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No es algo nuevo lo que está ocurriendo. Basta con repasar un poco los 15 años del Frente Amplio en el gobierno nacional como para registrar varios episodios similares a los ocurridos durante el primer mes de la administración encabezada por el presidente Yamandú Orsi. Se trata de una vieja estrategia ya puesta a prueba en muchas oportunidades y que le ha dado al Frente Amplio muy buenos resultados.
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El esquema es muy simple. Uno de los principales referentes del gobierno de turno dice que algo es blanco. Otro, que puede ser también un dirigente de primera línea con un cargo ejecutivo o legislativo, le contesta que es negro. Entonces, luego de un ruidoso intercambio público, aparecen el presidente de la República o algunos de sus dirigentes más cercanos, destacan la importancia de los grises y adoptan el camino del medio. Es una buena forma de dejar a casi todos los votantes contemplados y de focalizar la discusión en la interna partidaria y no con la oposición.
Algo de eso ha ocurrido con el ministro de Economía, Gabriel Oddone, y varias de sus declaraciones públicas durante el mes y medio que lleva de transcurrido el actual gobierno. Oddone suele ser muy directo y sincero, dice lo que piensa con base en su formación profesional y no entra en la pirotecnia política menor. Es además muy precavido en los temas económicos como forma de cuidar la imagen de seriedad con la que cuenta Uruguay, que tan imprescindible es para sus planes de gobierno.
La mirada contemplativa a la administración anterior y hasta halagadora en algunos asuntos puntuales que tienen Oddone y también la parte más importante del equipo económico no es compartida por varios de los legisladores de primera línea del oficialismo. Al contrario, hablan del “mamarracho” de las últimas autoridades económicas, de “bombas” que quedaron en distintos lugares del Estado a punto de estallar y de otros supuestos horrores heredados del anterior gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou.
Uno, el que tiene a cargo la economía del país, va por el camino conciliador, y para eso utiliza un discurso moderado y sensato. Los otros, los que tienen que oficiar como soldados desde el Parlamento, recurren a un discurso más confrontativo y destructivo. Es probable, además, que tanto Oddone como los legisladores estén absolutamente convencidos de lo que están diciendo. Pero también hay que tener en cuenta que todos ellos pertenecen a una misma colectividad política y a un mismo gobierno. Son funcionales a él.
Sobre estos chisporroteos internos del oficialismo el presidente Orsi ha dicho en más de una oportunidad durante las últimas semanas que cree en la libertad y que la aplica para los integrantes de su gobierno. Que cada uno de los jerarcas y legisladores tienen derecho a decir lo que les parezca, señaló, pero advirtió que la última palabra la tienen él y el programa mediante el cual el Frente Amplio llegó al gobierno. También recomendó no recurrir al “fatalismo” cuando se van a evaluar cuestiones económicas que involucran a la situación actual del país.
A simple vista, puede parecer un respaldo de Orsi a su ministro de Economía. Y lo es. Pero tampoco condena del todo a los que eligen acomodarse y disparar a sus adversarios desde su trinchera, con la cara pintada como para la guerra. A esos no llega a condenarlos. Al contrario, defiende su libertad de decir lo que piensan.
Otra vez, Orsi no está innovando en este aspecto. Así también se desempeñaron los anteriores presidentes de la República del Frente Amplio, con buenos resultados. Una parte les habla a unos y la otra a los que están en la vereda opuesta y todos quedan cobijados bajo la misma sombrilla, la del Frente Amplio, sin tener necesidad de mudarse a otro lugar. Así intentan dejar contentos a unos y otros.
El tema es que, en algún momento, además de decir, hay que hacer. Y ahí se reducen las posibilidades de dejar a todos contentos. O se opta por uno de los caminos posibles o por el otro. A la hora de gobernar es imposible abarcar a todos, porque las diferencias entre unos y otros son demasiado grandes. Así que todavía está por verse quiénes son los que quedan más satisfechos con el rumbo del gobierno.