Lula, el Señor está contigo

Los siglos recientes, el siglo XX completo y el siglo XXI en pleno desarrollo, nos han proporcionado algunos, muchos de ellos positivamente providenciales y otros no tanto, pero la obra y gracia de todos ellos queda oscurecida y opacada por el más grande pacifista de todos los tiempos. Ni Gandhi ni Mandela, sino Luiz Inácio Lula da Silva, profeta de la paz, artífice de la comprensión humana, promotor de la coexistencia pacífica en este mundo lleno de desentendimientos, agresiones, maldades y perversiones.

La Providencia divina es un concepto teológico que se define como la manifestación del amor que Dios le tiene al hombre para permitir que el hombre pueda salvarse.

La Providencia no siempre es benévola con el hombre. Hay veces en la que es terrible, como en los casos del Diluvio o de la Torre de Babel. Pero, aunque parezca que Dios no es justo y lo ha abandonado al hombre, tan solo lo está probando.

Es así que, en los tiempos que corren, ya está a punto de terminar con la guerra entre Rusia y Ucrania, con la terrible situación bélica e inhumana de Gaza, con el conflicto armado entre los ciudadanos británicos y los inmigrantes musulmanes y con la controvertida situación que se ha creado en Venezuela tras las recientes “elecciones” que “ganó” Nicolás Maduro.

Lula se ha reunido en Moscú con Putin y en Kiev con Zelenski, y ambos han acordado que jugarán un partido de tenis a tres sets en el cual el que vence gana la guerra y el que pierde entrega las armas y se rinde. Si gana Putin, se queda con Ucrania y, si gana Zelenski, se queda con Rusia y Putin se exilia en las islas Maldivas.

El conflicto de Gaza es un poco más complicado, pero Lula se ha reunido con Netanyahu en Jerusalén y con los líderes de Hamás en Catar y han formado una comisión, presidida por el propio Lula, que analiza una solución que pasaría por la reconstrucción de Gaza financiada por el emir de Catar, quien asimismo enviaría un tren para llevar a los rehenes israelíes de vuelta a casa, crearía un cogobierno israelí-palestino con la presidencia alternativa anual y decidiría el cierre de Hamás, transformando a los guerrilleros en obreros de la construcción, en una especie de Sunca del Medio Oriente, levantando los edificios bombardeados y promoviendo la reinstalación de los ciudadanos gazatíes en sus antiguas casas. El programa incluye la creación de colegios mixtos israelí-musulmanes, con profesores y maestros de ambos orígenes, que enseñarían a niños israelíes y musulmanes en clases mixtas.

En Venezuela, la solución está en trámite. Lula se ha reunido en un asilo de ancianos con el papa Francisco, el presidente Biden, el nuevo presidente de Irán, con Xi Jinping, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y con el reciente ganador de las elecciones venezolanas, González Urrutia, en un retiro espiritual tendiente a sugerirle a Nicolás Maduro que renuncie a la presidencia usurpada de Venezuela y la sustituya por la gobernación del Kurdistán, región en permanente disputa entre Turquía, Irak, Irán y Siria, la que se unificaría con el fin de que Nicolás Maduro logre pacificarla y transformarla en un rico y próspero territorio como lo es hoy Venezuela, concediéndole a Maduro además el Premio Nobel de la Paz y el título de rey del Kurdistán reunificado.

Lula sabe que el tiempo humano para Dios no tiene valor. La recompensa del hombre no estará en la historia, sino fuera de ella. Los designios de Dios son inescrutables y la sabiduría del hombre es limitada para comprenderlos.

Lula está plenamente confiado en que logrará su propósito, basado en los más elementales principios del respeto a la paz y a los derechos humanos que él viene sembrando en el planeta desde que Dios lo iluminó para que pudiera ser, gracias a la Providencia, un hombre providencial.

Muchas estatuas de héroes que han sido, o se han creído, providenciales han caído a lo largo de la historia: la de Lenin, la de Franco, hasta la de Cristóbal Colón, la de los Somoza, la de Pinochet, la de Saddam Hussein y, en estos últimos días, la de Hugo Chávez.

La que la humanidad le erigirá a Lula durará para siempre. Está pensado erigirla en Montevideo, en los jardines de una amplia y antigua residencia ubicada en Millán 2515.