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    A un mes de la primera vuelta

    La oposición llega a la elección nacional con viento a favor. Si voy por la pista correcta, aunque el asunto sigue siendo motivo de debate en el Olimpo y la decisión no está tomada, la mayoría de los dioses están de su lado

    Columnista de Búsqueda

    La campaña electoral más anodina de los últimos tiempos se acerca a sus momentos decisivos. Les propongo revisar cómo llegan los principales partidos a la cita del 27 de octubre. ¿Cuáles son sus principales desafíos?

    Comencemos por el Frente Amplio (FA). La oposición llega a la elección nacional con viento a favor. Si voy por la pista correcta, aunque el asunto sigue siendo motivo de debate en el Olimpo y la decisión no está tomada, la mayoría de los dioses están de su lado. Después de cuatro años de trabajos de demolición y de oposición sistemática, el discurso frenteamplista cambió de tono y se volvió más moderado y conciliador. La reciente confirmación de Gabriel Oddone como ministro de Economía va exactamente en esa dirección. Esta película ya la vimos hace 20 años, cuando el FA pasó a toda velocidad del tono apocalíptico de Tabaré Vázquez, en 2002, al ajuste en el margen con Danilo Astori en los comandos de la política económica desde julio de 2004 en adelante. De acuerdo a la información que surge de los sondeos de opinión pública, el FA recuperará como mínimo la mitad del caudal electoral perdido hace cinco años. Su oferta, ciertamente, no brilla. Yamandú Orsi se escapa por la tangente evitando las entrevistas más exigentes. Recorre el país, va y viene, dice y se contradice, intentando conformar una base electoral extraordinariamente heterogénea. Es obvio que el candidato frenteamplista no tiene ni la autoridad de Tabaré Vázquez ni el carisma de José Mujica. De todos modos, la contundencia que le falta a la fórmula presidencial será al menos parcialmente compensada con la presencia de Oddone y con el aporte de la poderosa maquinaria de militantes y votantes frenteamplistas activados.

    Al Partido Nacional (PN) este tramo de la campaña se le hizo cuesta arriba. Lo que pasó es muy curioso. Álvaro Delgado transitó la primaria con solvencia, sin sobresaltos ni complicaciones. El precandidato oficialista hizo todo bien hasta la noche del 30 de junio. Logró el apoyo de una enorme coalición interna. Estructuró una propuesta programática sólida, con una idea fuerza simple y potente: ofrecerle al país continuidad y cambio, en sus propios términos, un “segundo piso de transformaciones”. Sin embargo, desde que se convirtió en candidato único del PN, Delgado no ha logrado tener el protagonismo que se podía esperar. De hecho, como analizamos en otros momentos, su arriesgada decisión de incorporar a Valeria Ripoll como compañera de fórmula le generó más problemas que soluciones. Teniendo credenciales, equipo y propuesta, el candidato nacionalista no ha podido marcar la agenda de la campaña electoral. Lo que dice y hace despierta poco interés. No llama la atención del público ni genera demasiado entusiasmo en los votantes de su partido y de la coalición. Viene el mes decisivo. Cabe preguntarse hasta qué punto la magia de la publicidad electoral (esa avalancha que se nos viene) podrá aportar la cuota de esperanza, emoción y persuasión que la fórmula presidencial no ha podido generar.

    La sorpresa de la campaña, desde luego, es Andrés Ojeda. Acá hay energía y velocidad. Lo que hace y dice el candidato colorado sí llama la atención y es motivo de conversación. El candidato logró unir y movilizar a los colorados. El símbolo más evidente del clima de esperanza que ha vuelto a hacer vibrar al viejo partido de la Defensa es el regreso a la actividad electoral de Pedro Bordaberry. Las diferencias entre Ojeda y Bordaberry, que tanto están dando que hablar, no son menores. Los dos tienen estilos muy distintos. Por un lado, el “nuevo”, el joven, el irreverente que juega al adolescente, el que rompe los códigos tradicionales, el que tiene a Luis Lacalle Pou como referente y llega al extremo de poner el bienestar animal a la altura de la política económica. Del otro lado, “lo viejo”, el veterano de tantas batallas, el adulto que enfatiza su madurez, el que evoca a Joaquín Suárez y encarna la tradición de estadistas del Partido Colorado de todos los tiempos. Este contraste no es, al menos por ahora, una competencia por el liderazgo del partido. No creo que esto le interese a Bordaberry. En verdad, la tensión entre ambos fortalece la propuesta electoral de los colorados. Desde mi punto de vista, de todos modos, si Ojeda realmente aspira a conseguir la proeza de superar a Delgado y colarse en el balotaje, debe recordar que Uruguay no es España. El público uruguayo no está acostumbrado a presidentes tan jóvenes. Muy por el contrario, los jóvenes en este país, que son pocos, están siempre bajo sospecha.

    Para Cabildo Abierto y el Partido Independiente (PI) la elección de octubre será un desafío inmenso. Guido Manini Ríos ha sido el socio más difícil. No abandonó la coalición ni rompió con el presidente, pero, desde marzo de 2020, dejó siempre constancia pública de sus diferencias con el piso 11 de la Torre Ejecutiva. Lo hizo de un modo tan sistemático que terminó siendo visto, por muchos votantes de la coalición, como la piedra en el zapato. A medida que fue pasando el tiempo, y a pesar de haber logrado instalar temas muy importantes como el problema del endeudamiento de casi un millón de personas, Cabildo se ha ido debilitando. La primera señal fue la salida de Daniel Salinas, un ministro muy apreciado. Luego, la destitución de Irene Moreira. Más tarde, abandonaron el partido algunos legisladores destacados, como Elsa Capillera y Eduardo Lust. Pablo Mieres ha sido un ministro dedicado y exitoso. Tuvo que manejar nada menos que la relación con el movimiento sindical en tiempos de fuertes restricciones económicas (pandemia, sequía, diferencia cambiaria con Argentina). Otras figuras del Partido Independiente ocuparon con solvencia cargos de relevancia en el gobierno. El gran desafío para el PI es evitar que sus potenciales votantes sean captados por la creciente competencia entre blancos y colorados. El de Cabildo Abierto, mientras tanto, es impedir que sus votantes de derecha sean captados por los colorados y que los de izquierda vuelvan al Frente Amplio.

    Ya veremos cómo encaran los partidos este mes decisivo. El debate público respecto a las dos propuestas de reforma constitucional planteadas (seguridad social y allanamientos nocturnos en hogares) agrega una cuota adicional de confusión.