“La renuncia nos tomó por sorpresa, en plena reunión. Sabíamos que había algún inconveniente con el vicepresidente uruguayo, pero nadie esperaba que renunciara. Nos enteramos precisamente mientras terminaba nuestra reunión en Colonia, y nos tomó por sorpresa. Pero los uruguayos, como hombres de la democracia, sabrán cómo subsanar estos problemas institucionales”, afirmó Clavero.
El simposio “técnico-político” de la Confederación Masónica celebrado en Colonia, titulado El cambio climático y su impacto en América del Sur, fue organizado por la Gran Logia de la Masonería del Uruguay, encabezada por el gran maestro y exgerente bancario Noé dos Santos —el máximo referente de la hermandad local, quien termina su presidencia este año—, y contó también con la participación de las principales autoridades de la Gran Logia de Libres y Aceptados Masones de Argentina, el Gran Oriente de Brasil y la Gran Logia de Chile.
Aparte de los grandes maestros de las obediencias masónicas de la región, sus cancilleres y dignatarios, participaron en el evento autoridades del municipio de Colonia, del área de Medio Ambiente. En esta ocasión, “no hubo contacto con hermanos políticos uruguayos de primera línea”, como el presidente Vázquez o el intendente capitalino, Daniel Martínez, quien es un “masón reciente”. “Nos quedamos en Colonia apenas un día y medio, y no viajamos a Montevideo, por lo que no tuvimos la oportunidad de reunirnos con nuestros hermanos”, afirmó el gran maestro argentino.
El espejo uruguayo y el arquetipo de Vázquez.
La masonería atraviesa un “proceso de apertura”, con una visión “moderna”, adaptada a los tiempos actuales, para “acortar la distancia con el mundo profano” —como los masones llaman al resto de la sociedad— y reclutar miembros, dijo Clavero. El gran maestro argentino aseguró que la institución “no es una secta”. “La masonería era secreta porque era perseguida”, explicó, por su carácter antidogmático y anticlerical. “El secreto hoy lo cambiamos por la discreción”, aseguró.
Clavero tiene 73 años, hace casi 33 años que es masón —ingresó en 1984— y fue tres veces elegido —en 2008, 2011 y 2017— gran maestro de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, cuya presidencia ocupará hasta el 2020. Despachante de aduanas jubilado, casado, tiene una hija y vive en Buenos Aires, muy cerca del Gran Templo, en Perón al 1242, sede central de la masonería argentina, ubicada a pocas cuadras del Obelisco, pleno centro porteño. En el hall del edificio destacan los bustos del libertador José de San Martín y Domingo Faustino Sarmiento, quien fue gran maestro masón hasta que asumió la presidencia, en 1868.
En diálogo con Búsqueda, Clavero explicó que Uruguay y Argentina presentan “distintas realidades” políticas y sociales. Destacó que en el ambiente político uruguayo hay “figuras de primera línea” que pertenecen a la masonería. “Que Uruguay haya mantenido su estabilidad institucional durante la crisis económica y financiera de 2001-2002 tuvo que ver con la obra masónica, que es eminentemente republicana. No le quepa duda que la masonería en Uruguay ha contribuido grandemente al republicanismo del que hoy gozan los ciudadanos uruguayos”, dijo.
Y agregó: “En Argentina, en cambio, tenemos un clero muy conservador, que ha trabajado mucho en contra de nuestra institución. Desde 1933, que nosotros llamamos el año bisagra, comenzaron a repetirse las intermitencias de gobiernos militares, y todo eso ha contribuido a que sectores dogmáticos y fanáticos predominen en la sociedad argentina, y que la masonería, como una sociedad abierta, laica y librepensadora, haya disminuido su caudal. Todo eso hace esta gran diferencia con Uruguay, que vemos como un país laico por antonomasia, y nos miramos en ese espejo”.
La masonería está presente en Uruguay desde 1856 y cuenta con alrededor de 7.000 miembros activos en el país. Antes que Vázquez, hubo ocho jefes de Estado masones uruguayos: los blancos Manuel Oribe, Juan Francisco Giró y Atanasio Aguirre, y los colorados Gabriel Pereira, Francisco Vidal, Feliciano Viera, Gabriel Terra y Tomás Berreta.
Vázquez comenzó su trayectoria como “aprendiz” —el primer grado de esta institución iniciática a la que se ingresa por invitación y tras un riguroso proceso—, en la década de los ochenta, siendo ya un reconocido profesor de medicina y empleado de la mutualista Asociación Española, cuyo gerente era el fallecido “hermano masón” y exdiputado colorado Oscar Magurno, quien lo presentó. En julio de 2005, meses después de asumir su primera presidencia, Vázquez visitó la sede de la Masonería del Uruguay, donde disertó sobre laicidad. Diez años después, en junio de 2015, al alcanzar por segunda vez el gobierno nacional, también fue recibido por la institución en una tenida especial.
Actualmente, y en función de su cargo, Vázquez integra la masonería “en carácter de sueño”. “En sueño significa que sigue perteneciendo a la institución, pero está autorizado a no ir a las reuniones. Luego, cuando quede más liberado de su trabajo —que bastante trabajo tiene—, vuelve con los hermanos dentro de la masonería. Pero la calidad de masón no la pierde por ser presidente de la República”, indicó el gran maestro argentino.
La masonería argentina tiene unos 12.000 miembros, de los cuales 7.000 son activos y están organizados en unas 200 logias. Unos 1.800 masones viven en Buenos Aires y hay logias en todas las provincias. Clavero calculó que Brasil, “una potencia masónica”, tiene alrededor de 230.000 miembros, y Chile entre 12.000 y 13.000. “Uruguay tiene un mayor promedio que Argentina, porque posee muchísima menos población y presenta la misma cantidad de miembros. La masonería argentina tiene que seguir reclutando para ponerse a la altura de la uruguaya”.
Vázquez —continuó— parece haber hecho suyas las “características arquetípicas del hermano masón: aplomo, temple, discreción, saber escuchar, reflexionar y mandar”, alguien que busca el “perfeccionamiento filosófico” junto a “la acción esforzada y responsable”, opinó Clavero.
A la vez, la relación de la masonería con el presidente argentino, Mauricio Macri, “en general, es muy buena”, afirmó. “El presidente Macri es un hombre de la democracia. Todavía no nos hemos entrevistado con él, pero hay algunos funcionarios de alto rango que pertenecen a nuestra institución y estamos en muy buenas relaciones”. Argentina tuvo 14 presidentes y seis vicepresidentes masones, desde que la Gran Logia se fundó en 1857. Según Clavero, “en todos los gobiernos hubo, hay y habrá masones”.
“Ten el valor de pensar por ti mismo”.
El gran maestro argentino definió “el trabajo masónico como un llamado a la libertad de pensamiento. La masonería enseña al ser humano a pensar libremente. A medida que haya ciudadanos más libres, que piensen con cabeza propia, que no estén atados a dogmatismos ni fanatismos, seguramente tendremos más república con estructura de gobierno y más democracia como estilo de vida”. Parafraseando al filósofo Immanuel Kant, padre del pensamiento moderno, Clavero resumió la filosofía que guía al masón: “Ten el valor de pensar por ti mismo”.
La masonería es una institución esotérica, iniciática, a la que se ingresa a través de una ceremonia de iniciación. La institución se origina en los gremios de albañiles medievales (por eso, la escuadra y el compás están entre los principales símbolos de la orden), ha tenido una activa participación en la política mundial y adhiere a los principios de la Revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad.
Para Clavero, “el fin último de la masonería no es ningún secreto: aspira a que el ser humano piense por sí mismo y tenga libertad de conciencia; busca un mejor hombre para que sea un mejor ciudadano y así mejorar la calidad de vida política de los países”.
Las grandes logias están integradas solo por hombres, una tradición fuera de sintonía “con la época moderna”. Salir de la cofradía masculina y formar logias mixtas es todavía una “asignatura pendiente”, concedió Clavero, antes de despedirse y vestir el mandil para asistir a una nueva reunión en el Gran Templo.
Información Nacional
2017-09-14T00:00:00
2017-09-14T00:00:00