Por lo tanto, afrodisíaco puede ser un aroma, un sonido, una sensación, una imagen, una fantasía, un recuerdo, una escena de una película, una textura y, por supuesto, un sabor. Podría decirse que casi todos los alimentos han sido valorados en alguna oportunidad desde un punto de vista erótico. Todos los pueblos y culturas incluían en su dieta alimentos considerados impulsores del deseo carnal.
Por sobre todos los productos que se consideran afrodisíacos, Gonzalez Vera distingue dos: manzana y uva. La primera es el fruto del árbol del bien y del mal, elemento con el que Eva sedujo a Adán para que se rebelara ante su creador. En la mitología griega es el fruto de Afrodita, representativo del deseo y del amor. Las uvas, en tanto, eran elementos infaltables en toda fiesta de la Antigüedad y se asocian al placer, la fertilidad, el vino y sus dioses —Dioniso y Baco— que eran los más festivos.
Al picante de los chiles se le atribuye la capacidad de provocar la secreción de endorfinas, que son un estimulante natural. Del ajo se dice que ayuda porque contiene compuestos que favorecen la circulación y el flujo sanguíneo, ambos necesarios para la estimulación de los órganos sexuales.
Al chocolate, por su sabor, textura y aroma, se le reconoce la capacidad de producir sustancias, como la serotonina, dopamina y endorfinas, que actúan sobre el bienestar anímico. A las legumbres y verduras altas en fitoestrógenos, como las lentejas, soja, garbanzos, brócoli, coliflor y espárragos, se atribuyen propiedades afrodisíacas porque incluirlos en la alimentación ayuda a compensar las pérdida de estrógenos propia de la menopausia, etapa en que la mujer sufre una drástica disminución de la libido.
Al picante de los chiles se le atribuye la capacidad de provocar la secreción de endorfinas, que son un estimulante natural. Del ajo se dice que ayuda porque contiene compuestos que favorecen la circulación y el flujo sanguíneo, ambos necesarios para la estimulación de los órganos sexuales.
El bajo contenido de zinc produce disfunciones sexuales, por lo que las ostras, que son de los alimentos que más de este mineral contienen, son tildadas de afrodisíacas. Eso y su parecido con los órganos genitales femeninos, ya que muchos de los alimentos calificados como afrodisíacos lo son por su aspecto similar a los órganos genitales masculinos y femeninos, como las almejas, bananas, espárragos, higos, berenjenas y las raíces de ginseng.
Además de su asociación con lo afrodisíaco por su apariencia, muchos de estos alimentos han sido históricamente difíciles de conseguir, exóticos o costosos, como el caviar, el foie gras, las vainas de vainilla y las trufas negras. Estas últimas, en particular, son hongos subterráneos que deben ser rastreados por perros y cerdos, capaces de detectar su aroma a kilómetros de distancia. Curiosamente, ese olor que emiten se asemeja al de la testosterona, la hormona sexual masculina asociada al deseo y a ciertos rasgos físicos que también está presente en las mujeres, aunque en niveles más bajos. De ahí su vinculación con lo afrodisíaco.
Si bien se ha investigado si algunos alimentos considerados afrodisíacos tienen un efecto comprobable sobre el deseo sexual, la mayoría de los científicos no ha encontrado pruebas concluyentes para afirmar un vínculo causal. En cambio, sostienen que “la relación entre los alimentos y la libido es más psicológica que fisiológica”, explica González Vera.
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Al picante de los chiles se le atribuye la capacidad de provocar la secreción de endorfinas, que son un estimulante natural
El poder de la mente
La sexóloga médica y neuropsiquiatra Magdalena Joubanoba señala que existen pocas publicaciones que respalden el efecto afrodisíaco de ciertos alimentos y que, hasta el momento, ninguna ha aportado evidencia científica sólida. Si bien descarta la validez de los supuestos efectos de estos alimentos, especialmente aquellos que prometen resultados inmediatos, como la maca —una planta andina cultivada como tubérculo desde hace al menos 3.000 años y utilizada como energizante, para la infertilidad masculina, los efectos de la menopausia y el aumento del deseo sexual en personas sanas—, explica que el deseo sexual es un fenómeno multifactorial, con influencias biológicas, hormonales y psicológicas. En este sentido, desde un enfoque psicológico, el consumo de alimentos afrodisíacos podría, efectivamente, estimular el apetito sexual.
“Si una persona piensa que comer un chocolate le va a aumentar el deseo, está bueno, porque psicológicamente influye. De hecho, a veces les podés decir a las parejas que se preparen una comida afrodisíaca, algo que les guste, que les genere ese contexto erótico. Es algo psicológico que va a favorecer el deseo sexual, pero no lo va a estimular en el sentido estricto, bioquímicamente”, explica Joubanoba.
“Igual que sucede con los medicamentos o con la consulta médica, el efecto placebo es muy importante”, señala Joubanoba. “Cuando le indicás un tratamiento a un paciente y tiene confianza en ese tratamiento, a veces al otro día te llama y te dice que ya le está haciendo efecto. Ya se está sintiendo mejor aunque vos sabés que la medicación le va a empezar a hacer efecto recién a los 15 días ”, cuenta, y asegura que, como en otros aspectos, la mente también juega un rol muy importante en el ámbito de la sexualidad.
La especialista señala que los resultados positivos del efecto placebo de los alimentos afrodisíacos se dan en casos en los que no existen disfunciones sexuales instaladas, malos vínculos afectivos o un mal relacionamiento en la pareja. En esos casos pueden llegar a ser contraproducentes: “Va a ser mucho peor porque le estás dando al paciente una probable solución y lo va a frustrar mucho más cuando esta no lo ayude”, asegura.
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La maca es una planta andina cultivada como tubérculo desde hace al menos 3.000 años y utilizada como energizante
Si bien no hay evidencia concreta de que un alimento específico aumente el deseo o el rendimiento sexual, una buena alimentación sí está vinculada al apetito sexual. “La calidad de vida es fundamental. Alimentarse bien y hacer ejercicio físico es primordial”, asegura Joubanoba. La especialista explica que una mejor circulación sanguínea es el resultado de años de hábitos saludables y debe mantenerse en el tiempo. “Consumir un alimento vasodilatador minutos antes de una relación sexual no tendrá un efecto inmediato ni en el deseo ni en el rendimiento”, advierte.
¿Abrimos un vinito?
En la Antigüedad, el culto a los dioses del vino y la vida alegre —Dioniso en la mitología griega y Baco en la romana— se celebraba con grandes festejos en los que el consumo de alcohol era desmedido y derivaba en orgías masivas, socialmente aceptadas. Sin embargo, como escribió Shakespeare en Macbeth, el alcohol “provoca el deseo, pero impide la ejecución”. Hoy, la ciencia respalda las palabras del poeta y dramaturgo británico.
Si bien en cantidades moderadas el alcohol puede desinhibir, relajar, alegrar y dilatar los vasos sanguíneos —efectos que favorecen una relación sexual—, su consumo excesivo provoca aletargamiento y pérdida de actividad muscular, incluidas las respuestas propias de la sexualidad.
La sexóloga Magdalena Joubanoba explica que el alcohol disminuye las inhibiciones, pero no potencia el placer. “Facilita la iniciación de la actividad sexual en personas muy inhibidas, pero hay que tener mucho cuidado con las cantidades. No aumenta el placer y, en dosis altas, es contraproducente”.
En parejas sin disfunciones sexuales puede beberse una copa de vino como un elemento ocasional para salir de la rutina y celebrar, siempre que el consumo sea moderado. “Si la pareja ya tenía el hábito de tomar, se puede recomendar una copita de vino para festejar”, explica, aunque insiste en que el abuso de alcohol, al igual que el consumo de drogas, afecta negativamente la vida sexual.
Los verdaderos afrodisíacos
Joubanoba recuerda a la reconocida psiquiatra y sexóloga de la década del 70 Helen Kaplan, quien afirmaba que los tres mejores afrodisíacos eran el amor, el tiempo y las fantasías sexuales. Coincide en que la etapa del enamoramiento es el mayor afrodisíaco que existe y añade que, si hay una sustancia con verdadero efecto en el deseo sexual, esa es la testosterona.
Esta hormona se prescribe a hombres con niveles bajos comprobados y a mujeres posmenopáusicas, pero siempre bajo indicación médica. “En hombres que la consumen sin necesitarla puede provocar una castración química”, advierte la especialista.
¿Qué decir entonces de los alimentos afrodisíacos? Que si se disfrutan con conciencia y moderación, en un ambiente de exploración sensorial y diversión en pareja, pueden tener en efecto resultados positivos, sobre todo cuando se combinan con una alimentación equilibrada y ejercicio regular.