Proviene de una familia humilde. ¿Cómo describiría su infancia?
Edad: 57 • Ocupación: Periodista, excoconductor de Santo y Seña • Señas particulares: se duerme a las cuatro de la mañana, lloró cuando conoció la casa de Serrat y dedicarse a la música lo hubiera hecho feliz
Proviene de una familia humilde. ¿Cómo describiría su infancia?
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEs una mezcla de cosas. Los primeros años de mi infancia fueron una etapa preciosa, hermosa, en un barrio, el Hipódromo, que ha cambiado mucho. Hace poco llevé a mi hija a mostrarle dónde me crie y me dejó impactado la decadencia. Nosotros pasábamos todo el día jugando en la calle, cuidados por los vecinos, no había peligro. A seis cuadras de donde yo vivía estaba el cantegril de Aparicio Saravia, por ejemplo. Nosotros íbamos hasta la zona del cantegril y nunca nos pasó nada. Ahora es imposible entrar. Pero cuando tenía ocho, nueve años, mi papá se fue de casa y la situación cambió. Pasamos algunas etapas de privaciones importantes.
Es noctámbulo. ¿A qué hora suele dormirse?
Me acuesto muy tarde y no es algo que haya elegido. Me acuerdo de que cuando era chico me quedaba escuchando la radio hasta altas horas de la madrugada. Ahora me quedo leyendo. Si me quisiera dormir temprano, no podría. Antes de las cuatro de la mañana me resulta muy difícil dormir. Me está costando mucho el presupuesto de libros.
¿Su pareja se adapta a su rutina?
Y bueno, sí, tiene que adaptarse, y yo también me adapto a la rutina de ella, porque yo me duermo tarde y molesto, pero ella se levanta temprano y también molesta. Así que hay que armarse de paciencia. Así son las relaciones, siempre en algo hay que ceder.
Le gusta cantar, incluso en Santo y seña llegó a hacerlo con la cantante Carolina Delsur. ¿Pensó alguna vez en dedicarse a la música?
No, nunca pensé en dedicarme a la música, pero yo creo que es lo que me hubiera hecho feliz: cantar o tocar algún instrumento.
¿Toca alguno actualmente?
No. Me gusta la guitarra, y aprender a tocar guitarra es muy complejo. A veces la gente me dice: “Te vi por la calle e ibas hablando solo”. No venía hablando solo, venía cantando. En voz baja para que no parezca un loco.
¿Por qué eligió hacer periodismo?
Yo tenía poco más de 20 años y estaba trabajando en una automotora, lavando los autos que llegaban de fábrica. Les sacaba la cera con kerosene y después les pasaba agua y jabón. En ese entonces, mi hermano estaba trabajando en el diario La República y le pregunté si me podían hacer una prueba. A los pocos meses ya era editor y antes del año me llamaron de El Observador. Era eso, el periodismo, o lavar autos o levantar bolsas. Y elegí lo más fácil.
Es fanático de Joan Manuel Serrat. ¿Cuál es su canción preferida?
Sí, cuando era chico lo escuchaba en un tocadisco de la casa de Jorge, un amigo que vivía a la vuelta de casa. Estábamos en dictadura y no lo pasaban en la radio. Jorge tenía el disco Mediterráneo y un simple con Fiesta de un lado y Tu nombre me sabe a hierba del otro. Cuando escuchaba Fiesta, que describe la calle empinada en la que vivía Serrat, me imaginaba cómo sería ese barrio de Barcelona. Hace poco visitamos Cataluña con mi pareja y fuimos a la casa donde vivió Serrat. Pude subir esa cuesta del Poble Sec y me acordé de las tardecitas en Maroñas cuando escuchaba a Serrat. Se me juntaron el barrio y Europa. Se me caían las lágrimas. Un catalán que habíamos encontrado en un bar de por allí —tenía un carnet que lo acreditaba como domador de camellos— y nos llevó hasta la casa de Serrat me abrazaba y me decía: “Llore, máquina, no tenga miedo”.
Le gusta mucho leer, pero también le gusta el cine. ¿Qué prefiere, los libros o el cine?
Los libros. Antes iba mucho al cine pero el efecto Netflix nos llega a todos. Ahora hay que hurgar mucho para encontrar una película o una serie como la gente. Es brutal la falta de imaginación de los que hacen películas. Son argumentos repetidos hasta el aburrimiento. Si retrocedés en el tiempo y te fijás lo que se hacía 20 años atrás, la diferencia es brutal. Cuanto más vas para atrás en el tiempo es mayor la cantidad de buenas películas que se producían por año.
¿Vuelve Sa nto y seña?
No este año, al menos.
¿Tiene algún nuevo proyecto en mente?
Hay alguno. Se verá.
Hubo una época de su vida en la que comía mucho pepino. ¿Por qué?
Seguramente eso lo cuentan los muchachos de El Observador. Me gusta mucho la sandía, y el pepino tiene algo que se le parece. Deben ser de la misma familia, no sé. Como la sandía es de dificultoso traslado, me compraba pepinos, que aportan mucha agua. El agua de la canilla me aburre. Un día, un cajero del supermercado de la vuelta del diario me miró raro y me preguntó: “¿Qué hacés con tanto pepino?”. Una vergüenza. No consumo más.
No es amigo de la tecnología. ¿Cómo se visualiza en este mundo cada vez más inundado de IA?
La tecnología la disfruto en lo que puedo y la sufro cuando me cuesta adaptarme. Incursiono en el ChatGPT, más como una curiosidad que como otra cosa. No me visualizo a futuro en ese mundo ni en ningún otro. Bastante tengo con el presente.
¿Qué fue lo más transgresor que hizo en su vida?
Con las viditas que tenemos, en esta sociedad y en este país, no creo que se preste para demasiadas transgresiones. De repente, uno comete transgresiones módicas que son fácilmente olvidables. Habría que ver cuál es el significado exacto de la palabra transgresión, pero no me he subido al Everest ni nada de eso.