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    Conocer al adversario

    POR

    Sr. Director:

    Una lectura estratégica del año electoral

    En este año 2024 que terminó, trabajé como supervisor estratégico de la campaña del presidente electo Yamandú Orsi. Quiero dar mi visión del año electoral en mi perspectiva de estratega. Hace dos mil quinientos años, Sun Tzu decía, en El Arte de la Guerra: "Conoce a tu adversario y conócete a ti mismo, y saldrás ganador en cien batallas".

    ¿Elecciones internas? ¿O primarias abiertas?

    En estrategia electoral, a los dos conocimientos de Sun Tzu hay que agregar el conocimiento de los electores y el conocimiento de la elección. La primera mitad del año estuvo centrada en las elecciones internas partidarias.

    En el Frente Amplio, la adversaria interna de Yamandú Orsi, Carolina Cosse, tenía puntos fuertes muy notorios y relevantes. Era una gran candidata, que generaba adhesiones políticas y afectivas muy poderosas, principalmente en los militantes más activos del Frente Amplio. Si la elección hubiera sido una interna clásica, con un cuerpo electoral de afiliados, probablemente habría sido imbatible. Pero Yamandú Orsi tenía una llegada muy sólida a grandes sectores del electorado con simpatía más difusa hacia el Frente Amplio, pero con un contacto personalizado y un vínculo muy fuerte con él.

    El terreno preferencial de campaña de Cosse era fuertemente político, el terreno de Orsi debía ser menos político y menos polémico. Debía concebir su campaña como una primaria muy abierta, que llegara mucho más allá de los militantes frenteamplistas. En la primera parte de la campaña, sin embargo, Carolina Cosse crecía más que Orsi. Esto ocurría porque los candidatos más “politizados e ideologizados", crecen inicialmente más rápido al sumar adhesiones de gente más politizada, que decide su voto antes. Pero después tiene una trayectoria con forma de "campana de Gauss". Crece en la primera parte, después se estanca y finalmente cae su crecimiento.

    Esto ocurrió en esta campaña interna, y Yamandú Orsi pudo ganar su candidatura presidencial por el Frente Amplio.

    La campaña de la Coalición. Una campaña anti-Orsi

    Yamandú Orsi tiene enormes virtudes como candidato. Toda persona que lo conoce, aún muy circunstancialmente, percibe que es una persona en quien se puede confiar, y que genera rápidamente un importante vínculo personal y afectivo. Por la misma razón, era evidente que los golpes contra él no tardarían en llegar.

    Ya en un momento tan temprano como marzo, irrumpió la primera operación política de destrucción contra Yamandú Orsi, una acusación falsa de Romina Celeste y de Paula Díaz, dos chicas trans, que sacó de eje a la campaña y que mostró una excepcionalidad de este proceso electoral con respecto de todos los anteriores en el Uruguay.

    Si bien esta operación política terminó sin daños mayores para el candidato, fue muy notable la operación mediática que la acompañó, que incluyó una ofensiva en redes de trolls mexicanos e incluso una crónica de una página en un diario europeo. La dimensión de los recursos que se pusieron en juego, hacen evidente que no fue una simple ocurrencia personal de estas chicas.

    La ofensiva anti-Orsi siguió hasta el último día de la campaña de 2024 y va a continuar en el 2025 y después. Lo que muestra que es un contenido estratégico de largo plazo, ligado a la estrategia de Luis Lacalle Pou. La búsqueda de condiciones favorables para una lucha de liderazgos que va a recorrer el próximo quinquenio.

    La estrategia Lacalle Pou 2029 y el año electoral que no termina

    Un elemento central de análisis de este proceso electoral 2024 fue la interacción compleja de la estrategia de Luis Lacalle Pou para volver a la Presidencia en 2029, con los intereses de los integrantes de la coalición y los condicionamientos de la campaña electoral.

    La primera premisa evidente de esta estrategia era que el Partido Nacional y la Coalición debían perder. De esta manera, la función de Luis Lacalle Pou sería liderar la oposición, sin ningún otro líder que le hiciera competencia en su ámbito político, para arrinconar al nuevo Gobierno del Frente Amplio, empujarlo a una mala gestión, y poder volver él en condiciones favorables y ganadoras.

    La segunda premisa, tan importante como la primera, era que esta estrategia no fuera percibida y reconocida por la sociedad y la opinión publica, especialmente en el universo de la Coalición. Lo contrario hubiera sido igual a degradar su imagen desde la posición de héroe a la de villano.

    Un requisito adicional de su estrategia es hacer de la Coalición un partido unificado y subordinado enteramente a su liderazgo, lo que supone también un "fusionismo" blanquicolorado, una idea siempre fracasada, ya desde la segunda mitad del siglo diecinueve.

    Esos condicionamientos estratégicos pautaron una campaña contradictoria y de cálculos muy finos. Con contenidos para ganar en ciertas instancias y para perder en otras. "Intervenciones" extrapartidarias, migración de electores, y una serie de fenómenos peculiares que no se habían visto antes. En lo esencial, un proyecto de carácter personal, que condicionó completamente las instancias políticas y partidarias de las fuerzas componentes de la Coalición.

    Las elecciones internas de ambos partidos tradicionales

    La intervención muy evidente del presidente Luis Lacalle Pou, con su estrategia 2029, en las elecciones internas blancas y coloradas, dio un perfil inusual a estas competencias.

    La interna colorada mostró un candidato, Andrés Ojeda, que contó con recursos económicos y políticos completamente fuera de escala para el contexto uruguayo. Su inversión en medios fue inmensa, pero también contaba con el apoyo y la promoción del presidente de la República, quien hizo campaña de manera poco disimulada para él. El objetivo de Luis Lacalle Pou era obtener el control del Partido Colorado para sí mismo, en perspectiva de su proyecto presidencial 2029, y veía en Ojeda a la persona que le "entregaría" el partido con ese fin. Ya en la interna, Lacalle Pou había operado "pases" importantes desde Cabildo Abierto hacia su protegido colorado.

    En el Partido Nacional, Luis Lacalle Pou tampoco encontró ningún obstáculo para definir la elección interna a su gusto. Impuso un "candidato de sacrificio", Álvaro Delgado, un candidato que, de acuerdo con su estrategia, debería perder la elección nacional, pero que de acuerdo al mismo objetivo político, debía ser el ganador de la elección interna. Para tal fin le dio su entero apoyo y condicionó a todo el partido a que se alineara tras él. Al mismo tiempo, le quitó todo sustento a la adversaria interna, Laura Raffo, del herrerismo. Al punto de no solamente inferiorizarla y liquidarla políticamente a ella, sino también literalmente destruir al propio herrerismo. El mensaje, simple y claro de Luis Lacalle Pou, podría describirse como: "En el Partido Nacional ya no existen más sectores, yo soy el único líder de todos los sectores. El Partido Nacional consta de un único sector, que es el mío".

    Hacia las elecciones legislativas y primera vuelta presidencial

    La inmediata postinterna generó una transición tranquila en el Frente Amplio, que selló su unidad interna sin problemas, tal como se esperaba, con la fórmula presidencial Yamandú Orsi–Carolina Cosse.

    En el Partido Colorado, si bien se optó por una fórmula que reflejaba los resultados de la interna, Andrés Ojeda–Robert Silva, poco después hubo un hecho políticamente muy relevante, que fue el retorno de Pedro Bordaberry a la política. La "vuelta de Pedro" alteró el papel asignado en la estrategia de Luis Lacalle Pou al Partido Colorado. Pedro Bordaberry "bloquearía" la entrega del Partido Colorado a Luis Lacalle Pou, y se diferenciaría muy claramente del rol de "sicario político anti-Orsi" asumido por Andrés Ojeda. Desde su retorno a la política, Pedro Bordaberry manifestó que el Uruguay necesitaba más entendimientos, acuerdos y comprensión más allá de toda frontera partidaria. Su éxito político posterior cambiaría sin duda el panorama político que se venía insinuando.

    En el Partido Nacional, una vez obtenido el triunfo del "candidato de sacrificio" Álvaro Delgado, se definió una "fórmula de sacrificio", optando de manera totalmente sorpresiva por la exdirigente sindical, excomunista, Valeria Ripoll como candidata a la vicepresidencia. Esta persona, igualmente resistida entre adeptos del Frente Amplio como entre militantes de la Coalición, era una opción incomprensible para ganar. Pero Luis Lacalle Pou necesitaba factores de derrota que no se le adjudicaran a él, y Valeria Ripoll cumplía perfectamente con ese requisito.

    Esta decisión fue evidentemente tomada por Luis Lacalle Pou y no por Álvaro Delgado quien, sin embargo, haciendo prueba de un infinito espíritu de sacrificio, lindante con masoquismo puro, asumió la decisión como suya. Es claro que si hubiera sido una buena decisión, Delgado no habría osado atribuírsela a él y no a su jefe.

    La primera vuelta. Una elección mas legislativa que presidencial

    En la campaña hacia el 27 de octubre, el premio mayor era la mayoría parlamentaria. El Frente Amplio podía aspirar, con las probabilidades de su lado, a tener mayoría en el Senado. La mayoría en la Cámara de Diputados era muy incierta para el Frente Amplio y también difícil para la Coalición. La acción de Lacalle Pou en el Partido Colorado, con Andrés Ojeda, y una cierta "emigración blanca" hacia él, había generado, por lo menos en la comunicación de campaña, una competencia importante entre blancos y colorados, que le daba empuje a la Coalición. En su ruta a 2029, Lacalle Pou necesitaba tener mayoría parlamentaria para condicionar y limitar un gobierno de Yamandú Orsi. Sin esa mayoría, el debilitamiento de un gobierno de Orsi y la centralidad opositora de Lacalle Pou, se relativizaban demasiado.

    La comunicación del candidato Andrés Ojeda generó una expectativa exagerada de sus posibilidades de ganarle la candidatura de la Coalición a Álvaro Delgado. Luis Lacalle Pou encabezaba todas las listas al Senado del Partido Nacional y era impensable que se dejara ganar por una figura que él mismo había inventado.

    La votación del 27 de octubre fue algo magra para el Frente Amplio, la dispersión de esfuerzos por el plebiscito de la seguridad social fue un elemento de indudable peso. La votación del Partido Nacional fue muy buena, porque Luis Lacalle Pou jugaba para sí mismo, e hizo todo para alcanzar con la Coalición la mayoría parlamentaria. Perdió el Senado sin embargo, y logró una suerte de débil empate en Diputados. El grado de presión que le impuso a su estructura nacional fue entonces enorme. Esa firmeza y ese control ya no los aplicaría en la segunda vuelta.

    La segunda vuelta del 24 de noviembre

    En varios aspectos, la campaña de segunda vuelta fue casi una simple traslación de la primera. En otros países, hay sistema de dos vueltas cuando hay varios partidos independientes y los dos candidatos más votados en la primera buscan ganar los votos de los electores de los partidos que no pasaron a la segunda. En algún sentido, todos los partidos uruguayos habían pasado a la segunda vuelta. Así trató de mostrarse todo el tiempo, desde las mismas empresas de opinión pública, que medían al Frente Amplio y a la Coalición, como si fueran dos partidos.

    Los contenidos de comunicación de las campañas fueron profundizando una diferenciación. La Coalición siempre se situaba en un plano confrontativo y de descalificación de Yamandú Orsi. Ya en la segunda vuelta directamente de manera caricatural. El Frente Amplio, contrariamente, tuvo una campaña limpia, democrática y de unión.

    En fases finales de campaña, en las que los electores decisivos no son muy politizados y no les gusta el conflicto, esta comparación es muy favorable para quien usa contenidos positivos y democráticos.

    A pesar de muchas encuestas que preveían resultados ajustadísimos, Yamandú Orsi ganó la Presidencia de manera clara.

    El año electoral que no termina

    El proceso electoral uruguayo continúa. El 11 de mayo se llevan a cabo las elecciones departamentales y municipales. Todas las estrategias complejas, principalmente la del presidente saliente Luis Lacalle Pou hacia 2029, que estuvieron presentes en las elecciones de 2024, se verán igualmente en el corto camino a mayo. Estas elecciones son críticas para él y va a impulsar una campaña muy poderosa para que el sustento político territorial departamental y municipal sea funcional a su estrategia y debilite lo más posible al gobierno entrante. La Intendencia de Montevideo es el premio mayor.

    El Frente Amplio está ocupado en la formación de su gobierno. Por sus intereses locales, pero también por el destino de la presidencia de Yamandú Orsi y de la continuidad del gobierno frenteamplista después de 2030, debe poner extrema atención, no distraerse y hacer una campaña inmediata y eficaz hacia el 11 de mayo.

    El Uruguay parece moverse hacia un nuevo sistema de partidos. En momentos de cambio, hay que estar muy atentos a los juegos de estrategias y de alianzas. Porque cada elección puede alterar el destino no solamente de un período de gobierno, sino de una época. Lo que no puede permitirse ningún proyecto político es no conocer al adversario.

    Luis Costa Bonino