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    ‘Aquí’ y ‘Megalópolis’: la obsesión que aleja a Francis Ford Coppola y Robert Zemeckis de la gloria

    Dos visionarios de Hollywood se tropiezan por su interés en controlar el tiempo

    En el día de hoy en que se conocerán los nominados a los próximos premios Oscar, es altamente probable que dos directores estadounidenses de renombre, queridos en el pasado por la Academia, queden fuera de las principales nominaciones. Quizás, desde los rubros técnicos, tengan alguna oportunidad, pero el viento no parece soplar a su favor, según los reconocimientos previos que construyen las principales narrativas de victoria en la temporada de premios de Hollywood.

    Ni Aquí, de Robert Zemeckis, ni Megalópolis, de Francis Ford Coppola, los últimos estrenos de dos directores influyentes y con una larga trayectoria, encontraron la recepción esperada. Para Zemeckis, Aquí representa la película más difícil que ha realizado. Megalópolis, por su parte, es un proyecto que Coppola ha acariciado durante décadas. Ambiciosas y experimentales, ambas películas reflexionan sobre el paso del tiempo. Fracasan, de distintas formas, en sus respectivas propuestas.

    Desde antes de su estreno en el Festival Cannes en 2024, Megalópolis era esperada como uno de los regresos más estridentes de Hollywood. Coppola, figura estelar del movimiento Nuevo Hollywood y director de la trilogía de El Padrino y Apocalypse Now, anunció su regreso al cine con una propuesta que prometía ser única. Su sueño de décadas, la idea detrás de Megalópolis surgió en la década de 1980 y, durante años, el proyecto se convirtió en una especie de mito en la industria del cine. Para concretarlo, Coppola decidió financiar Megalópolis vendiendo parte de su negocio de vinos, asegurándose, así, el total control creativo de su nueva ficción.

    Megalópolis transcurre en un futuro distópico donde Nueva Roma, una versión estilizada de Nueva York con ecos de la antigua Roma, se encuentra al borde del colapso. Cesar Catilina (Adam Driver) es un arquitecto con la capacidad de detener el tiempo y busca reconstruir la ciudad para crear una utopía llamada Megalópolis. Su visión choca con la de un político conservador defensor del statu quo y, en medio de esta lucha de ideales contrarios, la hija del alcalde se enamora de Cesar.

    La experiencia de ver Megalópolis se asemeja al horror vacui, una saturación de elementos visuales y narrativos que convierten la película de Coppola en un mejunje reluciente pero enceguecedor. La película se presenta a sí misma como una “fábula” y toma prestados elementos de la ciencia ficción, el drama y la sátira para crear una alucinación incoherente que, en última instancia, convierte la expresión personal de Coppola en nada más que un mamarracho.

    La capacidad de manipular el tiempo, presente en Megalópolis, refleja la obsesión de Coppola por el control y la transformación, pero se convierte en un obstáculo más para la película. No está claramente definida ni explicada, no se explora completamente el potencial narrativo de esta habilidad y la trama se pierde en esta metáfora sobrecargada en lugar de enfocarse en la lucha política y social de sus protagonistas.

    Pelicula Aqui Tom Hanks y robin wright_0444382.jpg

    El tiempo juega un papel distinto en Aquí, de Zemeckis, donde es un flujo constante e implacable que transforma un mismo espacio a lo largo de siglos, sin que los personajes puedan intervenir en él.

    Aquí se desarrolla en un único punto de vista, desde una misma cámara fija que nunca se mueve. A través de esta perspectiva, vemos cómo un mismo espacio se transforma con el paso de los años, desde la prehistoria hasta el presente, enfocándonos en la vida de una pareja, Richard y Margaret, interpretados por Tom Hanks y Robin Wright, con la ayuda de la inteligencia artificial para ver a sus versiones más jóvenes, aunque con un defecto notorio: casi siempre mantienen la voz que los actores tienen hoy en día.

    A las vidas de Richard y Margaret, que parecen más un desfile a través del tiempo que historias personales, les roban los trucos del cine que podrían haberlas favorecido. La falta de acercamientos y diferentes ángulos, una experiencia que Zemeckis describe como "verlo de una manera pura", parece priorizar la proeza técnica de la filmación en una sola toma por sobre la emoción que la historia intenta provocar con unos cuantos golpes bajos. Los personajes pueden sentirse más como ratones en un experimento cinematográfico que como personas con las que el público pueda conectar.

    La obsesión con el tiempo, omnipresente en las filmografías de Robert Zemeckis y Francis Ford Coppola, se revela como una espada de doble filo. Si bien impulsa a ambos cineastas a explorar nuevas fronteras narrativas y técnicas, paradójicamente les juega ahora en contra al obstaculizar la conexión emocional que estas obras demandaban. Ambos directores desafían las convenciones narrativas del cine, pero, al priorizar la experimentación, se pierden en una sobrecarga de elementos que provoca que el espectador genere su propia relación con el tiempo bajo una pregunta que se repite en ambos casos: "¿cuánto falta para que termine?".