Violencia y salud mental

Violencia y salud mental

La columna de Ana Balsa

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Nº 2219 - 30 de Marzo al 12 de Abril de 2023

En las últimas semanas se produjeron varios hechos de violencia en distintos centros educativos uruguayos. En Las Piedras se produjo un enfrentamiento a golpes entre grupos de estudiantes, que terminó luego en un espacio público. En un liceo de Punta de Rieles, tres adultos ingresaron en forma violenta al liceo para agredir a una alumna, embistiendo en el camino a trabajadores del centro educativo. En el Prado, se registraron peleas a la salida de dos centros educativos, mientras que en el Barrio Sur un estudiante agredió a una compañera con un objeto punzante. En el Cordón, una pelea que comenzó en un centro educativo se trasladó a otro cercano y a un local de comidas, y fue seguido en los días siguientes por amenazas a través de WhatsApp. También se registraron otras denuncias de violencia estudiantil en Mercedes, Fray Bentos y otras localidades del país.

Esta violencia es la punta del iceberg de una problemática de salud mental severa que afecta a muchos de nuestros jóvenes, y que, a su vez, se entrelaza con las reglas de convivencia, las oportunidades, los vínculos y el sentido de propósito y confianza en el futuro que los adolescentes experimentan hoy en día en nuestro país.

Empiezo en esta columna por referirme al problema de la salud mental y en la próxima me enfocaré en el rol del sistema educativo. En Uruguay tenemos pocas estadísticas que midan en forma sistemática la salud mental de la población. Pero las pocas que tenemos señalan que el problema es significativo y que se viene arrastrando desde hace décadas. La tasa de mortalidad por suicidios en Uruguay es de 21 cada 100.000 habitantes, frente a ocho en Argentina, 10 en Chile o 14 en Finlandia, y aproximándose a los niveles de Rusia, Zimbabue o Corea, que enfrentan las tasas más altas del mundo. La tendencia, además, viene en ascenso: las muertes por suicidios pasaron de 15 cada 100.000 en 2001 a 21 cada 100.000 20 años después. Algo más de la cuarta parte de estas muertes corresponde a adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años.

El aumento en los problemas de salud mental en este grupo etario se observa desde antes de la pandemia. Un trabajo de Unicef, basado en el análisis de las Encuestas Nacionales de Adolescencia y Juventud (ENAJ) muestra que el porcentaje de adolescentes y jóvenes que reportaron sentirse “tan tristes que tuvieron que dejar de hacer sus actividades habituales” aumentó de 10% en 2013 a 14% en 2018. Las respuestas afirmativas a esta aseveración fueron más altas entre los que provenían de quintiles de ingresos más bajos, en jóvenes entre 18 y 29 años que manifestaron problemas con la situación económica y el trabajo, y en los que reportaron ser o haber sido víctimas de violencia, bullying o discriminación.

Varias investigaciones señalan a las redes sociales como un factor que viene profundizado los problemas de salud mental en niños, adolescentes y jóvenes. Un estudio recientemente publicado en American Economic Review analiza cómo fue cambiando la salud mental de los estudiantes universitarios a medida que Facebook se fue instalando en las comunidades educativas de Estados Unidos. Encuentra que la expansión de la red social aumentó los síntomas de enfermedades de salud mental, en particular de la depresión, y provocó mayores problemas académicos. El estudio sugiere que los resultados se deben a que Facebook promueve las comparaciones sociales desfavorables. El impacto es más fuerte en estudiantes con menores niveles de inclusión social y en aquellos de menor nivel socioeconómico. Los autores también demuestran que la introducción de Facebook produjo cambios importantes en las creencias de los estudiantes sobre las vidas sociales y comportamientos de sus pares. Otros estudios, que analizan qué pasa cuando se incentiva a las personas a reducir el tiempo en las redes sociales, encuentran que una mayor exposición a las redes reduce el bienestar autorreportado e incluso causa adicción digital.

La pandemia del Covid-19 no hizo sino agravar la situación. El fenómeno no es exclusivo de nuestro país, sino que mantiene en alerta a muchos gobiernos del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, el cirujano general de ese país declaró en 2022 una Crisis Nacional de Salud Mental. Durante la pandemia, niños, adolescentes y jóvenes se vieron fuertemente afectados por el aislamiento social, los rezagos educativos, las dificultades económicas, las pérdidas de familiares y amigos, y situaciones de violencia en el hogar. También durante la pandemia se exacerbó el uso de las redes sociales. La literatura académica muestra evidencia contundente del deterioro generalizado que produjo la pandemia en la salud mental de niños y adolescentes: la mayoría de las investigaciones exponen aumentos en la depresión, ansiedad y trastornos psicológicos. Una serie de encuestas realizadas por Pew Research Center para los Estados Unidos encontró que entre mayo de 2020 y setiembre de 2022, 58% de las personas de entre 18 y 29 años sufrió al menos una vez trastornos psicológicos serios, incluyendo ansiedad, depresión y problemas para dormir.

Si bien en Uruguay no existen estadísticas representativas de la salud mental de la población (salvo los datos más duros de mortalidad por suicidios), la evidencia anecdótica proveniente de profesionales de la salud apunta también a un empeoramiento de la situación. Considerando las consecuencias que la salud mental tiene en los ámbitos educativo y laboral, en términos de bienestar, problemas con la ley, costos de salud, convivencia y uso de apoyos estatales, resulta clave medir mejor para entender la dimensión del problema y buscar soluciones adecuadas. Para esto, un paso fundamental es reconocer la importancia de la salud mental y ponerla en la agenda pública, al mismo nivel que la salud física. En una próxima nota, me referiré al rol fundamental del sistema educativo en la prevención y atención de la problemática, a partir del ofrecimiento de ámbitos de socialización adecuados, sistemas de contención, estimulación de los vínculos positivos, construcción de oportunidades y sentido de propósito e integración social.

Braghieri, Luca, Ro’ee Levy, and Alexey Makarin. “Social media and mental health”. American Economic Review 112.11 (2022): 3660-3693.

Kauhanen, Laura, et al. “A systematic review of the mental health changes of children and young people before and during the COVID-19 pandemic”. European child & adolescent psychiatry (2022): 1-19.

Samji, Hasina, et al. “Mental health impacts of the COVID-19 pandemic on children and youth–a systematic review”. Child and adolescent mental health 27.2 (2022): 173-189.

Pew Research (2022). At least four-in-ten U.S. adults have faced high levels of psychological distress during COVID-19 pandemic