¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
$ Al año*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
$ por 3 meses*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
stopper description + stopper description

Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

Suscribite a Búsqueda
DESDE

UYU

299

/mes*

* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

Noelia Campo y su hijo, Valentín Ibarburu, tienen un vínculo de confianza que construyen con charlas y bailes

Noelia Campo y Valentín se conectan a través de la música, el baile, las charlas, los límites, mientras ella no para de actuar y él se lanza como cantante de trap con el nombre Valuto

Para la actriz y comunicadora uruguaya Noelia Campo, su hijo, Valentín­ Ibarburu, pasó de ser niño a adolescente cuando comenzó a mentirle. Mentiras pícaras, inocentes, que se iba a dormir a la casa de un amigo y en realidad se iba a lo de otro. Para Valentín­, a sus 17 años, la adolescencia es la “mejor etapa” de su vida. “Hay gente que dice que la adolescencia es un momento en el que sabés algo que los niños no y que los adultos olvidan. Está bueno”, dijo a Galería.

Hijo también del guitarrista y cantante Nicolás­ Ibarburu, Valentín siempre soñó con “ser famoso”. De niño no le importaba cómo. Podía ser actor, cantante, cualquier cosa. Criado en un hogar en el que la música era una integrante más de la familia, ocurrió lo que era esperable: eligió el camino de la música. Hoy, bajo el nombre artístico Valuto, compone e interpreta sus propias canciones en el género trap. Ya ha pisado escenarios argentinos y el jueves 7 de agosto, el día de su cumpleaños número 18, dará su primer show en Uruguay, en Magnolio Sala.

A él no le molesta que lo conozcan como “hijo de”, siempre que no lo hagan “de forma destructiva” o “desde un lugar negativo”. Sin embargo, la decisión de no usar el apellido Ibarburu y crearse un seudónimo tuvo que ver con tratar de “buscar” su “yo”, con independencia de sus padres.

La música está presente en la vida de Valentín más allá de su naciente carrera artística. Entre las charlas que tienen con su madre en almuerzos o momentos en los que se encuentran en medio de sus cargadas rutinas, a veces les gusta escuchar música y ponerse a bailar. Lo hacen desde que él era un niño: la mesa ratona que usaba de escenario todavía está en el centro del living.

Es evidente que la confianza es el ingrediente principal del vínculo entre Noelia y Valentín. Ella con sus intenciones de madre estricta y severa, pero dispuesta a jugar la “pulseada” que su hijo adolescente le suele plantear ante varias negativas. Él, cada vez más independiente y rebelde, se sincera y agradece la disciplina que su madre le inculcó. Alegres, divertidos y compinches, abrieron las puertas de su casa a Galería y compartieron parte de su vida.

ADR_0146.jpg

Noelia, ¿ser mamá fue algo que siempre quisiste?

N.: Siempre fui recontra-Susanita, siempre me imaginé con familia, hijos. Lo que sí puedo decir es que fui mamá cuando quise. Y por suerte fue combinado con el papá de Valen. Los dos dijimos “este es el momento”, empezamos a buscar y nos llevó seis o siete meses.

¿En qué momento empezaste a darte cuenta de que tu hijo estaba dejando de ser un niño y se estaba convirtiendo en un adolescente?

(Se miran y se ríen)

N.: Ya lo sabemos los dos. Fue la primera mentira que descubrí.

V.: Lo que pasa es que como descubrió la primera mentira... Ella estaba bastante loca. La amamos.

N.: (Se ríe) ¿Por qué estoy loca?

V.: No, no tanto, pero ella cuando descubre una mentira deja el alma hasta descubrir todas.

¿Se puede contar cuál fue esa primera mentira?

V.: Contala vos.

N.: Sí, obvio. Él tenía 14 años y a mí me gustaba, si iba a dormir a la casa de alguien, conocer a la familia o, por lo menos saber quiénes eran los padres. Una noche, él me dijo que se iba a dormir a lo de Juanma, un amigo que yo conocía y con quien ya se había quedado algunas veces a dormir en su casa. Estaban con Juanma acá en casa y a él lo llama la madre y él dice “no, todavía no llegamos a lo de Fefo”.

V.: ¡Cómo la cagó! ¡Es tan inteligente él!

N.: Entonces ahí dije “mmmm, estos chicos no van a la casa de Juanma”, porque si no, no le habría dicho a la madre “todavía no llegamos a lo de Fefo”. Entonces, después, cuando cortó la llamada, Juanma se dio cuenta y me empezó a decir “no, porque yo le había dicho a mi madre que primero iba a pasar por lo de Fefo antes de ir para casa”. Me dio mucha explicación. Ahí lo llevé a Valentín al cuarto y le pregunté “¿vos dónde te quedás a dormir?”. Y él me decía “en lo de Juanma, mamá, en lo de Juanma”. “Mirame a los ojos y decime dónde te quedás a dormir”, le repetí. “En lo de Juanma, mamá, en lo de Juanma”, repetía. Y yo pensé “OK”. Le creí porque me miró a los ojos, pero ya había aprendido a mentir mirando a los ojos este muchacho. Le dije “yo los llevo”. Y él: “no, no, no pasa nada”. “Yo los llevo”, insistí. Eran las 8 de la noche y los llevé a la casa de Juanma. Cuando llegué le pregunté si estaban sus padres y me dijo que no. Esperé a que subieran a la casa y le escribí al padre. Me contestó “sí, sí, duermen en casa”. Ahí yo me acordé de que el padre de Juanma era amigo de un amigo mío, y entonces chequeé a ver si el teléfono que yo tenía era el del padre de Juanma o era un teléfono que ellos tenían. Porque claro, yo ya venía sospechando. Además, por como escribía, un adulto no escribe así en WhatsApp.

V.: Ahí no había ChatGPT, no le podíamos pedir que escribiera como un padre.

N.: Y ahí le dije a mi amigo “¿no me pasás el teléfono de fulanito?”. Y me lo pasó. Corroboré y no era el mismo teléfono. Entonces llamé al teléfono que me pasó mi amigo y le dije “hola, habla la madre de Valentín, ¿estás en tu casa?”. Y me dijo que sí. Le pregunté “¿los chiquilines están ahí?”. Y me dijo “no, no, se quedaban a dormir en lo de Fefo”. “OK, perfecto, porque Valentín me dijo que se quedaban en tu casa”, le dije yo. Ahí llamé a Valentín y le pregunté “¿dónde estás?”. Y me dijo “en lo de Juanma”. Le contesté: “no estás en lo de Juanma porque acabo de hablar con su padre”. Entonces, me dijo “bueno, estoy en lo de Fefo...”. Y le dije “salís ya a la puerta que te paso a buscar”.

V.: La cosa es que, al otro día, estábamos acá y yo ya sabía que no me iba a mover de esta casa por un buen tiempo. Y mi madre me dice “¡dame el celular!”. Y yo pensé que me lo iba a sacar, como siempre, y más nada. Pero me dice “dame la clave”. Y yo pensé “¡uh!”. Y ahí descubrió otro montón de cosas más.

N.: Ahí dije “¡tengo un hijo adolescente! ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?!” (risas). Pero, a partir de ahí, más allá de mentiras o que se rateara o lo que sea, hemos logrado que me cuente bastantes cosas.

V.: En todo lo que no es liceo, no te miento.

N.: Yo me adapté, y él también entendió que algunas cosas no estaban tan buenas. Él aceptó hablar algunas cosas conmigo.

ADR_0122.jpg

Como madre, ¿te cuesta poner límites?

V.: No, al contrario.

N.: ¡No! ¡Para nada! Yo soy bastante de poner límites. Igualmente, él es de insistir con correr los límites. La pulseada es importante, es fuerte. Aparte te argumenta.

¿Es una pulseada que en general termina ganando Valentín, o ganás vos?

N.: En general llegamos a un acuerdo.

V.: Lo que pasa es que, si no hay razón por la cual no puedo hacer algo, lo hago. Y si hay una razón y me la gana, ya está. Pero es una relación muy sincera, sacando la parte del liceo.

¿La música tuvo siempre un rol importante en su hogar?

V.: Sí. Con mi padre compartíamos bastante, él me ponía a grabar, me enseñaba cosas muy simples en distintos instrumentos. Sabía tocar una canción en el piano, una en guitarra, y así. Y con mi madre escuchábamos de todo. Kiko Veneno, por ejemplo.

N.: Sí, de todo. Escuchábamos también Michael Jackson, nos gustaba bastante. De chiquito a Valentín le ponía mucho María Elena Walsh, le cantaba La chacarera de los gatos.

V.: Ella me cantaba antes de irme a dormir. Canta bien.

N.: Yo siempre fui muy ecléctica para la música. Por los programas en los que estuve, la gente me vincula mucho con el rock, pero siempre fui bastante abierta. Y me gusta mucho bailar, también bailábamos cuando Valentín era más chico y a veces todavía bailamos. Ese (dice señalando una mesa ratona del living de su casa) era el escenario de Valentín, se paraba ahí y cantaba. También hacíamos escenas de películas. Le encantaban las armas, era muy fanático de Legolas (personaje de El señor de los anillos).

V.: Por eso tengo tatuada una flecha en el brazo.

N.: Sí, se la hizo hace poco por Legolas. Y siempre sus regalos de cumpleaños eran carcaj­es y flechas, ese tipo de cosas.

Si le preguntaban a Valentín de chiquito qué quería ser cuando era grande, ¿qué contestaba?

V.: ¡Famoso! No importaba de qué forma.

N.: (Se ríe) ¡Es verdad!

V.: Podía ser actor de Hollywood, cantante, lo que fuera, pero famoso.

Valentín, ¿qué es la adolescencia para vos?

V.: Por ahora, la mejor etapa de mi vida. Mejor que mi infancia, me gocé más. Hay gente que dice que la adolescencia es un momento en el cual sabés algo que los niños no y que los adultos olvidan. Está bueno.

¿Cuándo empezaste a dejar de sentirte niño?

V.: A los 14 empecé a salir más y a ganar más independencia.

¿Cuándo tuviste tu primer celular?

V.: A los 12, en sexto de escuela.

N.: Se lo regaló la abuela.

V.: Y ella no lo impidió.

N.: Para mí, era en primero de liceo que debía tener celular.

¿Pero la abuela te consultó?

N.: No.

V.: ¿No te consultó?

N.: ¡No! ¡Obvio que no!

¿Abuela materna o paterna?

N.: Paterna. Pero todo bien. Ya muchos amigos de él tenían celular...

V.: Yo fui de los últimos en tener celular, mamá. Por no decir el último.

N.: Él tenía un ladrillito...

V.: No contaba eso.

N.: Porque cuando empezó a venir solo caminando de la escuela, él me mandaba un SMS que decía “estoy yendo para casa” o “llegué a la escuela”.

Noelia, vos te criaste en una época en la que no había celular ni redes sociales. ¿Cómo vivís el hecho de criar un hijo que está todo el tiempo conectado? ¿Establecieron algún acuerdo, por ejemplo, en el que él te tenga que contar con quién habla, quién lo sigue?

N.: No, en eso tenemos bastante confianza. No me ha pasado de tener que pensar en el uso que él le da al celular. Sí a veces le digo “bo, loco, pará. Hace una hora que estás mirando videitos. No sé, hacé otra cosa, liberá ese cerebro, por favor”. Después, si estamos comiendo, si estamos en la mesa, no hay celular. Si estamos hablando, no hay celular. Igual ahora, a la edad de él, 17, ya es más difícil. Hoy todo es a través del celular. Yo también uso pila el celular porque trabajo a través de ese medio.

ADR_0111.jpg

¿Se siguen mutuamente en las redes sociales?

V.: Sí.

N.: Sí, él igual tiene sus...

V.: Tengo mi cuenta secundaria (finsta) en la que mamá no me sigue.

Noelia, ¿recordás algún momento en el que Valentín te haya hecho pasar vergüenza?

V.: ¡Seguro! Debe haber muchos.

N.: Sí, hay... Cuando salías de la escuela...

V.: Ah, ¡esa es buena!

N.: ¿La del árbol?

V.: Contá la del árbol.

N.: El tipo estaba en la escuela, lleno de padres en la puerta, e iba directo a hacer pichí en el árbol. Y yo le decía “¡mijo! ¡Pero tenés un baño en la escuela!” Y él “no, no, pero si no, demoro, acá es más fácil”. Era chico igual, tendría menos de ocho años, pero siempre lo hacía.

V.: Un animal.

(Los dos se ríen)

Y vos, Valentín, ¿alguna ocasión en la que tu madre te haya dejado pegado?

V.: Sí. Yo siempre fui de juntarme con gente más grande. Y uno siempre trata de quedar bien. Una vez iba a ir a lo de un amigo e iban los amigos de él, todos un año más grandes que yo. Íbamos al mismo liceo y ellos como que imponían. Y yo llegué a la casa y en seguida me llamó mi madre y me hizo volver. ¿Por qué? Porque no había hecho la cama. Y tuve que volver a hacerla.

N.: ¿Y por qué te dejé pegado? ¡Al contrario!

¿Ellos se enteraron de que te tenías que ir porque tu madre te había llamado a decirte que vuelvas a hacer la cama?

V.: Sí, ellos escucharon todo, porque no sé si estaba con volumen alto en el celular o fue un audio que escuché en altavoz. Pero sí, se enteraron. Esa anécdota me la recordó mi amigo el otro día.

N.: Se estarían riendo de mí entre ustedes.

¿Qué actividades o momentos comparten hoy en su día a día?

N.: Charlas, cuando estamos comiendo o cuando ponemos música y bailamos.

V.: Sí. Llego del liceo y hasta las 3, más o menos, estamos juntos. Y después cuando vuelve.

Valentín, ¿cuándo decidiste empezar a desarrollar tu carrera musical como solista?

V.: Yo siempre tocaba la guitarra, siempre seguía lo que hacía mi viejo. Estaba todo bien, me gozaba, pero todavía no me había puesto a pensar en hacer algo con eso. Después, más cerca de los 14 años, me hice amigo de algunas personas que se estaban grabando y haciendo trap y todo lo que yo terminé haciendo. Ahí lo vi mucho más claro y me mandé.

Noelia, decías que siempre fuiste muy abierta en tus gustos musicales. Sin embargo, el trap, el estilo musical que hace Valentín, es algo muy nuevo, que a mucha gente de tu generación no le gusta. ¿A vos te gusta?

N.: Sí, a mí me gusta, de hecho, me siento actualizada gracias a él, que pila de veces me muestra temas. De repente pone música y la bailamos. Pero tienen como una forma distinta de escuchar música de la que teníamos nosotros. Es todo por menos tiempo. De repente, un mes o una semana les gusta determinado artista y después ya lo dejan de escuchar y viene otro, después otro. Entonces, a mí me van quedando los más significativos. Para mí, la música siempre fue una herramienta para cambiar las emociones, para sentirme mejor, para sentir cosas. Siempre fue una herramienta psicológica importante.

ADR_0239.jpg

Valentín, ¿siempre te sentiste apoyado por tus padres en el desarrollo de tu carrera musical?

V.: Por suerte, sí. Siempre me pareció que la música podía ser una salida. Hasta me parecía de las salidas principales. Y a mis padres también, siempre me bancaron en eso.

N.: Agradezco a la vida que tenga una vocación, porque yo la tuve desde chica y es muy importante para la salud mental. Tener tan marcada una vocación, meterse tanto en eso, dedicarle tantas horas, trabajo, energía y pasión, a mí me da tranquilidad y orgullo. A él lo hace feliz, ¿y qué más quiere una que eso? Después, si va a vivir de eso o no, ya conocemos cómo es Uruguay. Pero me parece bien que lo intente, que pruebe todas las maneras para cumplir lo que quiere hacer, porque también es un sueño poder vivir de la música.

Valentín, ¿estás en tu último año de liceo? ¿En qué estás a nivel de tu carrera como Valuto, artista de trap?

V.: Estoy haciendo sexto artístico en el IAVA­. A nivel musical, próximamente voy a dar un show en Sala Magnolio. Es mi primer show propio en Uruguay. Ya anuncié en Argentina en agosto, y se están por agotar las entradas, lo que me deja recontento.

¿Tenés pensado después estudiar algo vinculado con la música?

V.: Por ahora, no. La idea sería irme a Buenos Aires a seguir haciendo shows y eso... Pero no puedo confirmar nada porque estamos en mayo.

Noelia, ¿cómo te cae la idea de que Valentín se vaya a vivir a Buenos Aires?

N.: Y bueno, entiendo que Buenos Aires y Argentina es un mercado mucho más grande. De hecho, su carrera empezó más allá que acá, entonces me parece que, si él quiere ir para adelante y vivir de eso, y Argentina le muestra más oportunidades, me parece bien que se vaya. Volver siempre puede volver. Los bracitos de mamá están abiertos (se ríe). Voy a estar siempre ahí, cerca y atenta.

Y a vos, Valentín, ¿te molesta que te conozcan como “hijo de”?

V.: No, con tal de que me conozcan, que sea como sea (risas).

N.: Pero en un momento te molestó.

V.: En un momento me jodió, pero fue cuando traté de buscar mi “yo”. Porque, en mi niñez, que conocieran a mis padres era hasta mejor.

Claro, como querías ser famoso...

V.: Exactamente. Pero después me puse de nombre artístico Valuto, no usé el apellido Ibarburu, por ejemplo, para nada. Eso fue una decisión mía, y a veces cuando me tiran esa me hace quemar un poco. Pero cuando me lo tiran de forma destructiva. Si me preguntan “¿vos sos hijo de Nico?” o “¿vos sos hijo de Noelia Campo?”. Ahí digo “sí” y todo bien. Pero si me lo preguntan desde un lugar negativo, sí me molesta.

Y vos, Noelia, ¿en qué proyectos laborales estás en la actualidad?

N.: Estoy con Mirá Montevideo, que va de lunes a viernes de 18 a 19 horas, y después, el viernes pasado, empezamos con la segunda temporada de Teatro en la ciudad, que es un programa de streaming que hago con Jorge Temponi, específicamente de teatro, y que sale en el canal de YouTube de TV Ciudad los viernes de 14 a 15 horas. Este viernes va a ser la última función de la obra Las mariposas solo viven un día. Después voy a estar los domingos de junio, no sé si todos, pero seguro el primero y el segundo, con El pozo de aire en el Under Movie. Es una obra que dirige Alicia Garateguy a partir de cinco monólogos que escribieron escritoras uruguayas. El 13 de junio estreno una obra que se llama Matita, que escribieron la argentina Esther Feldman y Rodolfo Santullo, y que dirige Diego Devincenzi. Los protagonistas son Graciela Rodríguez y Carlos Rompani, y además estamos Rodrigo Garmendia y yo. Es una comedia que va a estar en el teatro Metro.

ADR_0429.jpg

Valentín, ¿hay algo por lo que hoy le quieras agradecer a tu madre?

V.: Lo poco de disciplina que tengo es gracias a ella. Tengo disciplina en lo que me apasiona, eso también es por ella. Y el amor también. Amor no me faltó nunca.

Noelia, ¿algo por lo que le quieras agradecer a Valentín?

N.: Un hijo te enseña también a vivir. Puede resultar una frase hecha, pero cuando tenés un hijo tenés que abrirte, y más una persona como yo, que soy tan estructurada y me gustan las cosas como yo las pienso o como yo lo digo. ¿No? ¿Verdad que soy así?

V.: ... (asiente enfáticamente con la cabeza)

N.: Y claro, cuando tenés un hijo, y sobre todo cuando es adolescente, tenés que aprender que no siempre tu camino es el mejor o el que el otro quiere. Eso también te abre, no solo en el sentido de aceptar el camino del otro... No me refiero al tema de la música, porque eso siempre lo acepté y me pareció un buen camino. Pero cómo ser, cómo manejarse con las cosas... A veces uno está siempre tratando de meter la cuchara. Aceptar, abrirme y ver esas cosas que son posibles y una nunca las tomó en cuenta porque no las tenía delante. Eso está bueno. Además, es muy alegre, entonces es como que me alegra la vida. Cuando él viene es como que se ilumina la casa.

V.: Ay, mamá...

N.: Pero sí, es cierto. Después me dan ganas de reventarlo y le digo “¡volvé a lo de tu padre!” (risas). Él está una semana en lo de Nico y una semana acá.

Fotos: Adrián Echeverriaga

Producción: Sofía Miranda Montero

Maquillaje y peinado: Pau Melgar

Agradecemos a H&M y No Se Lo Digas (NSLD) por su colaboración en esta producción.

Locación: Hungry Art. Reconquista 602, Ciudad Vieja, Montevideo. (@_hungry_art_)

Artistas: Alfonso Reyes, Julia Saldain, Bruno Ruggiero, Camilo Theic, Guido Iafigliola, Azul Gattas, Ceci Gervaso, Maru Elorza, Gastón Haro, Javiera Gart.