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Uruguay mantiene bajos niveles de subalimentación, pero enfrenta desafíos en seguridad alimentaria y obesidad
El futuro canciller uruguayo, Mario Lubetkin, afirmó que América Latina y el Caribe mostraron por segundo año una reducción de los indicadores de prevalencia del hambre y es la única región con esta tendencia positiva
Mario Lubetkin en el Palacio Legislativo en Montevideo
FOTO
Javier Calvelo / adhocFOTOS
Este lunes 27, el futuro canciller uruguayo Mario Lubetkin, quien actualmente se desempeña como representante regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), participó de la presentación del informe Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición.
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Se trata de una publicación anual que reúne diversos indicadores vinculados al segundo objetivo de desarrollo sostenible (ODS), hambre cero, y a las metas de la Asamblea Mundial de la Salud. En esta edición el documento incluyó, además, los efectos que la variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos generan en los sistemas agroalimentarios, por ejemplo, al reducir la productividad agrícola, alterar las cadenas de suministro de alimentos y aumentar los precios de los productos.
Uruguay es uno de los países con mejores resultados en algunos indicadores, pero enfrenta desafíos significativos en un contexto de creciente variabilidad climática. Por un lado, mantiene una prevalencia de subalimentación inferior al 2,5% tanto en el período 2014-2016 como en 2021-2023, lo que lo sitúa entre los de menor prevalencia en la región. Por otro, el informe señala que Uruguay aún enfrenta retos relacionados con la inseguridad alimentaria moderada o grave, cuya prevalencia alcanzó el 15,7% en el último período.
Aumento en la frecuencia de fenómenos climáticos extremos
En cuanto a la relación de los fenómenos climáticos extremos y la inseguridad alimentaria y nutricional, el documento señala que América Latina y el Caribe es la segunda región más expuesta a estos fenómenos después de Asia. Aunque no detalla el impacto específico de estos fenómenos en Uruguay, sí ofrece un panorama regional que permite inferir algunos riesgos y desafíos para el país, al mencionar que hoy el 74% de los países de la región tienen una alta exposición a fenómenos climáticos extremos y que, además, el 52% son vulnerables a impactos negativos en su seguridad alimentaria.
Al mismo tiempo, menciona que la proporción de países expuestos a este tipo de eventos aumentó del 11% en el período 2003-2007 al 44% en 2018-2022. Esto significa, agrega el documento, que los países de la región, incluido Uruguay, están experimentando un aumento en la frecuencia e intensidad de sequías, inundaciones, tormentas, lo que, por ejemplo, afectó la producción de maíz en 2023, indica.
Por otro lado, el informe resalta la necesidad de “fortalecer la resiliencia de los sistemas agroalimentarios”, ya que la variabilidad climática puede afectar la producción de alimentos y las cadenas de suministro (sobre todo al momento de una importación), aumentando la inseguridad alimentaria. Para ello, recomienda implementar medidas para adaptar la producción agrícola a la variabilidad del clima, diversificar los cultivos y mejorar la gestión del agua; desarrollar sistemas de alerta temprana que permitan anticipar y mitigar los impactos de los fenómenos climáticos extremos; y mejorar la recopilación de datos, ya que, “a medida que se intensifica la variabilidad del clima, los esfuerzos de recopilación de datos han ido quedando rezagados”.
La mirada de Mario Lubetkin sobre el informe Panorama regional
Lubetkin explicó durante su intervención que el informe presentado destaca tres ejes claves. Por un lado, hace foco en los datos presentados en 2024 en el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2024 (SOFI), en el cual “se reportó un retroceso de 15 años en los avances contra el hambre, lo que pone en riesgo los objetivos de la agenda internacional”. Sin embargo, destacó que América Latina y el Caribe lograron obtener “avances significativos en su lucha contra el hambre”, al mostrar por segundo año consecutivo una reducción de estos indicadores.
“Este progreso se atribuye a factores como la recuperación económica tras la pandemia de Covid-19, el incremento en el gasto público en protección social, el impulso al comercio internacional y las mejoras en empleo y salarios”, indicó.
Por otro lado, dijo que el nuevo informe “profundiza en efectos de la variabilidad del clima y los fenómenos extremos como determinantes clave de la inseguridad alimentaria”. Explicó que las sequías, las inundaciones y las tormentas son eventos que “reducen la productividad agrícola, desestabilizan las cadenas de suministro y elevan los precios de los alimentos”, algo que se agrava debido a “problemas estructurales como conflictos, crisis económicas, desigualdad y el limitado acceso a dietas saludables”.
En tercer lugar, dijo que el documento destaca “la importancia de implementar una respuesta integral, basada en políticas y acciones” diseñadas para fortalecer la capacidad de los sistemas agroalimentarios, de manera de “anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar de manera positiva, eficiente y eficaz frente a diversos riesgos, incluyendo los desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”.
“La próxima Reunión de Ministros de Agricultura de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en 2025 —que se llevará a cabo en Comayagua, Honduras— será una ocasión para consolidar compromisos y avanzar en políticas que fortalezcan la seguridad alimentaria y la nutrición en la región”, comento Lubetkin. También se refirió a instancias como el Foro Económico de la CAF y la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza promovida por el G20, instancias que, a su entender, “refuerzan la cooperación entre países para erradicar el hambre”.