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    Alma Aznárez: la agricultura está en "equilibrio fino", pero se pueden tomar decisiones y mejorar resultados

    Las estrategias comerciales y de manejo, basadas en información científica, pasan a ser claves; Agroterra y Bayer se sumaron a la Red Regional de Monitoreo de la Chicharrita, con empresas e instituciones de Argentina y Brasil

    “Estamos en una situación que marca un equilibrio fino, pero creo que hay un trabajo hecho para tomar decisiones que nos ayuden a lograr los mejores resultados y a ser muy eficientes, para lograr, a su vez, equilibrar estas dos últimas campañas que han sido desafiantes”, dijo en entrevista con Agro de Búsqueda la gerente general de Agroterra, Alma Aznárez.

    Admitió que los números de casi todos los cultivos están “muy finitos”, y señaló que los productores “están siendo muy analíticos sobre lo que se va a hacer y cómo armar los planes de siembra”. Analizó que actualmente el productor uruguayo “tiene una mirada focalizada hacia el sistema y no solo al cultivo de la próxima campaña”.

    En Agroterra se estimó que en la zafra pasada se sembraron entre 230.000 y 250.000 hectáreas de maíz, con una proporción similar entre primera y segunda (45% y 55%) en relación a la de años anteriores (30% y 70%).

    Sobre la plaga chicharrita, Aznárez comentó que los impactos fueron distintos en los maíces de segunda sembrados al norte –donde las situaciones fueron más complejas– y al sur del río Negro. Y comentó que Agroterra y Bayer se sumaron a la Red Regional de monitoreo de la plaga, con empresas e instituciones de Argentina y Brasil.

    ¿Cómo se está analizando el momento del sector agrícola de cara al ejercicio 2024-2025?

    Al momento lo defino de equilibrios finos. Centrándonos en proyectar la campaña, los números de casi todos los cultivos están muy finitos. Los productores están siendo muy analíticos sobre lo que se va a hacer y en cómo van a armar los planes de siembra. Los márgenes finos generan la presión de producir más y de la manera más competitiva posible. Hay que poner foco en los costos, en hacer las cosas bien para apostar a las máximas productividades. Es muy importante la elección y el lugar para cada cultivo, pero también el momento de siembra, la apuesta al cultivo y su respectivo manejo.

    Después está la toma de decisiones sobre la venta y los precios de los granos, que es particular para cada productor, pero el actual escenario nos exige el tratar de aprovechar las oportunidades que se puedan presentar, porque no está muy claro cómo van a avanzar los precios internacionales.

    ¿Ese equilibrio fino se debe al ajuste del precio de los granos o de los costos que quizás no tuvieron la corrección que se esperaba?

    Hay varias cosas. Venimos de un año en que las productividades a nivel general fueron buenas desde el punto de vista de los kilos, pero por el escenario climático que se dio al momento de la cosecha, en el caso de la soja, se incorporaron costos que no estaban planificados y, por lo tanto, erosionó mucho el margen previsto.

    En el caso del maíz fue distinto, ya que se lograron productividades históricas en los maíces de primera, pero el precio no ayudó cuando se concretó la mayoría de las ventas. En los maíces de segunda, dependiendo de la zona, se observó un impacto en el rinde provocado por la chicharrita, pero ya con un precio mucho más entonado, que provoca una mejora de los números.

    Entonces, partimos de un escenario apretado, porque además veníamos de una seca extrema en la zafra anterior. No estamos muy cómodos para la definición de qué hacer y cómo hacerlo. Hoy el productor a nivel general tiene una mirada focalizada hacia el sistema y no solo al cultivo de la próxima campaña. De todos modos, se está demorando la definición de cara a la zafra de verano.

    Allí influyen los precios, el escenario climático, cómo está cada chacra y la flexibilidad existente para optar por un cultivo u otro. Hubo una caída de los precios internacionales y también de varios insumos. Se pondrá mucho foco en los costos.

    ¿Cómo puede impactar en la superficie a sembrar?

    El margen es fino. En el caso del maíz creo que habrá una baja de área, porque el año pasado la superficie creció muy fuerte, aprovechando la oportunidad por una perspectiva de clima muy favorable para el cultivo. Este año se va a realizar el área estructural que tiene el cereal en el país, con cambios posiblemente en las proporciones entre siembras de primera y de segunda. También puede haber variaciones en las proyecciones por zonas, porque en el maíz de segunda hay cierta incógnita con la chicharrita. Por las charlas que hemos tenido con nuestros clientes, vemos que las decisiones se van a tomar más cerca de la fecha de siembra, dicho esto, es interesante resaltar que hay cierta estructura en los planes de siembra, que es bueno mantener por el impacto de los cultivos en el sistema, pero si hay ciertas definiciones que se pueden adoptar para mejorar el número se van a tomar.

    ¿En qué nivel ubica esa área estructural para el maíz?

    Entre 150.000 y 180.000 hectáreas. De todas formas, es un tema que hay que monitorear y seguir de cerca, porque el área de primera está muy ligada a la siembra de los cultivos de invierno. Uruguay viene con un doble cultivo fuerte, porque es la secuencia que mejor resultado está dando. Esa superficie ya está definida, mientras que el área de segunda, que era la más grande cuando cambió la proporción, es la que tiene más incertidumbre, porque se va a esperar a tomar la decisión en función de los precios y de la chicharrita.

    También dependerá de cómo se salga de los cultivos de invierno que en muchos casos se sembraron bastante tarde. En Agroterra estimamos que en la zafra pasada se sembraron entre 230.000 y 250.000 hectáreas de maíz, con una proporción de 45% de primera y 55% de segunda, cuando veníamos de un 30% de primera y un 70% de segunda en la campaña 2022-2023.

    ¿El área de invierno que no se sembró es una oportunidad para el maíz de primera?

    Sí, sin dudas, porque además la soja también tiene sus incertidumbres. El maíz de primera es una alternativa interesante que estamos viendo con los clientes, y más con un escenario climático que demuestra que, en teoría, habría un año Niña normal, no extremo, y ya hemos visto en estos casos años con buena productividad de maíz. A la vez, si disminuye la superficie habría un impacto positivo en los precios del maíz en la plaza local.

    ¿Qué impacto estiman que puede generar la chicharrita?

    Si bien no es la primera vez que se constata en Uruguay, porque ya se había registrado en el norte, sí fue la primera vez que generó un impacto fuerte en el maíz de segunda, porque los rindes de primera fueron récord.

    Eso nos obligó a mirar qué sucedía en la región para entender el por qué de un ataque tan fuerte, y también para comenzar a generar información de manejo. Como empresa buscamos trasmitir calma y generar datos locales. Quisimos terminar la cosecha de segunda, recorrer chacras, y ponernos en contacto con el norte de Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia para ver qué estaba pasando.

    La realidad muestra que los impactos fueron distintos entre el norte y el sur del río Negro. Lo más complejo estuvo al norte. Creo que primero hay que entender qué pasó, luego analizar los datos y tercero ver qué información necesitamos generar para poder tomar decisiones y minimizar este impacto.

    Hay que ver cómo viene la población de chicharrita, con Agroterra y Bayer nos estamos sumando a la Red Regional de monitoreo de la plaga junto a Argentina y Brasil. A la vez, se están colocando muchas trampas locales que vamos a sumar a la Red global, y con eso transmitir información al productor sobre la evolución de las poblaciones a nivel nacional y regional.

    A su vez, es importante saber qué podemos incorporar al manejo del cultivo para estar mejor preparados. Allí entra la selección de híbridos, tratamiento de semillas, las fechas de siembra, y la protección de cultivos para bajar la población. En todo esto se está trabajando y creo que es lo que tenemos que hacer durante todo este período hasta la decisión de siembra. También tenemos que ver con cada productor cuál es la mejor alternativa para cada ambiente y para cada localidad.

    ¿En Uruguay costó armar una estrategia común entre las empresas semilleristas y la investigación para enfrentar esa problemática?

    Hubo una claridad muy constructiva por parte de las empresas. Tenemos que entender la importancia del cultivo del maíz en el sistema agrícola uruguayo, por el aporte que tiene en las rotaciones, en el manejo de las malezas y en los cultivos subsiguientes. Por eso considero que hubo una visión muy clara por parte de las empresas semilleristas en conjunto, de compartir qué está pasando con este tema, porque es importante para todos.

    Es algo muy positivo. Las distintas empresas volcarán la información generada en las trampas de monitoreo a la red que en Uruguay estará trabajando con el Instituto Nacional de Investigación (INIA). Hay que aceitar la forma de trasmitirla a los productores, hoy se logró generar mucha información.

    En esa visión del sistema que tiene el sector, ¿hoy se mira más el margen de la rotación que el propio del cultivo?

    Sin dudas. Cuando se analizan los márgenes se mira la rotación y la secuencia de cultivos. Luego sí se trabaja sobre los márgenes del cultivo para ver dónde puedo impactar para que mejoren.

    La búsqueda de más productividad y la elección de los insumos para ese objetivo cobra una relevancia muy importante. Tenemos que ir hacia un uso más eficiente de los insumos y apuntar a una mayor productividad. Como sector hay un movimiento interesante en este sentido, como lo demuestra por ejemplo el proyecto de encalado de la Agropecuaria de Dolores. Hay que hacer las cosas bien, no es solo costos, hay que levantar productividad. Obviamente que son clave las fechas de siembra, así como las ventanas de aplicación y fertilización, entre otras.

    En esa línea de hacer las cosas bienes, Agroterra inauguró junto Ligier Argentina un laboratorio en Nueva Helvecia que le brindará al productor información sobre las mezclas de fitosanitarios para que se cumpla el objetivo buscado.

    ¿Cómo está el sector para encarar el ejercicio 2024-2025, que a priori marca un escenario más adverso?

    Previo a la seca el sector venía muy bien, venía trabajando de una manera muy profesional y sólida. La seca tuvo un impacto muy grande y esta última campaña, con ese escenario final que tuvimos con las lluvias, no nos dejó tan bien como proyectábamos.

    Sabemos que hay un endeudamiento muy grande, pero la realidad es que este es un sector que está bien, muy profesionalizado, con mucha tecnología, con información, con capacidad de siembra, de cosecha, de aplicación, con herramientas para minimizar los impactos de los movimientos que generan los precios.

    Creo que hay muchas herramientas que nos permiten saber que hay capacidad para hacer las cosas bien y que el productor uruguayo es un productor que usa mucha tecnología y que en general hace las cosas bien, apuesta y reinvierte.

    Estamos en una situación que marca un equilibrio fino, pero creo que hay un trabajo hecho para tomar decisiones que nos ayuden a lograr los mejores resultados y a ser muy eficientes, para lograr, a su vez, equilibrar estas dos últimas campañas que han sido desafiantes.

    ¿Es posible ver en este período empresas que achiquen su superficie y otras que vean una oportunidad para crecer?

    Creo que sí, por un dato objetivo: los campos que aparecen para arrendarse se arriendan. A su vez, hay inversiones extranjeras que adquieren campos cuyo destino es la producción. Entonces, eso te demuestra que se apuesta al sector y se invierte. Porque hay oferta y demanda, y demuestra que si hay algunos que bajan área, también hay otros que están dispuestos a crecer.

    Agroterra cumplió 25 años y ahora festeja los 50 años de Dekalb en Uruguay, ¿cómo resume esa historia?

    Agroterra nació como una empresa comercial cuando en Estados Unidos Monsanto sumó a su portafolio las semillas de Dekalb, y en ese momento nos ofreció la distribución de fitosanitarios.

    Nuestra historia con Dekalb comenzó hace 50 años, cuando la empresa empezó a producir semillas híbridas en Uruguay, con un contrato directo con Estados Unidos. Así nació este proyecto que fue primero una empresa de producción de semillas y luego de comercialización y distribución comercial.

    Ahora tenemos ciertas banderas que se han mantenido a lo largo de estos años como valores esenciales de Agroterra. Una de ellas es la agronomía. Dekalb es una marca que tiene muchísima inversión en genética y que es líder a nivel mundial, pero si no tenemos la mejor agronomía, la genética no logra expresar su potencial.

    Por eso, como empresa siempre estamos trabajando con un equipo agronómico fuerte, cerca de nuestros clientes en el campo, entendiendo y analizando cada ambiente y situación en particular, para brindar el mejor asesoramiento y acompañamiento a ese productor.

    En el lanzamiento de la campaña de maíz 2024-2025 hubo mucha gente que fue partícipe de esta historia a lo largo de todos estos años, recordando los primeros semilleros de sorgo que se hicieron con Dekalb. Luego vino la etapa del girasol, que fue un cultivo muy importante para el Uruguay.

    Y después toda la evolución que ha tenido el maíz en Uruguay, con hitos impresionantes, con una gran inversión en genética, en biotecnología y la aprobación de los eventos biotecnológicos, con mucho trabajo junto al productor, que ha generado fuertes relaciones. El corazón de Agroterra está formado por el equipo y nuestros clientes.