¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
$ Al año*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
$ por 3 meses*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
stopper description + stopper description

Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

Suscribite a Búsqueda
DESDE

UYU

299

/mes*

* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

El smartphone que cambió el mundo cumple 18 años

Presentado en sociedad el 9 de enero de 2007, significó un cambio en la manera en que las personas se relacionan con la tecnología, para bien y para mal

Solo Steve Jobs sabía ese 9 de enero de 2007 que la vida cotidiana estaba por cambiar. El entonces consejero delegado de Apple, la empresa que él mismo había fundado, anunciaba al mundo el nacimiento del iPhone. Fue en San Francisco, durante una conferencia Macworld. “Esto va a reinventar el teléfono”, dijo, ufano. Se quedó corto: reinventó el mundo.

Se ha dicho que el primer iPhone es el primer smartphone, que en estos días cumple la mayoría de edad. En rigor, esto no es así. El primer artefacto que combinó telefonía móvil con funciones de una computadora de bolsillo, como los correos electrónicos, data de 1992 y era obra del gigante IBM. Para la época de este anuncio, por caso, reinaba Blackberry, un aparato de origen canadiense que tenía navegación web, permitía redes sociales y se caracterizaba por su color negro y su teclado físico y completo.

Sin embargo, nada fue igual luego de este anuncio.

El iPhone tenía una pantalla muy grande que incluía la novedad de un teclado táctil que suplía a casi todos los botones (hasta la versión X de 2017 había un único botón frontal que permitía volver a la pantalla de inicio). Esa pantalla además viraba en sentidos horizontal y vertical según rotaran sus 11,5 centímetros de alto y 6,1 de ancho. Tenía una cámara de fotos de dos megapíxeles, un reproductor de música basado en iTunes (faltaba más) y un software para intercambiar mensajes de texto y voz dos años antes de que apareciera el WhatsApp. Por supuesto, la capacidad de navegar por la web era mejor que todo lo conocido en celulares. No en vano se había trabajado en él durante más de dos años.

De acuerdo con el portal para inversionistas AltIndex, entre 2014 y 2024 se vendieron 14.000 millones de teléfonos móviles inteligentes; en el mundo hay unos 8.000 millones de personas.

Claro que una cosa eran las certezas de Jobs y otra cosa eran las incógnitas que podía generar la respuesta de la gente. Un libro sobre el auge y la caída de Blackberry escrito por los periodistas Sean Silcoff y Jacquie McNish dice que Mike Lazaridis, el mandamás de la firma canadiense, recibió la novedad de Apple con una mezcla de incredulidad y desdén. Su producto era seguro, confiable, y dominaba buena parte de la torta del mercado (entre el 20% y el 45%, según la región). Lo de Jobs parecía inentendible: ¿un celular que se basaba en lo intuitivo, en la “experiencia del usuario”?, ¿acceso ilimitado a redes?, ¿capacidad de sumar cada vez más aplicaciones?, ¿que la unidad del gasto esté en datos y no en minutos?

Imposible. Cierto es además que los primeros iPhones se centraban en el público de Estados Unidos, que sus 499 dólares de precio no lo hacían accesible a las grandes masas, que solo funcionaban con la telefónica AT&T, que sus baterías duraban hasta ocho horas y que las redes existentes al momento no soportarían una gran concentración de estos aparatos. No, esto no iba a funcionar, pensó. En Blackberry cometieron entonces algo bastante desaconsejado en materia tecnológica: subestimaron, no innovaron, fueron conservadores. Y eso que hubo avisos: la revista Time llamó al iPhone el “invento del año” 2007.

Hace tres años que los Blackberry no se construyen más. El iPhone, que pronto popularizaría su propio sistema operativo iOS, ya inserto en la tecnología 5G, va por su versión 16 y contando, con el 27,16% del mercado de celulares en el bolsillo, según datos de junio de 2024. No está solo. Ahora tiene sus pares en Samsung (23,72%, su principal competidor), Xiaomi (11,92%), Huawei, Oppo, Realme, Motorola y Vivo, la gran mayoría de ellos con el sistema Android. En la década de 2010, los smartphones superaron en ventas a los celulares convencionales. De acuerdo con el portal para inversionistas AltIndex, entre 2014 y 2024 se vendieron 14.000 millones de teléfonos móviles inteligentes; en el mundo hay unos 8.000 millones de personas.

Los clientes aceptaron la idea de que cada celular es propio y no de la compañía que lo fabrica. Cada uno le da su uso, utiliza las aplicaciones que desea tener. Es tener una computadora en el bolsillo. Es tener la vida en el bolsillo.

Y la vida a veces se puede complicar.

iphone.jpg

Listón muy alto

La aparición del iPhone marcó la vida de las personas a todo nivel. El psicólogo Roberto Balaguer, investigador de la cultura digital y una de las primeras personas en Uruguay en analizar el impacto de la tecnología en la gente, subraya lo removedor que fue la “experiencia del usuario”. Como consecuencia inmediata, “puso un listón muy alto en lo que la gente espera de la tecnología: tener experiencias fluidas con ella”, dice a Galería.

Y tan alto llevó esa experiencia del usuario que resultó mucho más intuitivo que racional. “Se puede decir que desde entonces el que piensa pierde. Si es fluido e intuitivo, el vínculo (con la tecnología) es satisfactorio, gratificante, amigable. Si hay que pensar, es frustrante, te quita lo inmersivo”, agrega Balaguer. De hecho, resalta que en el producto original solo había un botón físico, que permitía al usuario volver al principio. La pantalla táctil además le daba una elegancia de la que carecían sus competidores.

A su criterio, Jobs —fallecido en 2011— y el iPhone fueron “los gestores de un espacio simbólico” que otros desarrolladores aprovecharon creando aplicaciones que revolucionaron la forma de interactuar con la información, con las personas, con la cultura, con todo. Desde un teléfono celular hoy se trabaja, se busca trabajo, se interactúa con la gente, se difunde información, se busca información, se accede a toda la industria musical y audiovisual, se consigue pareja, se consigue amante, se pide comida, se averigua el horario y el recorrido de los ómnibus, se hace una transacción bancaria, se cambia un electrodoméstico, se stalkea gente, se filma y se sacan fotos. Hay gente que parece más preocupada en filmar el recital, la exposición o el paisaje que tiene ante sus ojos que disfrutarlo. Según las estadísticas de WhatsApp, por ese servicio de mensajería se enviaban 100.000 millones de mensajes por día en 2023. Ah, también se pueden hacer llamadas telefónicas, embrionaria utilidad de los móviles.

Se puede decir que con los smartphones pasa algo similar a los martillos, a los cuchillos o a los opiáceos: el problema no son ellos, sino el uso que se les dé.

Se suele decir que con los smartphones, y más con ese smartphone “a medida” surgido a partir del iPhone, las personas están “conectadas por defecto”. Para Balaguer, eso se debe a la posibilidad de hacer más cosas con una computadora lo suficientemente chica para llevarse en el bolsillo pero tan potente como cualquier ordenador personal. “Pero la conexión no se da tanto por el teléfono móvil en sí sino por los algoritmos”, precisa. Esta es una consecuencia de la hiperconexión: los algoritmos son un conjunto de reglas y procedimientos matemáticos que recopilan la mayor cantidad de información posible de un usuario de redes sociales, enviándole contenido específico, adaptado a sus preferencias, con el objetivo de que permanezca online el mayor tiempo posible.

AFP__20241228__HL_EBRONCARD_2616813__v1__HighRes__FranceArtCapturedOnSmartphones.jpg
La vida cotidiana hoy pasa a través de los teléfonos celulares

La vida cotidiana hoy pasa a través de los teléfonos celulares

Se puede decir que con los smartphones pasa algo similar a los martillos, a los cuchillos o a los opiáceos: el problema no son ellos, sino el uso que se les dé. Al haber tanta información, tantas aplicaciones, tantas posibilidades en los celulares, es demasiada la sensación de amparo que estos aparatos brindan. Mucha gente siente verdadera indefensión si sale a la calle sin él. Incluso proliferaron nuevas patologías: tex neck (sobrecarga en la columna vertebral por mucho inclinar el cuello hacia la pantalla), síndrome del túnel carpiano (por el uso de los dedos pulgares para chatear), más casos de daño visual por las luces LED, que a su vez inducen al insomnio, ringanxiety o vibranxiety (sentir que el teléfono suena o que te vibra en el bolsillo cuando eso no ocurre), o el llamado FOMO (sigla en inglés de miedo a perderse algo), en momentos en que, si hay algo a la mano, es abundancia de información. Esta información, para peor, no siempre es veraz: no en vano la proliferación de fake news, que incluso tuvo repercusiones electorales en el mundo, con Brasil y Estados Unidos como casos paradigmáticos, es un fenómeno que, si bien no es inédito, ha alcanzado alturas muy peligrosas. Parafraseando a Umberto Eco, las “legiones de idiotas” ya no están confinadas —inofensivas, ebrias— al mostrador de un bar.

El primer celular móvil disponible comercialmente fue el DynaTAC 8000X, de Motorola, en 1983. Era un ladrillo: pesaba casi un kilo, tenía 33 centímetros de altura, nueve de fondo y cuatro de ancho.

¿Les cabe a estos aparatos —y, por ende, al modelo que en estos días cumple la mayoría de edad— la responsabilidad en esto? “Sí y no”, responde Balaguer. “Yo diría que los smartphones son precursores del problema, pero lo que realmente juega en estos casos es la psicología de los usuarios y los respectivos algoritmos. Yo atribuiría lo que pasa a factores comportamentales”.

El experto tiene la misma respuesta para la pregunta del millón: ¿es posible vivir sin un teléfono celular inteligente? “Sí y no”. Hoy por hoy, los descendientes del primer iPhone prácticamente diseñan el día a día de las personas. “Poder se puede, pero va a ser muy difícil”, agrega. No son muchos los que se han animado a intentarlo. Por las dudas, hay aplicaciones para telefonía móvil pensadas, justamente, para usarlo (un poco) menos: Quality Time, Your Hour, Checky, Forest, Quantum o Antisocial.

Uruguay: de 14.000 a más de 4,5 millones

El primer celular móvil disponible comercialmente fue el DynaTAC 8000X, de Motorola, en 1983. Era un ladrillo: pesaba casi un kilo, tenía 33 centímetros de altura, nueve de fondo y cuatro de ancho. Demoraba 10 horas en cargarse y su autonomía, en la calle, era solo de una. Su precio a la venta al público era de casi 4.000 dólares. Estaba pensado para empresarios. Tenerlo era un símbolo de estatus.

Celular
Celular

Celular

Lo mismo pasaba en Uruguay en 1991, cuando la telefonía celular llegó al país. Como suele pasar por estos lares, hubo resistencia a tamaño avance. La publicista Patricia Lussich, entonces en la agencia McCann, que participó en el lanzamiento de BellSouth en el país, dijo en un artículo publicado en el Almanaque 2021 del Banco de Seguros del Estado que los empresarios locales (que componían la mayor parte del público objetivo) no le encontraban ningún sentido a tener un artilugio de esos. “Tengo teléfono en casa y tengo teléfono en la oficina, ¿para qué más?”, era el razonamiento típico. Eran también tiempos en que el traslado de un lugar a otro era mucho más fluido, porque el parque automotor era notoriamente menor. Ese mismo artículo indicaba que cuando Antel quiso entrar en el mundo de la telefonía celular, en 1994 (Movistar, entonces Movicom, fue el primero a escala nacional), “un estudio de mercado le dijo que en Uruguay había un potencial de 14.000 clientes”.

A junio de 2024, de acuerdo con el informe de mercado de la Ursec (Unidad Reguladora de Servicios de Comunicación), en el país hay 4.781.346 servicios de telefonía móvil. Como en el mundo, hay más celulares que gente.