¿Se empezará a “aflojar la cincha” de impuestos y tarifas públicas prometida a los votantes? “Hay que ir paso a paso”, responde, invocando de algún modo a la paciencia.
Lo que sigue es una síntesis de la entrevista que la jerarca mantuvo con Búsqueda en la sede del MEF.
–Con la vacunación hubo un desacople del problema sanitario respecto del económico. ¿Se está saliendo de la crisis más rápido de lo previsto?
–Lo que comunicamos esta semana está en línea con lo que habíamos previsto; teníamos la duda de si sería en el tercer o el cuarto trimestre que se alcanzarían los niveles prepandemia, pero más o menos siempre estuvo previsto. Al final del día, el PIB (Producto Interno Bruto) es como un dato intermedio: lo que interesa es tener la plata recaudada que permite hacer los apoyos que pudiste, y la creación de empleos, que es la consecuencia de ese crecimiento económico.
–¿El dinamismo de la actividad que vieron al final del año pasado continúa en el inicio del 2022? Operadores turísticos dicen que la temporada fue floja y está el problema de la sequía en el Norte…
–Tendremos un efecto arrastre mejor del 2021, pero la pandemia terminó afectando al turismo, que es altamente intensivo en empleos. La sequía está focalizada, y si bien es un dato, no hemos afectado nuestra estimación del PIB en función de eso. Si se promedia el año, creemos que estará bastante en línea con el aumento de 3,8% del Producto y los en torno a 40.000 nuevos puestos de trabajo.
–Con el tema sanitario más controlado, ¿cuáles serán las prioridades para el equipo económico en la pospandemia?
–En lo que estamos trabajando fuertemente es en las luces largas, las reformas estructurales. Para crear más puestos de trabajo necesitamos crecer más, y para que eso ocurra hay que hacer reformas estructurales: en la seguridad social, la inserción internacional, la agenda ambiental –que hemos abrazado para ir a la vanguardia– y ni que hablar del tema de vulnerabilidad y la primera infancia, en el cual desde el MEF estamos apoyando. Estamos muy focalizados en todo esto, más allá, obviamente, de gestionar la coyuntura.
–¿Hay, también, una agenda de reformas microeconómicas, como desregulaciones o medidas que faciliten los negocios?
–Esos temas siempre están. Pongo un ejemplo: trabajamos con (la Comisión de) Defensa de la Competencia, que ahora está tan sobre el tapete… ¡y con ellos trabajamos divino! Es un órgano desconcentrado bajo la órbita del MEF y ellos pudieron avanzar notoriamente en un tema que era tranca, el famoso fast track para los procesos de concentración. Se simplificaron para las operaciones de menor porte, lo que descomprimió todo un trabajo administrativo sin sentido; ¡eso fue una reforma microeconómica! Fue un win-win. Con la OPP también trabajamos para bajar barreras para la facilitación de negocios. Son reformas complejas, que involucran aspectos administrativos y jurídicos.
Pero estos temas son quizás más de la gestión de la coyuntura que nuestras luces largas, si bien son reformas importantes porque tienen efecto en el largo plazo.
–La ministra destacó el martes el cumplimiento, por segundo año, de los pilares previstos en la regla fiscal instalada con la LUC. ¿Se están logrando los ahorros estructurales que se prometió en la campaña electoral o, como sostiene el analista Javier de Haedo, solo hubo una represión transitoria del gasto?
–Estamos gestionando las finanzas públicas, lo que para este equipo implica esa prudencia, esa cautela y ese cuidado de los dineros públicos, con el objetivo de que lleguen a quienes más lo necesitan, sin aumentar la carga fiscal a la ciudadanía. Básicamente, ese es el compromiso de este gobierno y se está logrando. Sin subir impuestos, se pudo destinar una cifra enorme, de US$ 2.000 millones, en recursos a las empresas, a los trabajadores, a los hogares vulnerables y a gastos en salud. Esos apoyos ayudaron a reactivar la economía y el empleo, amén del rebote que naturalmente tuvo el mundo todo.
La discusión de Javier de Haedo de si (la baja del gasto) es estructural o no…
–Usted reafirma que hay ahorros estructurales.
–¡Claro que sí! En lo estructural está habiendo ahorro de forma tal que si uno mira el resultado estructural –que, bajo la nueva regla fiscal, depura las partidas extraordinarias y el ciclo económico–, por supuesto se ven ahorros en la, llamémosle, caja no Covid. ¿Cuánto mejora el déficit estructural? De cuatro y pico por ciento del PIB a 2,6%.
O sea que la respuesta a mi amigo Javier de Haedo es: sí, se están haciendo ahorros estructurales.
–Entonces, ¿cuándo se empezará a “aflojar la cincha” a los contribuyentes, como se prometió en la campaña electoral?
–La promesa de campaña del presidente era no subir impuestos, cosa que mi amigo Javier de Haedo ha dicho que es imposible de cumplir. Nosotros, hasta ahora, venimos demostrando que se pueden cumplir las promesas de no subir impuestos y de estabilizar el ratio de deuda, a la vez que se apoya a los hogares vulnerables. Se puede hacer todo a la vez.
–Muchos que votaron a los partidos de la coalición multicolor quizás tienen la expectativa de una baja de la carga fiscal. ¿Su interpretación de “aflojar la cincha” es que alcanza con no aumentársela?
–Hay que ir paso por paso. Estamos en dos años de pandemia, y vuelvo y pongo sobre la mesa que la ciudadanía toda tuvo que destinar US$ 2.000 millones a atender esta emergencia sanitaria. Evidentemente, en este contexto lo que había que hacer era poner los recursos y era muy difícil pensar en una reducción de la carga fiscal. Dicho esto, uno siempre está estudiando alternativas para mejorar las políticas económicas, incluyendo la tributaria.
–En ese sentido, Eduardo Ache, como asesor económico de Cabildo Abierto, afirmó en diciembre en El Observador que existen “pésimos impuestos y malas exoneraciones”, insistiendo con un reclamo de cambios en materia tributaria hecho por ese partido. ¿Qué tiene para decir el MEF?
–Repito lo anterior. Pasamos años muy bravos en los que había que, justamente, ver cómo mantener esa promesa de no subir impuestos a la luz de los gastos que estábamos teniendo. Pasado esto, estamos con las luces largas, de las reformas estructurales. Y claramente estos temas entren en la agenda de análisis, de estudio y de profundización. En la medida que sea para mejorar las políticas económicas, sin lugar a dudas estamos más que dispuestos a hacer lo que haya que hacer.
–Entre otras cosas Cabildo Abierto cuestiona que se den exoneraciones de impuestos a grandes empresas. ¿Hay gasto tributario de ese tipo para cortar?
–Los análisis se hacen todo el tiempo y por ahora no tenemos nada más que decir.
–Al comentar la presentación que hizo el MEF, el senador del Frente Amplio y exministro Mario Bergara señaló que el crecimiento del PBI del año pasado por encima de lo esperado fue “a pura exportación” por “precios internacionales exorbitantes”, y cuestionó que en el gobierno estén “felices” por haber sobrecumplido las “metas fiscales”, su “obsesión”, pero sin “méritos” porque fue a costa de bajar poder adquisitivo de salarios y pasividades. Y el exsubsecretario frenteamplista Pablo Ferreri agregó que “de rumbo estratégico y agenda para el desarrollo, ni noticia”. ¿Qué contesta a esas críticas de la oposición?
–Cualquier analista sabe que una economía pequeña como la uruguaya se ve muy afectada, a favor o en contra, por el contexto internacional. Sin duda que la suba del precio de los commodities ayudó, ¡y bienvenido, porque ayudó a crear empleos! Pero el año pasado no solo crecieron las exportaciones; también lo hizo la inversión y el consumo de los hogares.
Por otro lado, no tenemos una obsesión con el tema fiscal y esas son palabras de ellos. Sí tenemos una obsesión con el empleo, y la política fiscal es un instrumento más de los que hay para generar empleo. En la medida que uno es cauteloso con los dineros públicos puede destinar recursos, como lo hicimos, para proteger empleos. ¿Los hogares vulnerables son una obsesión? Sí. En la medida en que cuidemos los dineros públicos, como lo hicimos gracias a la regla fiscal, se pudieron duplicar las ayudas a esas familias en años de emergencia. Tanto nos preocupan que, además, estamos implementando el programa de primera infancia destinando US$ 50 millones por año –algo bastante inédito en el pasado– para reforzar la educación y la asistencia a los hogares más vulnerables con niños de hasta tres años.
La obsesión con lo fiscal que nos atribuyen hay que entenderla en su justa medida. ¡No es por el número en sí, es por las consecuencias que tiene el no cuidado fiscal! El no cuidado fiscal tiene la consecuencia de subir impuestos como lo hizo el Frente Amplio en 2017; el no cuidado fiscal tiene como efecto un aumento del endeudamiento sistemático, que lo único que hace es tener que destinar una proporción mayor de recursos fiscales al pago de intereses. Hay una obsesión por el bienestar de todos los uruguayos.
Si no es mirar al futuro y tener agenda de desarrollo el fortalecer la educación y dar asistencia a los hogares con niños de cero a tres años –los hombres y mujeres del mañana–, no sé qué interpretación tiene el señor Ferreri. ¿Y no es mirar al futuro proponer una agenda internacional innovadora respecto a lo que venía haciendo el gobierno anterior, que busca poder vender más y mejor lo que producen los uruguayos? ¿No lo es tener una agenda de reforma de los asentamientos y viviendas para los hogares más vulnerables o medios? No ha lugar, no comparto.
–“La LUC está detrás de todo el manejo ordenado que se hizo” en materia fiscal, y es el “respaldo institucional” para cuidar “la plata de todos los uruguayos”, más allá de que “lo haríamos sin eso”, dijo ayer miércoles en Carve la ministra. Si se derogan los artículos referidos a la regla fiscal, ¿se debilita ese respaldo?
–Deja de estar estipulado por ley y de alguna manera pasa a ser más discrecional del gobierno de turno.
Como dice la ministra: estamos convencidos de que es necesario cuidar el dinero de los uruguayos para generarles más empleo y bienestar. Así funcionan las economías saludables. Estamos en el camino, junto con el Consejo Asesor y el Comité de Expertos, tratando de que se entiendan las bondades que trae la regla fiscal a los uruguayos. Es la garantía de que los apoyos van a estar siempre para los que más los necesitan, y de que no se subirán impuestos cuando los números no cierran, como ocurrió en el 2017. Por eso nos gustaría que la institucionalidad fiscal se mantuviera estipulada legalmente y sea una política de Estado. ¡Por eso invitamos a gente de todos los ámbitos para que hicieran sus aportes! El contribuyente debe tener en claro que esto lo trae la LUC.
–Arbeleche destacó en su presentación la “confianza” en el país, tanto externa como interna. En el caso de las calificadoras, ¿esperan que eso se traduzca a corto plazo en una mejora en la calificación que afiance el investment grade?
–En la medida en que se vea que hay prudencia en el manejo de los dineros públicos, que no se subirán impuestos –lo que siempre es una amenaza para la confianza empresarial y del consumidor– y eso genera un círculo virtuoso de crecimiento, inversión y consumo, sin lugar a dudas que eso debería tener su correlato en una mejora en la calificación de riesgo. ¿Para qué nos interesa? Nuevamente: no para colgar el cuadro; nos interesa porque eso trae más inversiones y genera más empleos.
–Los mejores resultados de algunas empresas públicas también contribuyeron a la baja del déficit fiscal. ¿Se está pudiendo cumplir con el capítulo referido a los entes en el documento Compromiso por el país firmado por la coalición multicolor?
–El capítulo central ha sido el trabajo con Ancap y el nuevo sistema de precios de los combustibles. Y OPP, me consta, está haciendo un trabajo importante en establecer cuál debería ser el retorno sobre el patrimonio de las empresas. Hay mucho para hacer todavía, no nos conformamos. Pero vamos por el buen camino.
El tema de los combustibles quizás es el testeo mayor de ese compromiso país, para transparentar la suba de los precios y dar garantías de que no se subirán tarifas con fines recaudatorios.
–Con una mirada de economía política, ¿hubiera sido más acertado postergar la entrada en vigencia del nuevo esquema de fijación de las tarifas de los combustibles? Ahora, además, el conflicto en Ucrania amenaza con mantener el petróleo caro.
–No. La hicimos apenas pudimos, saliendo de la mayor urgencia del Covid. Y para nada la hubiera postergado. Justo hubo al mismo tiempo una suba del precio del crudo a nivel internacional y mayores costos de logística, lo que tendió a confundir el mecanismo con la suba de las tarifas. ¡Pero no solo acá subieron los combustibles! En Estados Unidos, por ejemplo, aumentaron un 40%, y en Uruguay lo hicieron en torno al 30%. Y Estados Unidos no cambió para nada su mecanismo de fijación de los precios de los combustibles.
Hay que seguir explicando las bondades de transparencia y asegurar que los precios seguirán al mercado internacional –para arriba o para abajo–, sin fines recaudatorios.
–Otra variable, con la que quizás el gobierno esperaba tener logros más rápido, era bajar costos de distribución o los propios de Ancap…
–…y en eso se está trabajando. Hay elementos que no son tan sencillos de reducir. Está todo el tema del cemento, el subsidio al supergás… hay aspectos que no se cambian de un día para el otro. Pero que no quepa la menor duda de que estamos trabajando activamente y muy aceleradamente para que esa reducción se dé lo antes posible, porque el compromiso está.
Por otro lado, los temas de Ucrania –más allá de la complejidad que pueden tener– son coyunturales. Pasa y se va; en general esos conflictos no son permanentes, por los siglos de los siglos. Cuando uno se pone a analizar pronósticos serios, la realidad es que no hay ningún analista que se anime a decir: “Los precios llegaron a US$ 100 (por barril), para quedarse en US$ 100”. Estas cosas son muy volátiles. Entonces, ahí está la gestión fina, para mejorar la eficiencia del negocio y aprovechar las oportunidades.
–¿Se logrará encauzar este año la inflación en el rango, dadas las presiones inflacionarias que llegan desde el exterior y la reactivación doméstica?
–La inflación alta en Uruguay en este momento no es un problema del país sino mundial; Estados Unidos está con una inflación del 7,5% y Brasil por arriba del 10%.
Es un tema objetivo y de órbita del Banco Central. Nuestra colaboración es por el lado fiscal; estamos haciéndolo al ser cautelosos con el gasto desde el gobierno central. Es decir, al ser prudentes con el manejo fiscal, también contribuimos con la ciudadanía con la moderación de los guarismos inflacionarios, no solamente por generación de empleos y apoyo a los sectores vulnerables.
- Recuadro de la entrevista
“Todas las maquinarias” tras el TLC con China