Para mí, Tu cara me suena llegó en el momento justo. Yo estaba mucho más centrada en la comunicación que en lo artístico a nivel laboral, y esto mezcla las dos cosas en un formato que es alucinante, que está muy bien hecho. Además, creo que tengo la edad. Es este el momento para ponerme a jugar y disfrutar de lo artístico, que me encanta. Las instancias de grabación fueron increíbles. Por suerte, me lo pude tomar para el disfrute. Sí es verdad que fue estresante, porque se grabó muy de corrido, rápido. Hubo muy poco tiempo de ensayo. Pero yo lo disfruté y fue una experiencia alucinante.
¿Cuál fue el personaje que más te costó interpretar?
Tini, que es la que va a salir en el programa del lunes 16. Nada que ver conmigo, fue algo que me dio mucha vergüenza hacer. Tuve que bailar y hacer cosas que me dan mucha vergüenza. Me costó hacer algo que no quedara paródico o burlón, porque la cantante tiene una impronta que es bastante más sensual de lo que soy yo. Lo que hace no me parece ni de cerca algo digno de ser burlado, solo que no me sale. El otro que me costó fue Frank Sinatra. Además, grabé la interpretación de Frank Sinatra y el siguiente programa fue el de Tini.
Para interpretar a Julieta Venegas tuviste que aprender a tocar el acordeón en un día...
Sí, lo que nos pasó fue que llegó el acordeón el mismo día de la grabación y cuando lo agarramos nos dimos cuenta de que no podíamos cerrarlo y abrirlo sin tocar las teclas. Y si tocás las teclas, el acordeón suena. Entonces, tenía que tocarlo bien, porque iba a sonar igual, entonces me puse a aprender.
¿Cómo hiciste?
No sé, me puse a ver videos de ella para sacar las notas que tocaba en el acordeón y me lo tomé como un desafío divertido para ponerme a jugar con el instrumento. ¡Estuvo buenísimo! Son esas cosas que te las podés tomar a mal y decir: “¡Ay no! ¡Justo me llega el acordeón hoy y no sé tocar!”. O te podés divertir con el tema y ponerte a intentar aprender a tocarlo, que fue lo que hice. Me lo tomé con humor y realmente me divirtió el desafío.
A partir de esto, ¿no te picó el bichito de desarrollar tu propia carrera musical como solista?
Sí, en algún momento quiero tener tiempo para dedicarme a eso. Me encantaría. No es mi prioridad en este momento, por eso no lo encaro. Pero sí es uno de mis objetivos a largo plazo, en algún momento, hacer música. Me encantaría, siempre me gustó escribir, inventar melodías. Sé que sería algo que disfrutaría mucho, pero no es el momento ahora.
Tenés una vasta experiencia en carnaval. ¿Cómo nació tu gusto por el carnaval?
Siempre fui al tablado. Mi tío (Carlos Tanco) escribía en Agarrate Catalina y mi madre (Valeria Tanco) también era bastante amiga de la gente de esa murga, entonces cuando era chica iba a los ensayos. Nunca fue una cosa que me apasionara la murga o el carnaval. Sí disfrutaba mucho como espectadora y me parecía una forma de arte uruguaya muy auténtica, necesaria. Nunca soñé con salir en carnaval. Después me pasó que la experiencia superó las expectativas, porque me llamaron para mi primer carnaval y recuerdo que dije: “¿Esto era salir en carnaval? ¡No tenía ni idea!”.
¿Qué recuerdos tenés del primer carnaval en el que integraste la murga Doña Bastarda?
Fue intensa, muy intensa. Muy linda también. Yo tenía 19 años y me choqué con el cansancio, la intensidad, el contacto con la gente y todo. Lo lindo y lo malo, todo junto. De afuera no te imaginás lo que es salir en carnaval. Son cinco tablados por noche, más o menos; todas las noches, no hay un día de descanso. Después te despertás y te vas a trabajar. Pero también me encontré con una manera de hacer arte que no era la que había estudiado, no era a la que me había dedicado, y me encantó. Por eso decidí seguir en esto. Para mí, el carnaval es hermoso y es, en este momento, un gran pilar en mi vida.
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Mauricio Rodríguez
Luego pasaste a Asaltantes con Patente, donde te dieron un solo en el que interpretabas a la Memoria hablando de los desaparecidos. ¿Ese rol se te planteó de entrada?
Yo no lo sabía hasta que me lo plantearon. Fue en un momento en el que ya estábamos con varias cosas planteadas del espectáculo, bastante avanzados, y fue muy sorpresivo y muy lindo también. Leyendo la letra pensé “¿esto voy a hacer yo?”. Era un peso muy grande, muy importante, hay mucha gente que ve carnaval. Todos los días vas pasando por los barrios y cantando algo que es tan importante para la historia del país, para la gente, que sigue superlatente. Por más que sea un tema que se sigue nombrando muchísimo en carnaval, siempre que se nombra hay algo que pesa, porque tiene un peso muy grande en nuestra historia y para nosotros como uruguayos. Es una responsabilidad muy grande, o por lo menos yo lo tomé así.
¿Cómo llevaste el hecho de haber sido la única mujer en una murga en la que no solo eran todos hombres, sino que la mayoría te doblaban la edad?
No era la única mujer en la murga, era la única que se subía al escenario. Hay una red de mujeres atrás también trabajando para la murga, no solo en vestuario, sino también las esposas y las familiares de los murguistas, que están todo el tiempo acompañando. Asaltantes es una murga muy familiera. Nunca me sentí la única mujer de la murga. Pero sí era la única que se subía al escenario. Era la más chica, además, tenía tres años de carnaval arriba. Algunos tenían como 40. Y yo me tenía que parar adelante, por ejemplo, a marcarles la puesta en escena. Había una presión que me ponía yo misma, porque ninguno de ellos me hacía sentir ni incomodidad ni presión. Nunca me hicieron sentir menos ni me subestimaron, siempre me trataron con muchísimo respeto. Cuando me propusieron encargarme de la puesta en escena con otros dos, el primer pensamiento que se me vino a la cabeza fue: “Tengo casi nada de experiencia en carnaval en comparación con estos tipos, soy mujer, además...”. Porque sé que eso genera un prejuicio que estamos intentando romper y que se está avanzando para que se rompa, pero que se empezó a romper hace muy poquito. Fue mucha la presión que me puse yo en mi cabeza, para después encontrarme con que eran los mismos de siempre. Me recibieron con la mejor, superhumildes, con la cabeza abierta, haciendo todo lo que les marcaba.
¿Nunca te tocó responder a un comentario machista o vivir alguna situación de discriminación de género?
En la murga no, para nada.
¿Cómo se tomó tu familia el hecho de que empezaras a salir en carnaval siendo mujer y tan joven?
Más o menos, porque ellos conocen un viejo carnaval. Saben mucho sobre los pros y los contras que tiene el ambiente. Siempre me dijeron: “Está buenísimo que te metas, pero tené cuidado de esto, esto y esto, prestá atención”. Siempre con mucha conciencia de que no me nuble, porque en carnaval por dos meses sos como una estrella de rock y después viene la vida real. Mi familia siempre me dijo “cuidate”.
¿De qué te tenías que cuidar?
De la gente, del concurso, de algunas personas del ambiente. Después me encontré con que todo eso es supermanejable y que no pasa nada. Pesa mucho más lo lindo que lo feo.
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Mauricio Rodríguez
Sos hija de Valeria Tanco (comunicadora, directora del Instituto de Letras) y sobrina de Carlos (Darwin Desbocatti). ¿Te molesta que te conozcan como “hija de”?
No, para nada. Al contrario, para mí es un honor.
Se dice mucho que en Uruguay no se puede vivir del arte o que es muy difícil. ¿Pensás apostar por tu país o tenés intenciones de probar suerte afuera?
A mí me encanta Uruguay, yo me quiero quedar acá. Es real, es imposible vivir del arte en este país, y también por eso tuve que empezar a desarrollarme en otras áreas. Hay gente que lo logra, pero son los menos. Es una mentira eso de “soñalo y lo vas a poder hacer”. Por eso yo también empecé a desarrollarme en otras áreas que después por suerte me terminaron encantando. Hoy no me pesa tener que dedicarme a otra cosa, además de lo artístico. Pero no me voy porque me encanta Uruguay, me encanta la cultura de nuestro país, me encanta que sea tranquilo, que haya poca gente. Todo eso que a muchos capaz que no les gusta. Me es muy difícil imaginarme en otro lado.
Si tuvieras la posibilidad de decirle algo a una adolescente o una mujer de 18 años que está por empezar a salir en carnaval, ¿qué consejos le darías?
Que se cuide mucho, que no pierda la perspectiva de las cosas, que tenga los pies sobre la tierra, que no se deje llevar por el concurso ni por la gente que habla. Hablar van a hablar siempre. Que lo que lea en redes sociales es un nicho muy chiquito, tampoco es la vida entera. Y que el carnaval es un lugar hermoso, pero que hay que transitarlo con conciencia. Que se prepare, que estudie, que por suerte ahora el carnaval está cada vez más profesionalizado.
Hablando de las redes sociales, es un mundo en el que cualquiera puede opinar detrás de un celular. ¿Recibís muchos comentarios negativos o de odio?
Por suerte, no. Pero entiendo que, como ahora son todos comentarios positivos, mañana pueden ser negativos. La gente habla por hablar y es un nicho muy chiquito, no hay que perder de vista eso. Lo vemos todos, porque nos aparece a todos, pero no es la opinión de todo el mundo. Sí es algo que se contagia: uno dice algo en redes sociales y capaz que otro lo ve y lo repite. Pero eso no significa que la gente que te ve piense lo que piensa la gente de las redes sociales. Yo ahora, por suerte, estoy llena de comentarios positivos. Pero el día de mañana sé que pueden ser negativos, entonces si me tomo los positivos con peso fuerte y pienso “¡buenísimo, lo que hago le gusta a todo el mundo!”, después mañana me llega un comentario negativo y me va a destrozar. En ese sentido, también hay que cuidarse.
¿Sentís la presión, por una cuestión generacional y de mostrar tu trabajo, de tener que estar publicando contenido todo el tiempo?
Sí, la siento. Además, yo soy horrible manejando las redes y nunca subo nada. Subo muy poco, pero sé que es algo que tengo que mejorar en función de mi trabajo. Me tengo que acoplar y debería empezar a usar más las redes sociales, es un debe.
Fotos: Mauricio Rodríguez / Producción: Sofía Miranda Montero / Maquillaje y pelo: Pau Melgar