Caminando por la vía del tren solo, desaliñado, a pleno sol, ligeramente loco. Esa será para siempre la postal de presentación de Harry Dean Stanton en Paris, Texas, quizá la única gran película que lo tuvo en un rol protagónico. Porque HDS —también cantante y guitarrista de una banda de pop— fue el actorazo de los papeles secundarios, de los retratos mínimos, el tipo que nos recuerda que el cine es un trabajo colectivo y no un paquete que sacan adelante una, dos o tres estrellas. Llegó hasta los 91 años con más de 100 películas y unas cuantas series, entre ellas la última temporada de Twin Peaks. HDS fue el anticomunista que recuperaba autos en infracción financiera en Repo Man, el solidario cowboy que le cedía la cama y también la novia a Billy the Kid, el operario morfado por Alien, el sicario ablandado de Corazón salvaje y el hermano al final del trayecto de Una historia sencilla. Pero también fue parte de clásicos como Dillinger, El padrino II, El botín de los valientes, La esposa comprada, Duelo de gigantes, La muerte en directo, Al calor de la noche o La leyenda del indomable, con ese rostro común, universal (podría ser cualquier uruguayo de a pie), y esa forma interpretativa sin estridencias, de funcionario extremadamente talentoso que hace su trabajo en silencio y que, además de los papeles ordenados y al día, tiene un novelón inédito en uno de los cajones del escritorio.