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Me encanta la murga, me encanta el carnaval y me encanta que la historia se discuta con pasión… ¡pero cuidado con pasarse de copas con el vino coladas al camión, porque después las interpretaciones históricas salen más torcidas que una murga con resaca en la segunda rueda!
Han agarrado a Fructuoso Rivera para el chiste fácil, como si fuera el cuplé de relleno antes del remate. Pero vamos a hacerle justicia al asunto, porque si hay algo que Rivera no hizo fue quedarse quieto. Mientras otros se entretenían en tertulias discutiendo el mejor adjetivo para describir la patria, él andaba a caballo de un lado al otro, fundando el Partido Colorado, peleando en mil batallas y, de paso, creando el Uruguay, multitasking de caudillo, se le dice.
Y ya que estamos, hablemos de valentía. Porque es muy fácil cantar contra Rivera desde un tablado con micrófono, pero otra cosa es tener lo que hay que tener para, como él, meterse en la batalla de Rincón con 250 hombres contra 1.000 y salir ganando. ¡Sí, amigos, no era un concurso de canto, era una batalla de verdad! Con balas, lanzas y espadas, no con versos y estribillos. Imagínense ustedes en esa situación... no sé si los veo con el mismo entusiasmo. ¡Apuesto a que más de uno preferiría esconderse atrás del bombo y esperar que pase el temporal!
De hecho, lo de Rincón fue el Maracanazo del siglo XIX. Pónganse en situación: un puñadito de uruguayos contra un ejército imponente que ya se veía levantando la copa o, en este caso, el territorio. La diferencia numérica era brutal, la lógica decía que no había chance... ¡pero ahí apareció Rivera, con más garra que Schiaffino y más estrategia que Tabárez! Y así como Obdulio miró a 200.000 brasileños y dijo “los de afuera son de palo”, Rivera miró a los 1.000 soldados imperiales y pensó “no me importa cuántos son, acá ni un paso atrás”. El resto es historia.
Sabemos que es tentador darles palo a los próceres, total, no pueden responder el cuplé. Pero convengamos en algo: si hoy tienen democracia para cantar libremente es porque Rivera ayudó a construirla. ¡Si no, capaz que tendrían que pedirle permiso a algún virrey para desafinar con estilo!
Y sí, ya sé, la historia siempre tiene sus capítulos oscuros. Pero juzgar a un caudillo del siglo XIX con la mentalidad del siglo XXI es como criticar a Gardel por no hacer un featuring con Bad Bunny. ¡Otro contexto, amigos, otro contexto!
Así que, entre bombo y platillo, entre verso y estribillo, no se olviden de que Rivera no fue solo una excusa para un chiste de tablado, sino una piedra fundamental de este país. Si hoy están cantando es porque hace casi 200 años alguien se rompió el poncho para que existiera un Uruguay libre, con elecciones, partidos políticos y hasta carnaval.
Dicho esto, les mando un abrazo colorado, un mate bien cargado y una propuesta: ¡cuando quieran debatimos la historia, pero con chorizos al pan y una copa de medio y medio en la mano!
¡Viva el carnaval y viva Rivera!
Atentamente.
Gonzalo Arias
CI 3.072.359-5
Un colorado con buen humor y memoria histórica