciones no prosperan en Latinoamérica en esta etapa de levantamiento de capital privado por la falta de elaboración del proyecto y la falta de potencial de crecimiento del emprendimiento.
Por el lado de los inversores privados la tarea tampoco es fácil. Entender que las exigencias de rentabilidad y retorno de la inversión a startups deben ser analizadas en forma diferente que a las inversiones más tradicionales que se dan en Uruguay como aquellas en real estate, en productos financieros y en agronegocios, por ejemplo, es uno de los puntos más importantes a desarrollar con aquellas personas que quieran posicionarse como inversores ángeles. Aquí deben tomar un rol protagónico las instituciones educativas, las bancarias y las financieras para desarrollar este expertise entre potenciales inversores.
¿Cómo preparar mejor a los emprendedores para presentar sus proyectos frente a inversores? ¿Cómo “educar” a los inversores privados para fomentar y motivar la búsqueda y la concreción de inversiones en startups? ¿Cómo mejorar ámbitos de encuentro fructífero entre inversores y emprendedores?
Las respuestas a estas preguntas no son de difícil solución y los desafíos por delante están claros y definidos. Queda ahora seguir trabajando desde todo el ecosistema para acompañar y preparar, aún más, a los distintos actores de esta historia.
Parece ser una obviedad el decir que hay solo un Steve Jobs y un Apple, pero la realidad es que el ecosistema emprendedor viene dando pasos —en forma algo lenta, es verdad— para afianzar la confianza entre los protagonistas de la industria. Ojalá los responsables en facilitar estas condiciones en el ecosistema emprendedor sigan trabajando en esta línea y aceleren las acciones para animar a inversores y emprendedores uruguayos a escribir y transitar su propia historia de película.