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    Nicolás Olivera: “No sé si los blancos hemos entendido cómo piensa la otra mitad del país”

    El intendente de Paysandú y senador electo va por la reelección, reclama autocrítica tras la derrota electoral y advierte que debe ser después de mayo; “si se hubiera dado a los pocos días, era una batalla campal”

    El intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, se ataja rápido ante la comparación con Jorge Larrañaga, su referente político. “No, no, no, ese es un molde que se rompió”, se apura a aclarar. “Eso es muy pretencioso, sería irrespetuoso”. Olivera, senador electo por la agrupación D Centro, va por su segundo gobierno departamental y es uno de los dirigentes políticos del interior que levanta la voz para proyectarse a nivel nacional.

    En entrevista con Búsqueda, el intendente reclama una autocrítica tras la derrota en noviembre, pero plantea que para eso tienen que cicatrizar algunas heridas. “Si se hubiera dado a los pocos días me imagino una batalla campal”. Una batalla campal con facones, reflexiona, mientras le quita gravedad a algunos cruces mediáticos que tuvo con el senador Sebastián da Silva tras el balotaje. “Un tiroteo de verano nomás”, dice.

    Olivera pretende que en esa instancia de autocrítica se busquen las herramientas para conectar y saber cómo piensa esa mitad más uno del Uruguay que no votó por la coalición republicana.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —¿En qué etapa está en este momento? ¿Ya calentando los motores para las elecciones departamentales de mayo?

    —En varias sintonías. Una sintonía sanducera, de gestión, mientras me preparo para renunciar para ir a la reelección. Y en otra sintonía vinculada a mi candidatura y a arrancar la campaña. Y después en una más nacional, ayudando a los compañeros de mi sector en todo el país para prepararse para mayo.

    —¿Cuáles son sus activos para pensar en una reelección en el gobierno de Paysandú?

    —Lo principal es la gestión. En esto sos lo que hacés.

    —¿Y cuáles son los activos en la gestión?

    —Creo que si hay algo que te define es haber estado cerca. A veces son reivindicaciones históricas que ha habido en Paysandú, y haber cumplido con muchos rezagos. La gente en algunos casos estaba resignada. Estar presente en cada centímetro cuadrado de Paysandú, haber transformado la ciudad y el departamento. La ciudad, sobre todo, en un lugar que hoy es muy distinto a lo que era hace cinco años. La verdad que suena medio pretencioso, pero Paysandú es un mejor lugar para vivir hoy. Estamos hablando de cosas transformadoras, pero no solamente a nivel de los espacios públicos. Nosotros ingresamos con una emergencia vial, por ejemplo. Entramos en una situación crítica. Hoy estamos muy lejos de esa situación. Pusimos la piedra fundamental de un campus universitario de 26 millones de dólares. Logramos que se instalen empresas e industrias cuando hace muchísimo tiempo lo único que pasaba en Paysandú era cerrar empresas e industrias. Estamos en obra en nuestro río, nuestra costa. Reconvertimos temas turísticos como las termas, como esto que está pasando ahora con el Centro de Interpretación de la Defensa, con las plazas. Nos abocamos a temas que capaz que no son estrictamente competencia municipal o departamental como es el tema educación, con el programa Más Talento, que para nosotros es un orgullo y para mí una referencia nacional. Porque del millón de planes que se han inventado, este obviamente funciona, que los quintiles más pobres puedan terminar el liceo. La gestión no se explica en metros cuadrados de calles o en toneladas o en metros cúbicos de hormigón. La gestión se explica en a cuánta gente pudimos hacer vivir un poco mejor. Hicimos 700 viviendas de realojo en distintos asentamientos. Eso es lo que realmente mueve la aguja cuando se habla de Paysandú como el mejor lugar para vivir.

    —Paysandú fue uno de los departamentos en los que el Partido Nacional perdió terreno en el balotaje. Usted ha dicho que esos votos no los ganó el Frente Amplio sino que fueron para el candidato Yamandú Orsi, ¿pero no percibe que fue una señal en contra de su gobierno en el departamento?

    —No, porque ya vivimos esta película muchas veces en Paysandú. Ya vivimos cómo en octubre la gente tiene ciertas afinidades por un partido, y en mayo tiene afinidades, no sé si por un partido sino por proyectos distintos.

    —Es una lógica que se repite.

    —Sí, eso es como un Déjà vu que se da cada cinco años. Es matemático. Bertil Bentos fue intendente en el año 2010, revirtiendo una diferencia entre el Frente Amplio y el Partido Nacional de 8.000 votos. Entonces, te das cuenta de que hay mucha fluctuación de octubre a mayo, porque la gente piensa con una cabeza distinta.

    —Además de ir por la reelección en Paysandú, también fue electo senador y en una agrupación nueva dentro del Partido Nacional. ¿Cómo observa la interna, cómo se puede hacer espacio fuera de las grandes estructuras partidarias?

    —Capaz que la respuesta que te doy no es la misma que te pueden dar los otros compañeros, pero en el caso nuestro la pertenencia a un sector estaba muy vinculada a la figura de Jorge Larrañaga. Entonces, obviamente que al faltar Jorge se acabó la referencia. Y ahí fue que quedamos un tiempo en calidad de independientes, sin afinidad. No estaba muy proclive, ni lo estoy, a los sectores hegemónicos. Ojo, no es lo mismo un sector hegemónico que un sector grande. Un sector hegemónico es un sector grande que busca hacerse cada vez más grande a expensas de eliminar o de achicar a los otros. Porque puede haber sectores grandes que sean inclusivos, que sean compatibles con la permanencia de otros sectores. Y creo que en definitiva también al Partido Nacional esa falta de equilibrios entre sectores en estos últimos cinco años nos pasó quizá alguna factura. Por supuesto que eso vino de la mano de una fatalidad como es la ausencia de Jorge. Y esos liderazgos no se generan en un par de años. Entonces para nosotros fue primero reencontrarnos con gente con la que ya teníamos un trillo, y, segundo, un lugar que la verdad que nos sentimos cómodos porque podemos ser auténticos. Somos auténticos acá, no nos acoplamos a estructuras que ya tienen un orden vertical o tienen una orgánica que te dicen cuál es. No, no, esto fue un poco hecho a imagen y semejanza de lo que sentimos, de lo que somos parte. Y hubo algo que no es común en la política, donde siempre la regla es que la expectativa esté muy por encima de la realidad. Acá fue la excepción que confirma la regla: la realidad estuvo por encima de la expectativa porque logramos un apoyo mucho más importante, sacamos más de 98.000 votos.

    —Y ese caudal de votos, esa idea de la reelección en Paysandú siendo senador electo y con proyección nacional, ¿lo hace sentirse heredero de Larrañaga?

    —No, no, no, ese es un molde que se rompió. No, eso es muy pretencioso, sería irrespetuoso. Eso no quiere decir que haya lugar para generar sintonía, liderazgo, otro espacio. Este espacio busca justamente ocupar la preferencia de un muy importante sector dentro del otro partido que necesita de algo, de un sector que vibre, de algo que enamore, que genere un sentido de pertenencia. Ideas que capaz que son las que hay que potenciar en estos cinco años que vienen. Un contenido más progre, más tirado a algunas prioridades que otras.

    —Esas diferencias siempre se expresaron en la contienda interna, y lo que ocurrió en estas elecciones fue inédito: un sector que arrasó con el resto. ¿Cree que esto terminó afectando al resultado electoral?

    —Sí, creo que afectó. No sé si afectó al resultado, afectó a la dinámica de nuestro partido. Afectó al entusiasmo. Pero pensá en esto también: no sé si fue un sector hegemónico lo que pasó en junio. Fue un candidato que reunió a muchos sectores que terminó siendo una candidatura con un apoyo del 75% como el que consiguió Álvaro Delgado. Pero que después en octubre, y de hecho ahora, los sectores ya tienen vida propia, por separado. Entonces, en ese sentido me parece que es virtuoso lo que empieza a pasar, y que debe pasar, y que necesitamos que pase, que es tener sectores fuertes y diferenciados. Yo soy un férreo defensor de la unidad, pero la unidad también en base a la diversidad, ¿no? En base a que no todos somos lo mismo. No somos todos lo mismo.

    —¿Qué es lo que lo diferencia a usted de otros blancos?

    —Bueno... el tema del interior, ¿no? Y el tema de la descentralización para nosotros es clave. Después, tener al individuo. De todo lo que se haga que tenga en el centro de referencia al individuo, a la persona, cómo se le mejora la calidad de vida, que si bien eso es una aspiración de todos los blancos, tenemos una sensibilidad especial con la cercanía. Creo que esa hegemonía que hubo de un solo sector terminó afectando al resto del partido. Nosotros no queremos eso.

    —¿Usted se considera wilsonista?

    —Sí, sí.

    —¿Y quién levanta hoy las banderas del wilsonismo?

    —Lo que ha pasado de un tiempo a esta parte es que eso del wilsonismo y herrerismo ya no encuentra continentes dentro de un solo sector. Porque hay wilsonistas y herreristas en todos los sectores. Me parece que sí tiene que haber, y nuestro sector busca eso, que determinadas ideas, que nosotros sentimos como progresistas, se sinteticen. Sobre todo aquellas muy vinculadas al tema social y a otras causas, que las podemos sintetizar en este sector.

    —Usted ha insistido en que los blancos tienen que hacer la autocrítica de la derrota después de mayo, ¿cómo se imagina esa instancia?

    —El tema es cómo me la imaginaba si se hubiera dado a los poquitos días. Me hubiera imaginado una batalla campal. Una batalla campal con facones. Hoy la visualizo, después de mayo, apuntando a lo que tenemos que hacer para mejorar. Qué tenemos que hacer, qué sensibilidad nos faltó. Hay algo que nosotros los blancos no entendemos todavía. Los blancos, dejo aparte a la coalición. Esto es muy personal lo que te digo, no es del sector ni nada. Pero la mitad del país más uno tiene una sensibilidad, tiene una forma de creer en algo, en un modelo. Y yo no sé si nosotros los blancos hemos debidamente entendido cómo piensa esa otra mitad del país.

    —Habla de la famosa “batalla cultural”.

    —Creo que tiene que ver con algo de eso, sí. Tiene que ver con no solamente proponer nosotros un modelo para esa gente, sino también entender lo que esa gente ha optado como modelo en las últimas décadas. Con esto no quiero decir que nosotros tenemos que hacer algo a demanda de lo que nos piden, ¿no? Pero sí tenemos que entender. Porque me parece que ahí lo que uno tiene que hacer es velar por las prioridades de lo que la gente nos pide. Y bueno, yo no sé si hemos entendido cuáles son las prioridades de esa mitad más una del país.

    —¿Están muy desconectados de esa realidad los blancos?

    —No, no, estamos conectados, estamos muy conectados con la mitad menos uno. Lo otro forma parte de la autocrítica que tenemos que hacer en mayo.

    —¿Cómo un presidente que se va con el 58% de aprobación de su gestión, no puede tener la continuidad de su gobierno? ¿Qué falló ahí? ¿No se comunicó? ¿Se eligió mal la fórmula? ¿Qué fue lo que falló?

    —Creo que pasa por ahí, por conectar con una parte que... Yo creo que, y ojo, es un valor a reivindicar, se fue muy responsable en la campaña.

    —¿Cómo es eso?

    —Se fue muy responsable en la campaña. Porque se le habló a la gente de lo que efectivamente se iba a poder hacer y se iba a poder cumplir. Y por supuesto que cuando a vos te dicen: “si yo gano, vas a ganar diez” y si el otro te dice: “si yo gano, vas a ganar veinte”. Es probable que tus ganas de superarte te digan “vamos a creer en esto”. No sé si hubo tanto defecto de la campaña nuestra, como capaz que virtudes de la campaña de quien termina ganando, hablando de cosas que la gente necesitaba y quería escuchar. Porque si te dicen, te vas a jubilar a los 60, si te dicen que la gente va a ganar más de $ 25.000, si a vos te dicen que va a haber más empleo, si te dicen un montón de cosas, en algún momento decís “está bueno esto”.

    —¿Está diciendo que el Frente Amplio generó una falsa ilusión?

    —Una ilusión superior a la que nosotros quizás generamos. Y ahora vienen los tiempos de concretar.