Sr. Director:
Sr. Director:
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDesde hace días pienso cuál es el futuro del Partido Nacional para los próximos años. Y luego de repasar la historia del país, que en definitiva es la historia de los blancos, me di cuenta de que en los tiempos venideros la colectividad de Oribe debe de volver a su origen.
En momentos en los que la incertidumbre campea en torno a las nuevas autoridades partidarias, creo muy importante señalar que, si bien no sé quién será el próximo presidente del Honorable Directorio ni quienes lo acompañarán en la conducción, tampoco sé (ni sabemos) qué lineamientos políticos, electorales y/o estratégicos se van a delinear. Lo que sí sé es que las nuevas autoridades tienen la obligación de tomar la decisión de conducir al partido nuevamente a sus orígenes. Tenemos la imperiosa necesidad de volver a ser el Partido de la Nación y dejar de una vez por todas (como pasó en los últimos años) de ser una corriente dubitativa y con poca claridad ideológica, a tal punto que nos convertimos en maratonistas de lo “políticamente correcto”. Actitud que, por cierto, mucho daño nos hizo. A las pruebas me remito.
Para que se entienda claramente: el Partido Nacional es un partido de centroderecha y pragmático. En nuestro lema no hay lugar para las aventuras de centroizquierda ni de izquierda. Esas experiencias, a lo largo de la historia político-partidaria, nunca tuvieron éxito ni político ni electoral. Recientemente, intentando acercarnos a algo que no sabíamos lo que era, vivimos situaciones bochornosas y vergonzantes que nos desvirtuaron ideológicamente. Salimos a hurgar votos en sectores que no nos son propios. Descuidamos a los nuestros y, como resultado, muchos nacionalistas y blancos vimos y sentimos como ajeno aquello que alguna vez nos perteneció.
En consecuencia, de ahora en más las nuevas autoridades tendrán la obligación de hacernos sentir a todos los militantes por igual (como lo que somos), blancos y nacionalistas con un sentido de pertenencia al partido que va más allá de las colectividades y/o organizaciones de la sociedad civil que integremos por fuera del lema. Que quede claro, la única bandera que podrá flamear alegremente en la casa de la calle Juan Carlos Gómez es la blanca y celeste. Y profundizo (aunque algunos aun no lo entiendan), la única bandera que nos une, que nos representa y que nos identifica es la bandera del glorioso Partido Nacional.
Atrás hay que dejar eso de que, porque se conmemora el día tal, un puñado de compañeros (valiosos, por cierto), sin legitimidad muchas veces ni electoral ni dada por la Convención Nacional, se suben a los balcones de la sede partidaria y nos embanderan a todos de forma compulsiva. Y ni que hablar de comunicados y asistencias en apoyo a marchas fascistas, reaccionarias y violentas. Todo eso fue un grave error y ya es tiempo pasado. De ahora en más, la única distinción entre blancos es la que marca la Constitución de la República y es con base en nuestros talentos y nuestras virtudes. En definitiva, por eso orgullosamente somos “defensores de las leyes”.
Pero, además, señor Director, este volver a nuestra génesis de representación universal de las personas es un gen que está en nuestro ADN. Basta recordar cuando en 1872 la divisa blanca de Oribe pasó a llamarse Partido Nacional con el único propósito de incluir en el lema a todos aquellos orientales de bien que, sin importar su procedencia, visualizaban en nuestra colectividad la causa del país con “propósitos eminentemente nacionales”.
Aprovecho estas líneas para hacerme cargo y pedirles a los cientos de miles de blancos y nacionalistas que en algún momento no se sintieron representados por las actitudes que mencioné, ¡perdón!
Asimismo, para finalizar, debo decir que es de mal militante nacionalista y peor oriental andar cambiando de posturas filosóficas e ideológicas con el objetivo de tener mejores resultados electorales. Y peor aún es utilizar la causa de colectivos, organizaciones u agrupaciones como justificativo para hacer una fallida colectora de votos.
Me despido asegurándole a usted, a los lectores y a todos los compañeros blancos y nacionalistas del Uruguay que, como integrante del Herrerismo, velaré y velaremos junto a otros militantes para que, como dije anteriormente, el Partido Nacional vuelva ser el Partido de la Nación.
Saludos.
Jonhatan Franco