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    Buscando la paridad

    Sr. Director:

    Leyendo en Galería a Magdalena Cabrera, sobre el artículo que tituló “Mujeres en el Parlamento, el debe de la democracia uruguaya”, me surgieron algunas reflexiones que intentaré trasmitir a través de esta carta.

    Ella comienza exponiendo que en este nuevo parlamento, que se instaló a partir del pasado 15 de febrero, “menos de un 30% de los legisladores son mujeres, lo que pone a Uruguay como uno de los peores países del mundo en este aspecto”. Analizando solo este primer comentario y el título dado a la nota ya podemos concluir, algo que la lectura del mismo luego confirma, que a partir de considerar el porcentaje de participación de cada sexo en el parlamento, podemos determinar un mayor o menor grado en la calidad de la democracia.

    Luego dice que “Uruguay es una de las pocas democracias plenas del mundo, pionero en el sufragio femenino (...) primero en la región en aprobar la Ley sobre Salud Sexual y Reproductiva (...) el Sistema Nacional de Cuidados (...) Ley de Violencia de Género (...) con avances logrados en licencias maternales y paternales (...) buenos indicadores tanto en la incorporación de la mujer al trabajo y en la brecha educativa entre mujeres y hombres (...) ítems, a partir de los cuales, los países miden, en la actualidad, los avances en la situación de la mujer".

    Analizado todo lo anteriormente expuesto, me permito dudar sobre si es fundamental o realmente importante el sexo de los legisladores, o lo que deberíamos considerar, antes que nada, es la sensibilidad que estos expongan en el tratamiento de los diferentes temas. Alguno podrá decir que hubiera sido mejor con más mujeres en el parlamento o que si hubiera sido así, antes se habrían obtenido estos resultados, pero la realidad también nos dice que en algunos o muchos lugares, donde la proporción de mujeres y hombres es más pareja, donde existe mayor “paridad”, los resultados de calidad democrática no son tan buenos como los nuestros.

    Todos los avances conseguidos, ya sea en el tema de la mujer o en otros tantos, igual o más importantes que este, hacen de Uruguay, al día de hoy, como ya habíamos dicho, una de las mejores democracias del mundo. Esto hace posible, a mi criterio, contrarrestar algo que está implícito en el título de la nota, en donde se plantea a la paridad de género como un debe.

    Claro que mi opinión es solo eso, una opinión más, no la de la persona más calificada, pero sí la de alguien que se toma el tiempo de escuchar y leer otras opiniones y quizá para algunos, solo en función de eso, emite la suya. Sí creo que debe existir paridad en este tema, en el que todas las opiniones tengan un valor, no el mismo por supuesto, porque si esto no existiera ahí sí que estaríamos en falta con nuestra democracia.

    La actividad política no se realiza solo desde el parlamento, muchas personas parecen no tenerlo claro y otras, por uno u otro motivo, seguro que tratan de ignorarlo, la participación debe ser “generalizada”, con el mayor sentido de amplitud, no desde el de una religión, raza, sexo o ideología en particular, es esa la única condición: la paridad como sinónimo de igualdad, la que nos involucra a todos, es esa la que nunca puede quedar en el debe.

    Jorge Regueira Hirigoyen

    CI 1.894.903-0