¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
$ Al año*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
$ por 3 meses*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
stopper description + stopper description

Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

Suscribite a Búsqueda
DESDE

UYU

299

/mes*

* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

Gabriel Guerra: “Siento que es injusto trabajar 11 meses para disfrutar uno solo”

Edad: No declara • Ocupación: Gerente general de The Grand Hotel Punta del Este • Señas Particulares: Juega al papi fútbol desde hace 15 años; pasó la posta de hacer el asado a sus hijos

Redactora de Galería

¿Cuál fue su primer trabajo? Fue en Citibank­, hace muchísimos años. Después trabajé en PepsiCo, en Enjoy, en el hotel Awa y, desde hace tres años, en The Grand Hotel.

¿Cuándo empezó su vínculo con las motos? Hace ocho o nueve años. Al principio, no tenía la aprobación de la familia. En un viaje a Italia vimos muchas Vespas y mi señora accedió a que, si iba a tener una moto, fuera una Vespa. Apenas volvimos, compré una blanca. Con el tiempo, quise otra con más potencia y prestaciones para distintos terrenos. Terminé comprando una Honda más grande. Por suerte, mi señora me acompaña de copiloto mucho más de lo que imaginé.

¿Es fierrero? Honestamente, no. Si a la moto le pasa algo, no tendría idea de cómo solucionarlo. Intento no salir solo y siempre hay alguien que da una mano. Existe un espíritu solidario en el mundo de la moto: si ves a alguien parado, parás a ayudar.

¿Cómo fue su niñez? Muy divertida. Viví en Parque Miramar y después nos mudamos a Pocitos, donde crecí. Más tarde me fui a Colonia. En Miramar la calle era de pedregullo, jugábamos al cordoncito en la calle, algo impensable hoy. En ese momento iba al Colegio Elbio Fernández, entonces era el último que dejaban, esos viajes en bañadera eran eternos.

¿Es futbolero desde chico? Sí, desde siempre. Jugué al fútbol y al tenis; el tenis lo fui dejando gradualmente, pero tengo intención de retomar. Ahora juego al pádel. En cuanto al fútbol, jugué en una liga de acá, que dejé justamente por los horarios de los partidos y porque hoy lo juego más por lo social que por lo deportivo. Había gente muy pasional y mi idea es cuidarme, no lastimarme. Hace más de 15 años que tenemos un papi fútbol con padres de compañeros del colegio de mis hijos, jugamos todos los sábados a las ocho de la mañana, llueva o truene. Una vez al mes sumamos a los hijos, son partidos divinos y gratificantes. Jugamos padres contra hijos, aunque últimamente nos mezclamos para darle más agilidad al partido.

Es madrugador… Me levanto temprano, intento hacer un poco de ejercicio, después me encargo del trabajo. Doy clases dos veces por semana. Empecé a prepararme en natación hace un par de meses porque tengo el proyecto de nadar en mar abierto.

Tuvo una mala experiencia en el mar, ¿qué pasó? Fuimos con amigos embarcados a la isla Gorriti a ver un atardecer, y de a poco se empezó a gestar una tormenta que nos hipnotizaba. Nos embalamos tanto mirándola que, cuando quisimos darnos cuenta, estábamos en plena tormenta. Al subir el ancla, no funcionaba el mecanismo automático, así que la subimos a mano. Cuando intentamos arrancar ya había bastantes olas, forzamos tanto los motores que se quemaron. Éramos 10 o 12 personas a bordo. Por suerte, pasó un conocido en otro barco, hicimos un abordaje y llevó a la mayoría al puerto; nos quedamos tres y más tarde nos pudimos alejar un poco de la tormenta y pasaron a levantarnos. Le tengo muchísimo respeto al mar.

¿Es de cocinar? Muy poco; estoy lejos de tener una especialidad o de ser un buen cocinero. Estaba convencido de que era buen asador hasta que mis hijos me hicieron ver que era espantoso. Una vez vino la novia de uno de mis hijos, quise lucirme y fue un desastre, así que les pasé la posta de la parrilla a mis hijos. Entre semana no tenemos mucho tiempo, así que esperamos los fines de semana, cuando vienen de Montevideo, y lo hacen ellos.

¿Se imagina haciendo otra cosa fuera de la hotelería? De chico quería ser odontólogo. La docencia también me interesa; no sé si viviría de eso, pero me gustaría dedicarle más tiempo. Hay mañanas en las que si me da pereza levantarme, me digo: “¡Qué suerte tengo de poder ir a dar clase!”. Estar en contacto con jóvenes de veintipocos años, con esa energía, adrenalina e impulso, es recargarse.

Si tuviera que hacerse un regalo a sí mismo, ¿qué sería? No sé. Para el Día del Padre soy totalmente sincero cuando le digo a mi familia que no me regale nada. Con que me despierten con un desayuno en la cama y charlemos un rato me alcanza. Desde lo material no necesito nada; tengo mucho más de lo que imaginé. Desde lo afectivo, disfruto de un abrazo de un hijo, una caricia, un mimo. Con eso me siento la persona más bendecida del mundo. Mis cables a esta tierra son mi casa, mi familia y mis amigos.

¿Cómo se imagina dentro de unos años? Alquilando mi casa en Punta del Este y viajando sin apuro. Siento que es injusto trabajar 11 meses para disfrutar uno solo. Eso me da vueltas en la cabeza desde hace un tiempo. Me veo recorriendo Brasil en un motorhome y llegando hasta la frontera con Venezuela, por ejemplo.

¿Cómo vive su rol de gerente general de hotel, con tanta exposición? La exposición existe, pero el protagonismo lo tiene el hotel. Siempre digo que si yo soy la persona más importante en una reunión, esa sala está desequilibrada. Estoy presente, no tengo un perfil bajo, pero prefiero estar cuando hay que estar.