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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDesde el recíproco respeto personal que ha caracterizado la relación profesional con la señora Blanca Rodríguez y atento a su reciente lanzamiento político y consiguiente militancia, permítame formular este comentario.
Días atrás la televisión registró en vivo una declaración suya, a mi juicio impropia, acerca del papel que ocupa Venezuela en la agenda electoral.
La dramática situación que sufre Venezuela, presa de una dictadura sin límites, violatoria de todos los instrumentos jurídicos internacionales y regionales de protección de los derechos humanos y de suyo del “Estado de derecho y el gobierno de opinión” (Aréchaga).
El tema, pues, es por sí mismo, un tema del Uruguay democrático.
En tal ocasión expresó usted, con un inocultable y duro gesto de fastidio, que en vez de “hablar tanto de Venezuela en la campaña electoral no se ocupaban del grave problema de la pobreza infantil en nuestro país” (no es textual).
Junto a mi rechazo de tal juicio, falaz, sin duda, añado algunas precisiones que no tienen por objetivo abrir con usted una respetuosa polémica que acaso esta interlocución no justificaría, aunque no la rehuiría si fuese necesario, sino aportar al debate electoral, felizmente abierto en nuestro país, con libertades y democracia de las que no goza Venezuela.
En efecto, tanto el drama nacional de la pobreza extrema como la quiebra de la democracia en Venezuela son temas que están y deben estar en la agenda de los partidos políticos. Ninguno excluye al otro, respetando su diversa naturaleza y escenarios.
La situación de Venezuela ocupa un lugar central en la política exterior de los países democráticos, por ende, en el nuestro, y el repudio a la dictadura, extendido y creciente, hace parte de una política de Estado que no se debe ignorar como, con inesperado énfasis, lo hiciere la señora Blanca Rodríguez en su declaración.
Silenciar el tema Venezuela sería violentar principios básicos de nuestra política exterior. Aliento la esperanza de que ese no haya sido el propósito de la destinataria de esta nota.
Didier Opertti