Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSr. Director:
En octubre de 2017 mi amigo Juan Silva, alias Silvita, creó un nuevo partido político que se llamaba PIPI, Partido de Izquierda Popular Independiente.
Para ser candidato a diputado o senador había que tener algunas condiciones o identidades: había que ser mujer, asalariado o fumeta; indígena, queer o discapacitado; sindicalista, trans o palestino; comunista, afrodescendiente, inmigrante u obeso; descendiente de pueblos originarios, marrón, no universitario o que viva al norte de Avenida Italia.
Los candidatos serían elegidos por las empresas Facebook, Google y Twitter porque ya tienen toda la información y conocen perfectamente todas nuestras vidas, creencias y facultades.
Cierto que en 2017 Silvita no pudo conseguir los 500 militantes que promovieran su nuevo partido, pero en estos días está muy orgulloso, vino a mi casa para decirme que Trump le robó su idea: va a gobernar el mundo con Elon Musk, el dueño de Twitter y Tesla, y con el auxilio de DeepSeek, la inteligencia artificial china, va a determinar con precisión absoluta las identidades y condiciones de cada uno de nosotros, los ciudadanos del mundo.
Según Silvita, se cumpliría por fin el sueño de Marx: “De cada uno según sus capacidades y a cada uno según sus necesidades”. Todos estaríamos satisfechos, no habría huelgas ni delitos ni rebeliones, cada cual podrá pedir a los almacenes de Amazon y Mercado Libre todo lo que necesite: “trufas, automóviles o pianos”, como soñaba Marx en el siglo XIX.
¡Pero, Silvita! —le dije—, para que se cumpla ese ideal de Carlitos y no haya más conflictos ni guerras, Marx determinó que todo el mundo debía ganar lo mismo, o sea, el equivalente al salario de un obrero calificado, unos 25 dólares por hora..., pero tu amigo Musk, el encargado de achicar el Estado, con sus autitos eléctricos gana unos 400.000 dólares por hora. ¿Cómo arreglás eso, Silvita?
“Contigo no se puede hablar”, me dijo, y se fue dando un portazo. Pobre Silvita...
Daniel Heide