Los integrantes del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP —máximo órgano de decisión en materia educativa—, hasta ahora solo han abordado “informalmente” los problemas derivados del uso inadecuado de los dispositivos digitales en general —sean teléfonos celulares, computadoras portátiles o tablets— por las distracciones que generan en clase. Varios consejeros plantean avanzar hacia “una educación digital responsable”, solución que pasa por enseñar a los estudiantes a hacer un uso “adecuado” y “moderado” de las pantallas.
La presidenta del Codicen, Virgina Cáceres, ve necesario debatir el asunto y adelanta su posición. “No creo en la prohibición como método”, dijo a Búsqueda. Más allá de esa posición, aclaró que entiende que “es un tema que hay que abordar porque está generando problemas a la hora de mantener la atención dentro de las aulas”.
El tiempo medio que tarda un alumno en recuperar la atención durante una lección después de recibir una notificación en el celular ronda los 20 minutos, según el último GEM 2023 de la Unesco sobre educación y tecnología, que revisa las políticas educativas de 211 países. El impacto del uso personal del celular en el rendimiento académico y su mal uso —como hacer bullying a un compañero— llevó a uno de cada cuatro países a aprobar leyes o decretos para prohibir su utilización en las aulas, indica la Unesco en su informe Tecnología en la educación: ¿una herramienta en los términos de quién?
Uruguay parece ir por el camino del medio. “No se puede prohibir ni liberar totalmente, sino dependiendo de qué manera se incorporen (las tecnologías) a la tarea educativa que se esté haciendo”, resume a Búsqueda el consejero político del Codicen, Juan Gabito. El criterio es que esto lo regula cada subsistema por su lado y cada maestro o profesor, lo admita o no, resuelve su uso como herramienta didáctica”, explica.
La investigación internacional sobre los impactos de la prohibición de celulares en resultados académicos es muy escasa, casi nula para educación primaria y secundaria, según el maestro Pablo Caggiani, integrante de la comisión directiva del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), que viene siguiendo la discusión en Europa. “Hay mucho prejuicio y sentido común más que de una discusión basada en evidencia”, dijo a Búsqueda el exconsejero docente del Codicen. A esa complejidad se le suma un elemento más: al mismo tiempo que falta evidencia, la tecnología evoluciona a un ritmo mayor del que es posible evaluar.
Los alumnos no necesitan llevar celulares a la escuela, salvo que se autorice por razones específicas relacionadas con la salud u otras circunstancias personales o familiares debidamente justificadas, entiende Héctor Florit, también maestro y exconsejero de educación inicial y primaria. “Lo razonable es que los celulares estén apagados en clase y que se recomiende a los padres que no se lleven a la escuela. Pero no prohibirlo, ya que puede haber circunstancias que lo ameriten”, sostuvo.
Los docentes reconocen que en los centros educativos ya está instalado el uso de las pantallas. “Hoy no es posible pensar en nuestras aulas sin dispositivos móviles, porque el mundo está híper conectado y la gran mayoría de estudiantes están expuestos al uso de telefonía y diversos dispositivos desde muy pequeños”, contó a Búsqueda el maestro Joaquín Mateauda, que da clases en el barrio Marconi y es director de Primaria en un colegio privado en el centro de Montevideo. Este docente, de 29 años, dice que suele establecer un “contrato pedagógico” con sus alumnos y familiares sobre el uso de los celulares en las clases y los límites en el centro de estudio.
“Promuevo el uso de los celulares en las aulas como una herramienta más, para buscar información, tomar fotografías, diseñar presentaciones, editar videos, programar, utilizar el GPS…”, detalla, y evoca que hasta la irrupción de la pandemia, en 2020, el uso de la tecnología en las aulas estaba presente de forma incipiente, que era “un gran debe” del sistema. Con la emergencia sanitaria, dice, “las estrategias necesariamente cambiaron” para no perder el vínculo educativo y Uruguay se consolidó como “país de referencia mundial, por el desarrollo de Ceibal”.
Desde Ceibal indican que la lectura en pantalla afecta la atención y la memoria de trabajo, pero también fomenta la lectura y es parte de la pretendida alfabetización digital y de la democratización del acceso, según explicó a El Observador la investigadora en Ciencias Cognitivas Eleonora Achugar, quien además coordina el área de Lengua en Ceibal. Leandro Folgar, presidente de Ceibal, destaca que, a través de ese centro de innovación educativa con teconologías, estudiantes y docentes tuvieron acceso a entornos virtuales de enseñanza y aprendizaje, plataformas de matemática, una biblioteca digital nacional, capacitación y apoyo.
Varios docentes proponen restringir “en ciertos casos” el uso del celular en centros educativos, tanto de primaria como de secundaria, aunque con diferente intensidad. Hay “abundantes” estudios que indican que la presencia de los celulares en clase “interfiere” en la capacidad de concentración y afecta al rendimiento de los alumnos, señaló Julián Mazzoni, consejero docente en el Codicen, en diálogo con Búsqueda. No obstante, hizo énfasis en que la medida de regular el uso de celulares en ámbitos educativos debe contar con “criterios básicos comunes” analizados y acordados “colectivamente” por los profesores.
“El problema es que una vez que se habilita el uso, los gurises lo pueden usar para cualquier cosa: trabajar en clase o chatear con amigos”, subrayó. En Primaria se trabaja muy bien con las ceibalitas y no se utilizan tanto los celulares, pero ya en Secundaria es distinto y en Bachillerato usan más los celulares porque todos tienen y en general lo saben manejar mejor que los profesores”, cuenta con base en su experiencia.
“La tecnología es necesaria pero trae problemas atencionales importantes, inclusive por una mayor injerencia de los padres, por los sistemas más sofisticados de copia o plagio y también porque hay habilidades personales que no se logran sin la práctica, sobre todo en la enseñanza de las matemáticas”, dice.
Los profesores de educación media comparten, en general, que los dispositivos solo se utilicen en clase cuando así lo establezca el profesor porque su proyecto pedagógico lo requiere. “El celular es un recurso casi imprescindible a menos que tengamos la certeza de que todos los chiquilines cuenten con un dispositivo alternativo”, asegura una profesora de Historia con experiencia en centros públicos y privados que pidió reserva de su nombre. Explica que “el acceso a la información hoy es a través del dispositivo digital y ya casi nadie gasta en libros de texto o en fotocopias”, porque todo está en recurso virtual o en la web.
Híper exposición e inclusión social
A falta de una normativa común varios centros educativos han decidido por su cuenta poner determinados límites al uso del celular, particularmente en el sector privado de la educación. Hay lugares donde la prohibición es total y los estudiantes dejan el celular en su casa, en la mochila y hasta en cajas o taquillas, comentan varios directores de colegios, uno de ellos pionero en prohibir la presencia de los teléfonos en sus instalaciones.
También abundan las instituciones que habilitan su uso en clase para tareas académicas y lo restringen durante los recreos para fomentar la socialización.
Como magíster en Inclusión-Exclusión Social y Educativa, doctorando en Educación por la Universidad de Murcia, España, Mateauda plantea que la tecnología aporta a la inclusión educativa, pero advierte sobre “la necesidad de revisar la hiper exposición de niñas y niños a la tecnología, que se produce en una edad más temprana”.
En esa línea, la Academia Americana de Pediatría recomendó evitar la presencia de dispositivos digitales hasta los 18 meses de edad e ir incorporándolos de manera paulatina. Mientras que la ONG Save The Children también divulgó datos sobre la edad cada vez más temprana en que niños y adolescentes empezaban a ver pornografía en los dispositivos digitales.
El debate sobre prohibir el uso de los celulares en las aulas tiene sentido porque afecta al rendimiento de los alumnos, pero debe hacerse sin prejuicios ni polarizaciones, opina Mateuauda, que también milita en la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM). Comprende que los teléfonos inteligentes tienen efectos “contradictorios” y de ahí deriva la complejidad de su regulación y la necesidad de un debate pedagógico, en el que considera “imprescindible” la participación de los docentes, las ATD y de la comunidad educativa.
Para la actual secretaria general de la FUM, Elbia Pereira, este asunto no es prioridad en el ámbito sindical docente. “Este no es un tema prioritario para los docentes, porque su uso en clase no está extendido —ni generalizado su eventual perjuicio— al menos en Primaria. Si esto se diera así, pienso que se debería debatir lo más ampliamente posible, escuchando a todas las voces”, dijo a Búsqueda la también secretaria general de la central obrera PIT-CNT.
Uruguay recién se suma al debate, insiste la titular del Codicen. Cáceres subraya que el Consejo como tal, “no discutió aún el asunto”, por lo cual no hay una posición definida. “No hay reglamentación sobre el tema y el criterio es que lo regula cada subsistema y cada docente emplea su uso como herramienta didáctica”, dijo. En los fundamentos de la transformación curricular en curso, la ANEP justifica la formación tecnológica en la necesidad de prepararse para los desafíos del mundo contemporáneo y suma a la llamada “ciudadanía digital” entre las diez competencias básicas.
Información Nacional
2024-01-31T21:46:00
2024-01-31T21:46:00