Villar cree que Montevideo tiene todas las posibilidades para resolverlos y quedar liderando la región. “Podemos ser vistos como un laboratorio de ciudad para el resto del mundo porque los problemas que tenemos hoy de la limpieza, la movilidad, la integración, de cuidado del ambiente son los mismos que tienen capitales europeas”, agrega.
— Usted no surge de la estructura de los sectores. ¿Cómo explica su candidatura?
—El Frente Amplio, aunque no lo haya hecho de forma escrita o incluso oral, ha procesado una autocrítica después de los resultados de las elecciones presidenciales y de alguna manera yo soy parte del resultado de esa autocrítica. Si bien puedo considerar que todo lo hecho en el Hospital de Tacuarembó y la gestión al frente del Hospital Maciel son parte de una vocación social, yo estuve fuera de la militancia política durante 30 años. El hecho de que una organización como el Frente Amplio acepte y apueste por una persona que estuvo fuera de la militancia política todo ese tiempo implica que algo está pasando, que hay una autocrítica y que se quiere buscar un cambio.
—¿Su postulación es reflejo de que se necesitan nuevos liderazgos en el Frente Amplio?
—Creo que sí. Es un proceso que no termina en mí. Es un proceso de renovación que empieza en buscar nuevos liderazgos y en lograr incorporar nuevas generaciones que tienen que tomar su rol. Y tiene que ser una renovación con memoria. Yo soy consciente de que estoy en este momento parado acá gracias a toda una historia detrás, que no es solo la historia del Frente Amplio. Pero no podemos ser conformistas. El peligro mayor después de 15 años de gobierno es el conformismo, es la quietud, es el poner piloto automático y pensar que tenemos segura la Intendencia de Montevideo, entonces vamos a planear y a maquillar Montevideo. Yo me niego totalmente a eso.
'El Frente Amplio, aunque no lo haya hecho de forma escrita o incluso oral, ha procesado una autocrítica después de los resultados de las elecciones presidenciales y de alguna manera yo soy parte del resultado de esa autocrítica'.
—Si su candidatura demuestra esa renovación. ¿Qué queda para las de Martínez y Cosse, quienes compitieron por alcanzar la presidencia?
—La única forma por la que puedo explicar que grupos tan diversos dentro del Frente Amplio me apoyen es pensar que hay un cambio. Pensar que se puedan juntar los seguidores de Mujica con los de Mario Bergara, que son polos aparentemente opuestos, y que esté todo el movimiento humanista, el grupo de Fernando Amado, más la gente que firmó por mi candidatura…
—Con más razón. ¿Qué lectura hace de las candidaturas de Martínez y Cosse si usted representa todo lo que menciona?
—No estoy en un papel de juzgar esas candidaturas. Creo que son candidaturas genuinas las dos. Es lógico que estén arriba de la mesa, y que también es una propuesta interesante la que hace el Frente Amplio teniendo a Martínez y Cosse dentro de la oferta. Y uno tiene que ver también que detrás de ellos hay apoyos importantes de sectores. No es mi lugar, no es mi papel. Yo no soy dirigente político ni aspiro a eso. Aspiro a ser un intendente para la ciudad, para el departamento de Montevideo, y me gustaría lograr mantener lo más posible la visión de ciudadano que tengo para ver las cosas desde otro lugar y entenderlas desde otro lugar.
—Usted marca temas a mejorar y al mismo tiempo defiende la gestión. ¿Qué balance hace de la situación de Montevideo?
—Montevideo está bien y la gestión de Martínez fue una buena gestión. Las gestiones de 30 años del Frente Amplio al frente de la comuna capitalina han sido buenas. Todos los procesos de saneamiento que caracterizan a las administraciones del Frente Amplio han sido el aporte mayor a la salud pública de la ciudad, que ha hecho una gestión de gobierno. Eso habla de una línea de conducta. Lo mismo el Plan de Ordenamiento de Montevideo. La política social y cultural se ha mantenido durante 30 años. Eso es lo que me da pie ahora a plantearme dar un salto como ciudad. Hoy nosotros podemos plantearnos desafíos que para Santiago de Chile son impensables, o que para Lima o Bogotá son impensables. Yo te diría que hoy San Pablo no puede plantearse las metas que puede plantearse Montevideo. Podemos ser vistos como un laboratorio de ciudad para el resto del mundo, porque los problemas que tenemos hoy de la limpieza, la movilidad, la integración, de cuidado del ambiente son los mismos que tienen capitales europeas, porque el problema de la exclusión social y la marginación en la periferia lo tiene también París. Pegar ese salto implica mayor integración, la vuelta al barrio como el centro de la solución, lograr una cultura distinta de la vida del montevideano que implique recuperar el respeto entre los vecinos.
—Por lo que dice, no comparte con la candidata de la coalición multicolor, Laura Raffo, quien dijo que es un mito la buena gestión de Martínez.
—No, para nada. Lo que sí creo es que Montevideo necesita un intendente que esté dispuesto para los cambios que hay que dar, a ser un intendente solo para la intendencia, que no esté pensando en la presidencia, durante cinco años mínimo, y si es posible 10. Yo tomé las decisiones para eso. Si me eligen voy a estar cinco años para esto. No tengo aspiraciones de hacer carrera política, no tengo interés de ser un dirigente del Frente Amplio ni de liderar un grupo, ni liderar una batalla dentro del Frente Amplio. Yo lo que quiero es cambiar la ciudad, el departamento. Y Montevideo se merece tener una persona cuyo único objetivo sea ese, y que vea a la política como un medio y no como un fin. Y en este sentido, lo que creo es que para lograr la transformación en Montevideo se debe priorizar la microgestión. Es más fácil construir una avenida que pavimentar los caminos vecinales. Es más fácil las grandes obras que hacer las obras chicas. Yo vengo de Salud Pública. Es más sencillo construir un hospital en Colonia a nuevo que mantener el Hospital Maciel funcionando de lujo, sin goteras, que no hayan humedades en las paredes, con patios con flores todo el año, que la medicación que se dé sea correcta, que se compren los productos exactos en tiempo y forma. Un hospital es menos complejo que una ciudad. La ciudad tiene 8.000 funcionarios y el Maciel tiene 3.500, pero la complejidad de tener todas esas especialidades diferentes se logra con microgestión. Se logra distribuyendo el poder, construyendo equipos humanos reales, que no es que hagan lo que yo digo, sino que tengan poder y respaldo en las decisiones. Eso que implica hacer obras y controlarlas mientras se hacen, y después también. En una recorrida por los barrios vimos un basural tecnológico que llevaba años allí. Iba con nosotros un funcionario y lo resolvió en 48 horas con una llamada. ¿Por qué estaba ese basurero ahí? Porque faltó microgestión. El desafío que tengo por delante es el mismo que tuve en el Hospital Maciel, es lograr la microgestión.
'Montevideo está bien y la gestión de Martínez fue una buena gestión. Las gestiones de 30 años del Frente Amplio al frente de la comuna capitalina han sido buenas. Todos los procesos de saneamiento que caracterizan a las administraciones del Frente Amplio han sido el aporte mayor a la salud pública de la ciudad, que ha hecho una gestión de gobierno'.
—Es entendible que estos procesos lleven varios años y pensar en la campaña a la presidencia puede distraer la atención. Martínez y Cosse quisieron serlo y ahora van por la intendencia. ¿Es un plan B?
—No sé. Eso tendrías que preguntárselo a ellos.
—¿Usted se imagina en esa situación?
—No. Yo me imagino que puede pasar. Puede pasar que, si mi gestión es buena, alguien pueda pensar en que yo salga de la intendencia para ir a otro lugar. Por eso a mí me gusta decirlo, para ser prisionero de mis palabras. Para cambiar realmente Montevideo y para jugar en serio para la población, después no puedo deshacer lo que ahora estoy diciendo. Yo tuve la opción de irme cuando estaba en Tacuarembó pero estaba convencido de que tenía que quedarme el tiempo suficiente. Estuve 11 años. Durante mi dirección al frente del Hospital Maciel tuve propuestas para hacer otras cosas, pero me quedé ocho años construyendo un equipo. Los cambios requieren tiempos, sobre todo cuando te planteás hacer cambios culturales.
—En sus discursos y entrevistas plantea objetivos que parecen ir más allá de las potestades de un intendente, se parecen más a las de un presidente.
—El problema es que llegamos a una situación en la que la ciudad todavía está sucia y queremos resolver eso comprando más camiones y más contenedores. Y por ahí no va. Cada camión de los que compramos hoy está por encima de los US$ 350.000, el precio de un tomógrafo. Se necesitan 25 camiones. Son 25 tomógrafos que recorren la ciudad. El tomógrafo del Maciel lleva 20 años de uso, mientras que un camión tiene dos años de uso. El costo que nos está llevando limpiar la ciudad tiene que hacer que nosotros busquemos soluciones por otro lado. Eso implica cambiar la cultura, lo que yo le llamo la actitud Montevideo, que es centrar en el ciudadano las propuestas pero involucrarlo en la solución. La clasificación domiciliaria es un cambio cultural.
—Pero debe estar acompañado de políticas...
—El 70% es responsabilidad de la intendencia.
—Porque se ha escuchado a intendentes del Frente Amplio hablar de la importancia del reciclaje, y en los últimos años hubo proyectos que quedaron en la nada.
—A eso yo le llamo cuando el discurso no llega hasta el final. Cuando no monitorizás el cambio hasta el final. Y llevar el cambio hasta el final es microgestión. Si hacés toda una inversión brutal, vamos con las bolsas naranjas a separar, pero si no seguís hasta el final no lo vas a lograr. Para que los cambios se den, desde la dirección debe dirigirse hasta el final. Esto es lo que nos falló con la clasificación. Y para gestionar el cambio tenés que pensar en muchos años. No podés pensar que es solamente hacer los circuitos. No, no, no. Es ir hasta el final con las cosas. Por eso me escuchás hablar de cosas más complejas. Cuando pensamos en movilidad también tiene que darse un cambio cultural. ¿Cómo logramos que los montevideanos dejen de usar el auto? El auto ya no es la solución. Es un problema para la movilidad, y no lo va a resolver el auto eléctrico, porque el problema es toda la infraestructura que debe construirse desde las avenidas, el ensanche de las calles y más estacionamientos. ¿Cómo logramos que se use el transporte colectivo? Hoy el transporte colectivo tiene problemas. Y eso no es un cambio solo tecnológico o de inversión, sino que es un cambio también en la cabeza de los montevideanos. Tenemos que poder aceptar que tengas que dejar el auto a unas cuadras de tu casa porque estás ayudando a construir un barrio diferente. Cuando nos propusimos lo del tabaco, logramos cosas que los europeos no lograron.
'Montevideo necesita un intendente que esté dispuesto para los cambios que hay que dar, a ser un intendente solo para la intendencia, que no esté pensando en la presidencia, durante cinco años mínimo, y si es posible 10. Yo tomé las decisiones para eso. Si me eligen voy a estar cinco años para esto'.
—Con el tabaco, el cambio se acompañó de sanciones y prohibiciones.
—Sí, todo eso tiene que estar en un cambio cultural. Pero sobre todo hay que cuidar el relato. La construcción colectiva del relato y la incorporación de la gente en ese relato. No era solo el presidente hablando de salud. Eran las organizaciones médicas, todo el sistema de salud, era la incorporación de la prensa a favor de ese cambio. Todo eso sumado logró el cambio que hicimos. Cuando hablemos de construir la mejor capital de Latinoamérica tiene que ser entre todos.
—¿Cómo se baja a tierra el cambio cultural? En transporte usted se reunió con Cutcsa...
—Me reuní con Cutcsa y me reuní con otras empresas. Me reuní con gente que tiene propuestas para el transporte y que si nosotros queremos cambiar el transporte colectivo nos vamos a tener que juntar todos. No hay una solución para el transporte colectivo apostando solamente a mejorar lo que tenemos hoy. Tiene que haber un transporte mucho más rápido, mucho más ecológico, que respete el ambiente. Y que en el transporte colectivo no te lleve el doble del tiempo llegar de un lugar a otro. Estoy abierto a cualquier propuesta de transporte colectivo, pero con el objetivo de que sea más rápido, más seguro, ecológico y que pueda ser incluso más económico. Hay propuestas muy interesantes para el cruce de la bahía, hay empresarios con proyectos avanzados, de que en 15 minutos estés del lado del Cerro. Levantar el Cerro y levantar el sector oeste de la ciudad como una opción para los montevideanos. Todo eso se basa en que haya un transporte público más rápido, más moderno. Me gusta ver soluciones como las de Curitiba o Ámsterdam, multimodales, donde la bicicleta entre dentro de la ecuación donde el primer y el último kilómetro lo puedas hacer. Y la posibilidad de utilizar el tren que vamos a tener próximamente para aumentar esta velocidad e incluir la bicicleta a las soluciones vinculadas al tren. Vuelvo a insistir, es un tema de cómo miramos las cosas.
Información Nacional
2020-03-05T00:00:00
2020-03-05T00:00:00