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    UCU Business School y su visión de una educación empresarial basada en la sostenibilidad y la equidad de género

    Las docentes e investigadoras de UCU Business School Cecilia Laborde y Carolina Ferreira abordan algunos de los principales desafíos que afrontan hoy las organizaciones

    UCU Business School integra los temas de género, sostenibilidad y responsabilidad social corporativa de manera transversal en sus programas de formación, reflejando su compromiso con una educación de negocios alineada con los desafíos actuales.

    En este sentido, la especialista en Políticas Públicas y Desarrollo Carolina Ferreira, magíster en Administración Pública por Harvard Kennedy School (Estados Unidos) y en Desarrollo Local Sostenible por la Universidad de Huelva (España) y Montesquieu IV (Francia), y la contadora, investigadora y docente Cecilia Laborde, doctora en Administración de Empresas por la Paris School of Business (Francia) y magíster en Recursos Humanos, reflexionaron respecto a estas temáticas y cómo se abordan en UCU Business School.

    ¿Cómo han evolucionado los conceptos de sostenibilidad y responsabilidad corporativa en los últimos años?

    Carolina Ferreira —El concepto de responsabilidad social corporativa estaba muy relacionado al apoyo social de las empresas y su vínculo con la comunidad desde una mirada paternalista. De un tiempo a esta parte, la sostenibilidad ha ido ganando espacio a nivel mundial y empresarial, también con enfoques de ambiente, sociedad y gobernanza, con iniciativas vinculadas a la medición de la huella de carbono, diversidad y género, relaciones laborales, etcétera. Hoy la sostenibilidad se estudia desde una mirada más amplia, no solo desde el desarrollo verde, sino también desde cómo una empresa impacta en lo social, económico y ambiental.

    Cecilia Laborde —Quizás, antes las empresas veían estos temas como una ventaja competitiva. Hoy ha evolucionado este concepto y ya es un imperativo estratégico y, tal vez, una expectativa a nivel de los consumidores, talentos e inversores.

    ¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentan las empresas al integrar estos conceptos en su estrategia de negocio?

    L. —Uno de los principales desafíos es pasar de la intención a la acción. Se trata, además, de procesos de cambio que implican resistencia, cambios en procesos o la necesidad de incorporar nuevas políticas y prácticas, incluso en temas laterales como la gestión de talentos o formas de medición.

    ¿Cómo afecta la sostenibilidad empresarial a la reputación de una marca?

    L. —Tanto inversores como quienes están interesados en trabajar en una empresa buscan conectar con el propósito de la organización. Quieren empresas comprometidas en temas de responsabilidad social, ambiental y con espacios de trabajo inclusivos. De esta forma, las empresas se logran posicionar como una marca empleadora. También es importante retener el talento, ofreciendo oportunidades de desarrollo, capacitación y crecimiento.

    ¿Cómo pueden las empresas fomentar el consumo responsable en sus clientes?

    L. —Definiendo objetivos medibles que ayuden a eso, con buena comunicación y un liderazgo comprometido porque la cultura se moldea desde el liderazgo. Son herramientas para que una organización sea vista de forma creíble y que trascienda su discurso.

    ¿Existe una brecha entre el discurso de las empresas y la implementación real de estrategias sostenibles? ¿Cómo se puede cerrar?

    F. —A nivel académico, nuestros alumnos han hecho trabajos que demuestran que algunas empresas internacionales hicieron un posicionamiento sostenible cuando en realidad no era tan así, lo que generó en los consumidores un backlash(reacción negativa).

    Pero cada vez más leemos las etiquetas y nos preocupamos, no solo por la sostenibilidad, sino también por los derechos humanos (trabajo infantil, precarización laboral). Ese gap puede estar en el posicionamiento de marca, pero también está la trazabilidad. Hoy nos sentamos en un restaurante y podemos saber de dónde vienen nuestros alimentos. Hay que agudizar el ojo del consumidor porque este tiene un rol fundamental.

    ¿Cuáles son las principales barreras que enfrentan las mujeres en el ámbito corporativo?

    F. —Hay un tema de sesgos culturales, vinculado a estereotipos, de qué tipo de mujeres llegan a determinados cargos y a qué tienen que renunciar para ello. Tenemos evidencias que no aplican al estereotipo de mujer exitosa, pero lamentablemente son excepciones. Y hay un tema de cuidados que es una realidad, ya que, según el último estudio sobre el uso del tiempo de la ONU, las mujeres dedicamos unas 14 horas más que los hombres por semana a tareas de cuidados. Por otro lado, está lo asociado a los puestos de trabajo. Seguimos teniendo cerca de un 22% menos de mujeres en el mundo STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), y tan solo un cuarto de las estudiantes de Ingeniería son mujeres. Los cargos de gerenciamiento siguen siendo ocupados por hombres.

    Creemos que los hombres deben ser parte de la solución en estos temas de género y necesitamos buscar soluciones en conjunto, incluso por economía, considerando que estamos desperdiciando un importante porcentaje del PBI por desaprovechar tanto talento femenino. En economías como la nuestra, eso se nota.

    ¿Cómo pueden las empresas promover una cultura de equidad de género más allá de cumplir con cuotas o regulaciones?

    L. —No hay una solución única y efectiva. Se podrían anonimizar los currículums en los procesos de selección. Pensamos estos temas en niveles de toma de decisiones o altas jerarquías, pero los problemas empiezan desde la selección de personal. Se pueden hacer pequeñas modificaciones que ayuden a minimizar los sesgos. Hay evidencia que demuestra que pequeñas alteraciones en procesos de selección de personal, no solo en lo vinculado al género, sino también en temas de raza, religión o tipos de nombre, afectan el proceso.

    Se podrían, además, integrar en los sistemas de incentivos indicadores que apunten a generar equipos más diversos o inclusivos, y que eso esté directamente vinculado a los procesos de evaluación de desempeño. Se puede tener una mirada más crítica con los sistemas de compensación desde una perspectiva de equidad, es decir, mirar menos a la persona y más al cargo y la tarea, para ser más justo. Hoy los líderes tienen un rol clave en este sentido.

    ¿Cómo aborda UCU Business School la enseñanza de sostenibilidad y responsabilidad corporativa en sus programas?

    F. —La sostenibilidad la tratamos de manera transversal con el método de estudio de caso. Hay muchos casos que trabajan directa o indirectamente temas de sustentabilidad y modelos de negocio, e incluso tenemos un programa ejecutivo específico de desarrollo sustentable que trabaja este programa desde diferentes aristas. En el aula, en especial en el MBA, abordamos mucho esto en diversas asignaturas. Trabajando con los alumnos salen casos externos y ellos nos plantean de las empresas en las que trabajan, de sostenibilidad, diversidad y género, que son temas que acucian y están en agenda.

    ¿Cuáles son las competencias que los futuros líderes empresariales deben desarrollar para enfrentar estos desafíos?

    F. —Por sobre todas, la adaptabilidad porque tiene que ver con honrar lo que uno es, dejando atrás lo que sirvió pero que ya no sirve, para crear cosas nuevas, escuchar opiniones diferentes y ser tolerante. Asociado a esto, está algo que trabajamos mucho en el aula: gestionar la incertidumbre, algo cada vez más importante en un mundo tan cambiante. Un liderazgo debe generar otros liderazgos, abrir puertas y oportunidades. Ya no vemos al líder como un jefe todopoderoso, sino como un facilitador con visión estratégica que se adapta y ayuda a que el equipo saque su mejor versión.

    L. —Sobre esa base, construiría un liderazgo que se adapta, pero que gestiona el cambio, con capacidad de transformar y de acompañar a personas y organizaciones en las transformaciones culturales.