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Estos han sido y son muy malos tiempos para el Banco de Previsión Social, sus servicios, el pueblo al que debe servir, y su personal. Se está yendo el peor directorio de su historia, por lo menos desde 1985 hasta la fecha. Además de los cuatro directores políticos, ineptos —dicho con todo respeto—, un renglón especial merece el gerente general Sr. Luis Repetto, verdadero “poder detrás del trono” que, como en la Edad Media, ha sabido ejercerlo a través de la influencia… o de la lisa y llana manipulación, y el destrato.
Nunca como ahora ha funcionado peor el organismo, verdaderamente una nave sin timón y una olla de grillos, reconocido por personas de todos los partidos políticos. Un BPS malo para los usuarios y beneficiarios en primer lugar. Pongo un solo ejemplo: hay un atraso de 10 mil expedientes jubilatorios y pensionarios (1) lo que implica un rezago muy importante en materia de otorgamiento de derechos: ¿a cuántos les dirán que sí? ¿a cuántos se les negarán? ¿cuánto tiempo deberán esperar para saberlo? La atención de los servicios salud, la recaudación y todo lo demás descansan sobre los hombros, pensamiento y también salud personal de mis excompañeras y excompañeros que cumplen servicios en él.
Me consta que nunca se sabe con exactitud cuáles son las reglas de funcionamiento ante los cambios de opinión constante de las principales jerarquías, las contradicciones cotidianas y la verdadera falta de apoyo, especialmente a quienes están al pie del cañón (pero no solamente a ellos y ellas, sino que es algo muy generalizado, al punto que me llueven críticas de todos los escalafones, cargos y grados de todo el país).
Los primeros pasos del gobierno electo
Las primeras señales generales incluyen tres aspectos: 1) se cumplirá con la convocatoria a un nuevo diálogo social sobre la problemática de la seguridad social y —más ampliamente—de la protección social; 2) al frente “político” del mismo estaría el exrector de la Universidad de la República, Rodrigo Arim, quien parece reunir condiciones académicas y personales para encarar esa tarea, y ha anunciado una buena medida de inicio como lo es la conformación de una Comisión Sectorial integrada por los ministerios involucrados y el BPS; 3) para estar al frente “técnico” se ha designado al economista Hugo Bai, con notorios conocimientos en la materia y conocidas condiciones para el diálogo (más allá de algunas diferencias que uno podría plantear, es de las personas que más ha estudiado, muy críticamente, el papel de las AFAP desde 1996 a la fecha, y doy por supuesto que no se olvidará de ello).
Sus primeras declaraciones han mostrado una mirada puesta “no exclusivamente en la jubilación, sino en incluir aspectos como el sistema de cuidados, la primera infancia y la discapacidad”, todos ellos fundamentales para consolidar “una perspectiva más amplia y equitativa”. También ha insistido en que deben revisarse críticamente los “ingresos” del sistema.
Ciertamente Hugo no estuvo de acuerdo con el plebiscito que muchos promovimos, pero tampoco integró ninguna cruzada libertadora contra los espantosos males que supuestamente traería aparejados el triunfo del Sí. Además, si tenemos en cuenta que Orsi tampoco, y que no alcanzamos la mayoría de votos necesarios, su designación resulta, creo, coherente.
Entonces, para quienes sí apoyamos el plebiscito alcanzando casi un millón de votos, no es esperable que los tres puntos principales sean incluidos por el nuevo gobierno in totum. Pero si miramos el programa de gobierno del FA y agregamos algunos (pocos) compromisos de Yamandú Orsi previos a la elección, sí pueden reclamarse con fundamentos la concreción de lo que sigue. 1) la rebaja de la edad jubilatoria a los 60 años en general, con estímulos para la postergación voluntaria del retiro; 2) el aumento de las pasividades mínimas hasta alcanzar el valor del Salario Mínimo Nacional (por lo menos al fin del período del gobierno); y 3) la inmediata libertad de elección a todas y todos los trabajadores que lo deseen, para autoexcluirse de las AFAP. ¿Qué objeciones puede haber para que cada trabajador o trabajadora, libremente, decida si se desafilia o no de las mismas? (Como fundamento téngase en cuenta que el SÍ tuvo más apoyo entre quienes están desarrollando su actividad laboral, no entre los ya jubilados).
La concreción o no de estos tres puntos es algo que podremos ir avizorando prontamente para poder comprobar hasta dónde llega el “sabremos cumplir” de nuestro himno a nivel gubernamental.
Las novedades en la futura integración del directorio
Lamentablemente, como regla general (y más allá de mi opinión sobre las personas involucradas) parecería que el futuro presidente de la República, su entorno y el Frente Amplio —que seguramente ha metido la cuchara— decidieron a la hora de su conformación premiar y pagar con creces a quienes se opusieron al plebiscito en cuestión, dando rotundamente la espalda a quienes estuvieron a favor del Sí. (¿O es que entre ellos y ellas no hay quienes sepan de seguridad social y del BPS?).
Creo honestamente que corresponde preguntarnos acerca de la representatividad política y democrática de las designaciones realizadas. El gobierno electo y el FA (con un criterio discutible pero ya usado antes también por la coalición republicana) decidió designar los cuatro directores políticos eligiéndolos de sus propias filas (2). Y es a partir de esta definición que podemos permitirnos algunos cuestionamientos a lo que se ha resuelto.
Como es sabido, más del 70% de los votantes del FA apoyaron el Sí en octubre. A partir de dicha realidad, entonces, lo representativo sería que de los cuatro directores designados uno surgiera de los sectores y personas que estuvieron en contra del plebiscito, y tres de quienes estuvieron a favor. Sin embargo, parece meridianamente claro que con los nombres elegidos se está premiando exclusivamente al tercio que minoritariamente se opuso a la iniciativa y —si se me permite la expresión que pretende ser gráfica—se optó por darle una especie de “cachetada democrática” al mayoritario 70% que estuvo de acuerdo con ella.
Si es así, y ya van demasiadas personas votantes del FA que me lo vienen diciendo con mayor o menor enojo, en mi modestísima opinión el presidente electo, su equipo y el FA se han equivocado y feo. La futura presidenta será la economista Jimena Pardo, quien junto a Martín Vallcorba encabezó la cruzada libertadora mencionada y es una defensora a ultranza del régimen vigente, con algunas caricias al régimen solidario como para quedar bien con esa tribuna frenteamplista a la que sabe que no representa. ¿Con cuánta fuerza defenderá al organismo a la hora de definir su lugar entre las distintas instituciones gestoras del país? ¿Podrá sustraerse a su enamoramiento comprobado —al que por supuesto tiene derecho— por muchos aspectos muy negativos del régimen vigente?
Los atributos de otras autoridades designadas
Más allá de las personas, a las que respeto, es necesario dejar constancia de algunas observaciones, sin otro afán que el de contribuir críticamente a mejorar lo más posible al organismo en el que trabajé treinta y cinco años.
Rosario Oiz ya estuvo como vicepresidenta del BPS y la verdad es que pasó sin ninguna gloria y, probablemente, con algunas cuantas penas. En un sentido parecido puede hablarse de Ariel Ferrari, que a esta altura se ha transformado en un “experto” para navegar en las cenagosas aguas del poder: primero como director por los trabajadores activos, recientemente como director por los jubilados y pensionistas, y en pocas semanas como director político designado por el gobierno; un verdadero carrerón cuyos resultados prácticos, sin embargo, no parecen ser especialmente destacables. Tanto Ariel como Rosario, con todo cariño, pueden y deben rendir más en este nuevo período, empezando por un gran y saludable baño de humildad. (A Ana Clara Bouzés no la conozco así que solamente debo desearle la mejor de las suertes).
Como siempre Artigas debería mandarnos
Ante esta nueva realidad que se avecina ya en pocos días, espero que —muy sinceramente y a pesar de lo que señalé antes— el organismo esté a la altura de las necesidades del pueblo uruguayo que tanto lo necesita. Lo inmediato es reclamar un cambio urgente y radical en la conducción del mismo para que ni los usuarios ni los beneficiarios ni su personal lo sufran, empezando por instalar una inmediata relación democrática con la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social, saliendo rápidamente de la situación de conflicto permanente reinante desde hace un par de años. En este sentido, se supone, el nuevo directorio debería tener una actitud sustancialmente distinta a la del actual. ¿La tendrá? Confío en que así sea.
Lo demás, la lucha social que deberá desplegarse para avanzar de manera significativa en materia de derechos, necesariamente dependerá de nosotros mismos. A la luz de la integración del nuevo Directorio y las señales políticas, muy claras, que la misma implica, las dificultades quizás sean mayores de lo que muchos esperaban.
Adolfo Bertoni
Expresidente de ATSS
CI 3.289.304-5
1 Esta situación solo es asimilable a la aún más espantosa que se vivió en los principios de la década de 1960 en las entonces llamadas Cajas de Jubilaciones (curiosamente con un gobierno también del Partido Nacional).
2 El criterio usado ha sido y seguirá siendo que, como en el directorio hay tres directores sociales, no corresponde darle cabida a la oposición política partidaria. Como se ve, es cualquier cosa menos una visión de largo aliento democrático (en mi modesta opinión).