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Ubicado en el corazón de Europa, casi en una triple frontera entre Francia, Suiza y Alemania, hasta el aeropuerto de Basilea-Mulhouse-Friburgo se desplazó más de 11.000 kilómetros un avión privado que partió desde Montevideo el 15 de mayo. La logística y el equipaje del vuelo eran controlados por un croata, un checo y un montenegrino que al día siguiente fueron arrestados en Basilea, tras coordinar la salida del aeropuerto de esa ciudad de los 600 kg de cocaína que venían en el avión.
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Se trata del cuarto megacargamento de cocaína relacionado con Uruguay y con destino a Europa que fue incautado en menos de un año: en abril se descubrieron en el puerto de Hamburgo 440 kg en un cargamento de arroz que salió del puerto de Montevideo, en mayo se encontraron 431 kg en un camión que viajaba por la Ruta 1 y en setiembre del año pasado otros 400 kg fueron hallados en un contenedor en el puerto de Montevideo con rumbo a Amberes.
Para las autoridades del Ministerio del Interior es una tendencia ya establecida en el país que responde a razones internacionales y que desafía un accionar que hasta hace pocos años le dio buenos resultados a la Policía. Fuentes del ministerio señalaron a Búsqueda que el aumento global de la producción de cocaína obliga a las organizaciones criminales a “agotar los medios para cumplir con el fin de llegar a los mercados de consumo”, principalmente Norteamérica, Europa y Asia. Esto determina que una ruta como Uruguay —“tradicionalmente tenida en cuenta como alternativa”— sea cada vez más empleada. “Nos lleva a volver a ser una ruta válida para salir de Sudamérica”, dijo una de las fuentes.
Además del aumento en la fabricación de cocaína, la ruta Uruguay es actualmente más transitada por la mejora que los gobiernos vecinos han hecho en el control del tráfico.
En el ministerio observan con preocupación que la situación se pueda volver similar a la de la década de 1990, cuando el país era utilizado con facilidad y frecuencia como escala del narcotráfico internacional, un panorama que comenzó a cambiar a partir del año 2000 cuando Julio Guarteche fue nombrado director de la Brigada Antidrogas —hoy Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas—, cargo que ocupó hasta 2010.
Además del aumento en la fabricación de cocaína, la ruta Uruguay es actualmente más transitada por la mejora que los gobiernos vecinos han hecho en el control del tráfico. “En Argentina hay, por lo menos, un incremento de los operativos, principalmente en el área andina y en su frontera con Paraguay. También sucede en Brasil, con fronteras con todos los países productores”, explicaron las fuentes.
El caso más elogiado regionalmente es la gestión de Patricia Bullrich, desde 2015 la ministra de Seguridad de Argentina. Bullrich encabezó la última Reunión de Ministros del Interior y de Seguridad del Mercosur, organizada en mayo en Buenos Aires, donde se acordó impulsar iniciativas y operativos conjuntos en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Uno de los puntos que más interesa a Uruguay es el apoyo para contrarrestar la tecnología utilizada por los delincuentes. Las aplicaciones como WhatsApp o Telegram, que aseguran el encriptado de los mensajes y las llamadas, dificulta el trabajo de las agencias de seguridad.
Sin precedentes
En junio la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) presentó el Informe Mundial sobre las Drogas 2019, donde asegura que la fabricación ilícita mundial de cocaína alcanzó un máximo histórico de 1.976 toneladas en 2017, el último año del cual se tiene medición. Esto se debió principalmente al aumento de la fabricación de cocaína en Colombia, donde, según las estimaciones, se produjo aproximadamente el 70 % de esa droga en todo el mundo. “La producción de cocaína alcanza un nivel sin precedentes durante el proceso de transición en Colombia”, advierte el informe.
La suba en la producción trajo a su vez mayor cantidad de incautaciones de cocaína, con 1.275 toneladas decomisadas en 2017, la cifra más alta registrada hasta el momento. El informe asegura que “las incautaciones próximas al lugar de fabricación son cuantiosas”, lo que explica las grandes operaciones de cocaína vinculadas a Uruguay. Por ejemplo, el cargamento confiscado en mayo en la Ruta 1 desembocó en el procesamiento de tres ciudadanos colombianos.
Diego Olivera, secretario general de la Junta Nacional de Drogas, admitió la gravedad del problema. “Todos los países sudamericanos, en la medida que somos los países que estamos en el entorno de los cultivos de hoja de coca, estamos expuestos a ser países de tránsito y de paso. Hay determinados episodios que nos indican que hay cargamentos que se están dirigiendo hacia Montevideo”, dijo el 26 de julio a Subrayado.
La situación ya había sido advertida en 2016 por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, que en su Informe de Estrategia Internacional de Control de Drogas sostuvo que la cocaína producida en los Andes es la principal droga traficada a través de Uruguay. La edición 2018 del informe fue aún más tajante. “Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y el Poder Judicial de Uruguay evalúan que las organizaciones criminales colombianas, italianas, mexicanas, paraguayas y rusas operan localmente”.
Varios vuelos
Según las estimaciones de las Naciones Unidas, 18,1 millones de personas consumieron cocaína en 2017. “Entre 2006 y 2012 se produjo una disminución del consumo de cocaína en América del Norte, pero todo parece indicar que ha vuelto a aumentar, al igual que en Europa Occidental y Central”, dice el documento de la UNODC. En sintonía con la posición del Ministerio del Interior, que considera que Asia se ha transformado en otro destino para la droga que pasa por Uruguay, el documento también afirma que el aumento de incautaciones de cocaína en algunas partes de Asia y África Occidental “podría” reflejar un incremento del consumo, especialmente entre los habitantes adinerados de las ciudades.
En el Ministerio del Interior observan con preocupación que la situación se pueda volver similar a la de la década de 1990, cuando el país era utilizado con facilidad y frecuencia como escala del narcotráfico internacional.
El vuelo privado que partió de Carrasco el 15 de mayo llevaba los 600 kg de droga a Europa. Antes de aterrizar en el aeropuerto de Basilea-Mulhouse-Friburgo hizo una escala en Niza, en un plan de movimientos que eran vigilados por un operativo conjunto entre la agencia de drogas de Estados Unidos (DEA) y la Oficina Europea de Policía (Europol) del que formaron parte agencias policiales nacionales, incluida la Policía uruguaya.
La investigación fue iniciada en 2018 por la Policía de Croacia, que desde el año anterior monitoreaba a una organización criminal de los Balcanes. “La investigación reveló que los traficantes de los Balcanes operaban en Europa y América del Sur, donde prepararon varios vuelos de un continente a otro entre 2018 y 2019. La red criminal organizada tenía vínculos estrechos con muchos asociados criminales y contactos que operan desde varios países de la Unión Europea y no pertenecientes a la Unión Europea, entre ellos Uruguay”, indicó la Europol en un comunicado de prensa divulgado el 25 de julio, donde hizo pública la operación dos meses después de los arrestos. En total fueron detenidas 16 personas con más de 3 millones de euros entre efectivo y objetos de lujo, como relojes Zenith y automóviles Audi y Mercedes Benz.
En Uruguay las actuaciones están a cargo de la Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas y de la Fiscalía de Ciudad de la Costa de 3er turno, que citó a declarar a efectivos militares y funcionarios del aeropuerto de Carrasco.