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Catarsis en el barro: Marianella Morena estrenó ‘Animales de Dios’, su obra sobre Conexión Ganadera
La obra, coescrita junto con Florencia Caballero Bianchi, tuvo sus dos primeras funciones en la sala Atahualpa de El Galpón y estará desde el sábado 25 hasta fines de noviembre en el renovado Teatro Victoria
María Mendive, Carlos Rompani, Álvaro Armand Ugón y Alejandra Artigalás en Animales de Dios.
Un alambrado delimita el óvalo en el que transcurre la acción. Un corral ganadero. Un corral idéntico a las decenas de miles de corrales de ganado instaladas en miles y miles de campos uruguayos en los que pastan los 12 millones de vacas que sostienen el negocio ganadero… y buena parte de la economía uruguaya desde los tiempos de la colonia.
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Dentro del alambrado, cuatro personajes en torno a una mesa ratona libran un típico juego de mesa del género negocio inmobiliario. Las cartas van marcando la suerte y el destino de los jugadores, que simulan ser empresarios ganaderos o inversores en casas y terrenos. Vienen a ser los cuatro jinetes del apocalipsis de los fondos ganaderos.
Desde que Marianella Morena anunció que llevaría al escenario la estafa múltiple de Conexión Ganadera (CG), la expectativa comenzó a crecer. No es frecuente ver en el teatro una representación de un hecho ocurrido en el mismo año. Había sucedido durante la pandemia con Cuando nos volvamos a abrazar, de Federico Roca, que hablaba del coronavirus, y con Muñecas de piel, obra también de Morena inspirada en la Operación Océano.
Animales de Dios 5
María Mendive, Carlos Rompani, Alejandra Artigalás y Álvaro Armand Ugón en Animales de Dios.
Lucía Silva
La dramaturga está embarcada desde hace un buen tiempo en ficcionalizar casos reales. Lo hizo el año pasado en Finlandia, donde estrenó en el Teatro Nacional la obra Metsä furiosa, que apuntó sus dardos a la industria de la celulosa. La obra, estrenada en Helsinki, fue protagonizada por la actriz uruguaya Lucía Trentini, quien a su vez protagonizó en Montevideo Pecados capitalistas, un espectáculo que combinaba teatro, música y periodismo, porque consistía en una entrevista del periodista Antonio Ladra a una personalidad política de primera línea (José Mujica y Cristina Lustemberg, entre otros) en la que se cruzaban escenas dramatizadas por Trentini y se enfocaba el tema de la teatralidad en el discurso político.
Ante el cierre de la sala 1 del Circular, por la inundación, las dos primeras funciones de Animales de Dios tuvieron lugar en la sala Atahualpa de El Galpón. La temporada continuará desde el sábado 25 en el Teatro Victoria.
Animales de Dios 4
Carlos Rompani, Álvaro Armand Ugón y María Mendive en Animales de Dios.
Lucía Silva
Morena decidió ahora meterse con un asunto de extrema actualidad: la debacle de los fondos ganaderos. Pero no lo hace desde lo documental. Prefiere dejarle ese terreno al periodismo. Lo hace desde una óptica netamente artística y visceralmente emocional. Nuevamente la arista floridense ha estrenado una obra para decir lo que piensa sobre el tema. Y, como es sello de la casa, no anda con medias tintas. En Animales de Dios la información y los detalles técnicos, financieros y judiciales del caso no son lo principal. Se presentan algunos datos básicos del caso, cifras preliminares de cantidad de damnificados o la cantidad de millones de dólares adeudados. Lo que vertebra este espectáculo es un objetivo discursivo. La obra es una furibunda denuncia de las autoras (el texto pertenece a Morena y Florencia Caballero Bianchi, autora de Cheta, Verano, Mal escrita, entre otras) contra la “delincuencia de clase alta”, como han declarado.
Antes de CG, habían quebrado otros dos fondos: Grupo Larrarte y República Ganadera, también con denuncias por estafa por decenas de millones de dólares. Pero las autoras decidieron apuntar sus dardos contra el más sonado de los escándalos. Sus razones tendrán, y seguramente son teatrales. El alto perfil mediático de Pablo Carrasco, las circunstancias dramáticas (el suicidio de Gustavo Basso, por ejemplo), las declaraciones altisonantes de sus responsables, la adjudicación pública de responsabilidad al empresario fallecido, los vínculos con la Iglesia católica (de ahí el nombre de la obra), la prisión domiciliaria de Daniela Cabral (viuda de Basso) en un edificio de lujo en Punta del Este son todos ingredientes lo suficientemente suculentos como para que las autoras se hayan concentrado en una sola de las tres patas de este caso, cuyo desenlace está lejos de avizorarse.
Animales de Dios 1
Antonio Ladra y el elenco de Animales de Dios.
Lucía Silva
El nombre de la empresa aparece tal cual y los de las dos parejas propietarias de CG están cambiados: Gustavo Basso es José Lazo (interpretado por Carlos Rompani), que remite por fonética al fallecido director financiero de la empresa, y también al utensilio que se usa en los establecimientos rurales para atrapar bovinos o bien en los fondos ganaderos para enlazar inversores. El personaje toma conciencia de que ha fallecido y desde allí construye su identidad ficcional. No puede creer que los otros tres le echen la culpa de todo lo sucedido y se los enrostra todo el tiempo.
Pablo Carrasco es Pedro Prado (Álvaro Armand Ugón), apellido que refiere a la mayor exposición ganadera del país, a las praderas que se plantan para alimentar al ganado y al primer barrio históricamente asociado a la clase alta montevideana. Ana Iewdiukow, esposa de Carrasco, es en la obra Juana Stradivarius (María Mendive), nombre comercial que los dueños de CG usaron para su marca de carnes premium. En tanto Cabral, interpretada por Alejandra Artigalás, lleva el nombre de María Maserati, marca de autos de lujo que estaba presente en la colección de autos incautados a los expropietarios de CG.
Animales de Dios 2
Carlos Rompani y Álvaro Armand Ugón son José Lazo y Pedro Prado.
Lucía Silva
Animales de Dios abre una brecha de ficción en el medio del “caso real”. Los personajes son arquetipos de una conducta y un discurso que se exponen en modo descarnado. Es todo lo opuesto a un documental. No hay juicios de valor externos, lo que vemos es la voz de los protagonistas. Pero no quedan dudas de que el tono elegido es el de un escrache teatral.
La obra combina hechos y dichos conocidos (declaraciones públicas y en los trubunales) con hechos y diálogos imaginados. Verosímiles en su naturaleza ficcional, pero no verificables desde lo real. En esa dualidad, Morena y Caballero se paran con firmeza en el territorio de la ficción y desde allí tiran sus bombas. El discurso, hipercrítico con la lógica empresarial que rigió la actividad de CG, se concentra en las letras de las canciones, con música de Lautaro Moreno. Allí, en el formato musical, es donde las autoras bajan su línea combativa con los extremos de la lógica capitalista.
El choque dialéctico se materializa en escena cuando Antonio Ladra irrumpe con su nombre real para entrevistar a los cuatro personajes, un reportaje en el que cada cual cumple su rol asignado y en el que, como es de esperar, prevalece lo puramente ficcional.
Animales de Dios 3
María Mendive (Juana Stradivarius) y Álvaro Armand Ugón.
Lucía Silva
El drama es abordado desde sus aristas sociales, económicas y políticas, pero con abundante humor. La parodia es total, es excesiva, es incorrecta. Por momentos el exceso es obsceno, literalmente, cuando aborda la sexualidad de los protagonistas y se sale completamente de cuadro. En este esquema de parodia del horror, Rompani asoma la cabeza entre los cuatro con su estupenda performance del grotesco.
El problema con Animales de Dios es que no profundiza, no complejiza. Es una diatriba furibunda que subraya un mensaje que se vuelve reiterativo. Estafar está mal. Ok, se tenía que decir y se dijo. Pero de un modo que resulta monótono y simple, aunque sin dudas, catártico y liberador.