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Un monstruo de seis cabezas llamado Filo nace en el rock uruguayo

Este “supergrupo” formado por solistas de trayectoria e integrantes de grupos ya conocidos en el ambiente se presenta por primera vez en vivo este sábado 13 de setiembre en La Trastienda

Propongamos un ejercicio contrafáctico llevado a lo más absurdo. Si el sexteto Filo no fuera una banda de rock uruguaya, y lo fuera británica o norteamericana, sería lo que la “prensa especializada” (Rolling Stone, Mojo o NME) llamaría “supergrupo”. Esto es: un combo formado por solistas de trayectoria o integrantes de grupos ya conocidos en el ambiente.

La característica la cumplen a la perfección. El padre de la criatura, Marcelo Fernández, guitarra y voz, es parte de Buenos Muchachos, al igual que Francisco Pancho Coelho, también guitarra y voz. Cototo Cuello, bajo y voz, tocó en La Teja Pride y Croupier Funk. Además, Marcelo ya había tocado con él en Enlaces, ese colectivo que lideraron Sebastián Teysera y Juan Casanova. La tecladista Lali Gaspari, con tres discos editados, había sido sugerida al ideólogo por Diego Presa, quien la había invitado a tocar con El Astillero. Diego Morales, baterista, es conocido por Pepe Delay, proyecto musical y familiar. Alfonsina (Álvarez), otra voz y otra guitarra, ya es una de las intérpretes femeninas más destacadas de la escena. Además, Marcelo había trabajado junto con ella en la Petit Orchestra. Una séptima integrante tras bambalinas, Cecilia Marconi, aporta desde las letras.

Una aparcería de estas puede quedar en la nada o no. Según dice Alfonsina a Galería, un día hace aproximadamente un año y medio se juntaron “y pasaron cosas”. Así en una pareja, así en un proyecto musical. El 9 de agosto las ocho canciones de Filo, el disco debut editado por Bizarro, ya fue subido a las plataformas digitales. Son realmente difíciles de definir. Hombre gris, descrita por el periodista Jorge Costigliolo como “una milonga travesti sobrina de Jaime Roos, de Dino, atravesada por una poética de la desesperación habitada por las sombras de (Juan Carlos) Onetti y de Roberto Arlt”, y En subida, con videoclip incluido, fueron los singles de adelanto. Este sábado 13 de setiembre, su propuesta sonora, distorsionada y dulce, ecléctica y compacta, atmosférica y espacial, luminosa y oscura, psicodélica y llana, todo eso a la vez, se presenta por primera vez en vivo en La Trastienda (21 h; entradas a 850 y 1.050 pesos), con otros ocho temas inéditos, porque la máquina no podía parar.

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Para eso hubo un inicio. Una bacteria que ingresó en la médula dejó a Marcelo Fernández sin movilidad en las piernas dos años y medio atrás. Estuvo más de un mes internado. Casi murió. Casi quedó parapléjico. Si bien aún quedan secuelas, zafó de lo peor. Volvió a caminar a los cuatro meses cuando los mejores pronósticos le daban un año. En ese proceso largo, de reconexión de cables, comenzaron a surgir los primeros prototipos de canciones. “Estoy vivo, estoy acá, y es una parte importantísima de este proyecto”, dice el cantante. Internado (“Cada instante fue pelear/ por quedarme donde estoy./ Cada instante fue pelear/ por lo que soy”) es conmovedora y distorsionadamente explícita sobre esos momentos.

Esas canciones precisaban un lugar. Y ese lugar resultó siendo ese monstruo de seis cabezas que comenzó a llamarse Filo en plena marcha. “Yo quería encontrar un lugar para ellas y armarlas. Entonces busqué músicos con quienes tocarlas. Tenía que ser gente curtida, con escenario, porque mi intención era grabar y tocar”. Las afinidades hicieron el resto.

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El nombre de la banda, señalan ellos mismos en sus redes, tiene que ver con la afinidad y con cortar: “Es la sensación de cuando estás parado al borde y hay dos respuestas, sí o no”, explican ahí.

Por su parte, Alfonsina cuenta que todo, mágicamente quizá, “fluyó desde un inicio”. “Somos solo un grupo de hombres y mujeres que se juntaron para hacer algo nuevo”, añade la vocalista. Si bien las primeras canciones ya tenían su propio esqueleto, estas podían desarmarse. “Yo tenía las cosas maquetadas pero quité la estructura base. Cada uno empezó a aportar lo suyo, se proponían voces, solos, eso permitió que fuera algo colaborativo, grupal, no corrió el ‘esto lo hago yo’”, dice Fernández. “No hay líder ni nadie que comande. Habré dado el puntapié inicial pero luego di un paso atrás. Todos tenemos la energía puesta en Filo”.

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Alfonsina, por su lado, corroboró esto: “Con Filo volví a conectarme con la guitarra. Marcelo me pedía cosas, me pedía un solo. Y como cantante o letrista me hizo nutrirme de muchas cosas”. Ella hizo sus aportes compositivos. Pancho también.

Filo, de todas formas, logró algo bastante difícil de conseguir: que desde noviembre de 2023 al recital de La Trastienda lograron juntarse para ensayar tres veces por semana, tres o cuatro horas al día. No son solo, como señala Alfonsina, un grupo de hombres y mujeres distintos; hay generaciones distintas, cuyos extremos son Marcelo (53) y Diego (25). También hay padres y madres: Marcelo tiene dos hijos, Pancho tres y Alfonsina uno. Ese milagro de lograr un elevado ritmo de ensayos se tradujo en un disco grabado casi en vivo, más allá de los detalles para los que hacen falta más de una escucha para encontrarlos. Hay mucha información en las canciones, en los instrumentos, voces y letras.

Hay vida luego de La Trastienda. Marcelo asegura que Filo no fue pensado para un disco, un videoclip y un toque. Para empezar, hay material nuevo. “Hay muchas ideas para seguir, hay un repertorio que se sostiene solo. Hace años que sorteamos el escalón inicial de ser músicos. Vamos a ver qué nos depara el camino”.

Filo
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