A Gustavo, el protagonista de la nueva comedia argentina La práctica, la vida lo pondrá a prueba. Enfrentará una separación, un cuerpo que ya no es el de antes, una madre sobreprotectora y hasta un pozo que se lo tragará entero.
El director y guionista visitó Montevideo para estrenar su nueva película y acompañar una retrospectiva de su cine
A Gustavo, el protagonista de la nueva comedia argentina La práctica, la vida lo pondrá a prueba. Enfrentará una separación, un cuerpo que ya no es el de antes, una madre sobreprotectora y hasta un pozo que se lo tragará entero.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDurante una caminata con un posible interés amoroso en Santiago de Chile, donde se filmó gran parte de la película, Gustavo cae repentinamente en un pozo, desapareciendo por completo de la escena. La secuencia se desarrolla con la elegancia y el ritmo de los Looney Tunes, un gag de comedia física pura inspirado en una experiencia vivida por el responsable de concebir y filmar La práctica: el director argentino Martín Rejtman.
Rejtman está familiarizado con los imprevistos. Su reciente viaje a Montevideo surgió de uno. En marzo, su película iba a inaugurar el Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay, organizado por Cinemateca, en una función en el Auditorio Nacional de Sodre. Sin embargo, el clima tuvo otros planes.
Una alerta naranja emitida por el Instituto Uruguayo de Meteorología obligó al festival a suspender la función. Rejtman no pudo ver el interior del auditorio, pero al final presentó el largometraje unos días después, en una función el sábado al mediodía con una paella de por medio. Aunque fue una situación inusual, se alegró por el equipo del festival.
Tiempo después, Rejtman, un reconocido cineasta considerado como una voz inaugural del Nuevo Cine Argentino, regresó a Montevideo victorioso. Antes del estreno de La práctica, que ahora se puede ver en cines, Cinemateca presentó una retrospectiva de la carrera cinematográfica del director, guionista y escritor, del 29 de agosto al 3 de setiembre.
Del otro lado del río, en su país natal, las historias de Rejtman también están viviendo un gran momento. A 25 años de su estreno, su película Silvia Prieto (1999), considerada un clásico de culto y su obra más emblemática, sigue sumando funciones cada vez más llenas en el Cine Gaumont.
“Estoy contento de que todo esto pueda pasar”, dice el director a Búsqueda con cierta timidez. Se siente a gusto con las muestras que reúnen su cine. Este año, además de la retrospectiva en Cinemateca, tuvo otras dos en Buenos Aires y en la Filmoteca Nacional de España, en Madrid. Disfruta de esos momentos de reflexión sobre su trayectoria, que en sus propias palabras son “un lindo momento”.
Al cine de Rejtman se lo puede definir como uno que transforma la mirada gracias a la singularidad con la que retrata lo mundano, la selección de los espacios que sus personajes habitan y una atención al tono y la ejecución de sus diálogos. Destacando cierta belleza familiar, asombrosa y extravagante en sus películas, Cinemateca calificó su cine como “impregnado de un marcado sentido de lánguida melancolía y mordaz humor negro”.
En el libro Es solo una película (La Crujía, 2023), dedicado a su obra, Rejtman reconoce que sus películas no se ajustan con facilidad a las categorías cinematográficas tradicionales. Las describe como “comedias que no son puras comedias” y define su cine como un “lugar propio”, en una posición peculiar entre el cine artístico y el comercial. Este espacio, según él, es una “virtud” que le permitió destacarse.
En sus textos, los críticos Sergio Wolf y David Oubiña consideran que las películas de este director no intentan reflejar la realidad, sino más bien modificar la percepción del mundo del espectador. El “tono seco” que las caracteriza, logrado a través de la eliminación de ciertos énfasis exagerados en los diálogos, junto con una estética innovadora en una época en la que las formas de hacer humor eran más convencionales, contribuyeron a que sean vistas como otra manera de entender y disfrutar del cine.
Fruto de la intuición, la colaboración y un cuidado exquisito en la selección de elementos como las locaciones, el casting y el ritmo de los diálogos, el cine de Rejtman se reafirma en La práctica, protagonizada por Esteban Bigliardi y estrenada internacionalmente en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
La película nos presenta a Gustavo, un profesor de yoga que está experimentando grandes cambios en su vida. Al inicio del relato, está en terapia de pareja a pesar de que su esposa, Vanessa, le informa que ya se han separado y que ese tipo de tratamientos suele ocurrir antes de la ruptura.
Pero eso no es todo. Gustavo, quien lleva años viviendo en Chile, se ve interrumpido durante una de sus clases de yoga por un temblor que él confunde con un terremoto. Este incidente desencadena una serie de problemas en su vida diaria, como una lesión en la rodilla tras un movimiento inadecuado. También se ve obligado a mudarse repetidamente, yendo desde la casa de sus cuñados, llena de objetos por doquier y humo de cigarrillo, hasta un retiro de yoga en las montañas de Chile.
Para el papel del protagonista, Rejtman buscaba a alguien con un aspecto similar al suyo, ya que quería jugar con la idea de esa duplicidad en la película. Fue su madre quien notó el parecido entre él y Bigliardi, en el teatro, años atrás.
El director escribió el guion específicamente con Bigliardi en mente, y aunque consideró más opciones cuando el actor tuvo otros compromisos, al final decidió que no podía imaginar la película sin él. De todos modos, el director establece una distinción con lo autorreferencial.
“Siempre respondo que no es una película autobiográfica. Me gusta jugar con esa duplicidad. No me representa a mí, si bien es la película en donde hay más cosas que me pasaron. En casi todas mis películas hay cosas que me sucedieron a mí o a gente cercana. No soy profesor de yoga ni nunca lo fui, pero sí tengo una práctica y tuve una práctica mucho más intensa que ahora, y es algo que me importa”, comparte.
Rejtman ha practicado yoga ashtanga durante varios años, y esta disciplina desempeña un papel central en la película, así como su conocimiento y su experiencia en retiros de yoga en Chile. En tanto, la escena en la que Gustavo se cae en una alcantarilla está basada en una experiencia real que vivió Rejtman en Santiago de Chile. Aunque no cayó por completo, sí quedó con un pie fuera.
Financiar y filmar La práctica significó un desafío para Rejtman, quien tuvo que superar obstáculos financieros, logísticos y artísticos para hacer realidad su idea. El rodaje se llevó a cabo en dos etapas, una en Chile y otra en Portugal, con un intervalo de algunas semanas. Aunque este formato fue necesario por cuestiones de producción, no era lo ideal para el director, quien prefiere filmar la película completa de principio a fin con el mismo equipo.
Eligió Chile como escenario principal por una combinación de factores creativos y personales. Rejtman ya había trabajado con Chile en la coproducción de su película Dos disparos, y la experiencia había sido positiva en términos de financiamiento.
Esto lo motivó a buscar de nuevo el apoyo de Chile para La práctica, pero también para desafiarse a sí mismo y encontrar nuevas formas de expresión. Sintió la necesidad de un cambio después de filmar varias películas en Argentina y le atraía la idea de hacerlo en un lugar diferente, con actores que hablaran de otra manera. Buscó distanciarse del español rioplatense que caracteriza a sus títulos anteriores y le interesaba la musicalidad y la particularidad del acento chileno, que considera “otra manera de hablar”.
En los rodajes, el cineasta se caracteriza por un estilo de dirección meticuloso. Prefiere que la película refleje con precisión las palabras que pensó para ella. “No soy de los directores a los que les gusta improvisar. Me gusta que la película refleje el guion que escribí, que los textos sean los que pensé y que los tonos de los actores sean los que pensé mientras los escribí. Sucede lo mismo con los tiempos del diálogo. Es algo que pienso antes y tiene que estar afinado en el momento del rodaje”.
Para ello, intenta ensayar con los actores antes de filmar. Admite que no disfruta las jornadas nocturnas de rodaje y presta una especial atención a los detalles de sus escenas, en particular a los objetos que aparecen frente a cámara. En La práctica, por ejemplo, compró él mismo la jarra que utiliza Gustavo en una escena. Después se la quedó.
El director argentino describe los rodajes como una experiencia de alta exigencia física y mental, donde la adrenalina y la concentración lo llevan a “olvidarse del cuerpo”. Menciona que nunca se ha enfermado durante un rodaje, pero que siempre se enferma después, como si la intensidad del trabajo debilitara sus defensas.
El yoga ashtanga es un estilo que se caracteriza por la repetición de una serie de posturas y Rejtman describe su práctica como un ritual diario que le aporta equilibrio físico y mental, aunque reconoce que durante el rodaje de su película no pudo mantener su rutina habitual.
La práctica, justamente, utiliza la repetición como un elemento narrativo y cómico que refleja la búsqueda de sentido de su protagonista y la naturaleza cíclica de la vida. La película presenta una serie de eventos que se repiten una y otra vez y estas repeticiones, lejos de ser gratuitas, funcionan como una metáfora de la vida cotidiana y sus rutinas, según Rejtman. “Uno empieza a notar las cosas cuando pasan más de una vez. Si no, uno se olvida. Para recordar algo, a lo mejor hace falta que se repita”.