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A una semana de que el Teatro de Verano monte una pantalla gigante para el estreno de Emoción a cielo abierto, el cineasta Federico Lemos habla con tranquilidad. Sabe que alrededor del 80% de las 5.000 localidades disponibles ya están ocupadas, entre ventas e invitaciones. Detrás de esa seguridad asoma también la expectativa de un productor que diseñó una experiencia alternativa alrededor de la primera proyección de su documental más reciente, enfocado en el histórico centro de espectáculos montevideano.
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El evento del próximo miércoles 26 transformará el Teatro de Verano, que en 2025 celebra sus 80 años, en un cine al aire libre, con alfombra roja incluida para más de un centenar de figuras y un show musical como antesala a la proyección. Las entradas están disponibles a través de Tickantel.
“El desafío, cuando lo planteamos de esta manera, no tenía tanto que ver con llenar el teatro, sino con la experiencia que el espectador podía llegar a sentir y vivir con quien vaya”, adelantó el director a Búsqueda. “Hay archivos (en la película) que apelan a esa conexión. La gente puede reconocer el lugar donde estuvo sentada viendo un show y revivir ese momento de su vida al verlo en pantalla. Eso también es el encuentro”, explicó durante una conversación en la que anticipó su salto a la ficción.
Lemos concibió este estreno como una obligación. “Una avant-première es una celebración. El cine es un trabajo de construcción colectiva, hay muchísima gente involucrada en esto. Y a veces, cuando uno tiene la posibilidad de tirar la casa por la ventana, lo tiene que hacer”, afirmó.
El origen de Emoción a cielo abierto se remonta a un chispazo. Mientras se encontraba inmerso en la distribución de Jorge Batlle: entre el cielo y el infierno y la posproducción de La otra pelota, sus últimas dos películas, ambas estrenadas en 2024, leyó sobre los preparativos para conmemorar los 80 años del Teatro de Verano, que incluían un libro pero, para su sorpresa, ninguna película. En un cruce casual con Cristian Calache, director del teatro, Lemos se postuló directamente: “Si no tenés a nadie, yo me anoto”. Un poco de intuición, un poco de atrevimiento.
El proyecto, que luego se extendería por dos años, nació de la necesidad personal de Lemos de rescatar una parte de la memoria colectiva y afectiva uruguaya. El resultado es también un retrato colectivo que funciona como un homenaje a las ocho décadas del Teatro de Verano, un espacio que Lemos definió como un templo democrático donde conviven el carnaval y el rock.
Luana en la película 'Emoción a cielo abierto'
La cantante Luana es una de las participantes de la película Emoción a cielo abierto.
Ariel Ugolino
Con entrevistas a cargo del periodista Carlos Dopico y del propio director, el documental reúne a más de 50 figuras, desde Ruben Rada y Sebastián Teysera hasta Luana Persíncula y Yamandú Cardozo. El documental articula su narrativa a través de tres perspectivas entrelazadas: la del artista sobre el escenario, la del público capturado en archivo y la evolución arquitectónica del propio Teatro de Verano a lo largo de las décadas.
La decisión de filmar las entrevistas exclusivamente en el teatro, en rincones tras bambalinas poco conocidos e incluso bajo condiciones climáticas adversas, como la tormenta que sirve de telón de fondo a la conversación con Marcel Keoroglian, apuntaba, sobre todo, a conectar con la memoria emotiva de los entrevistados. “Vimos que los artistas conectaban mucho más rápidamente (…) porque la memoria de ellos rápidamente conectaba con el lugar, miraban, se emocionaban”, recordó el cineasta. Esa conexión palpable también llevó al equipo de la productora Medio & Medio Films a concebir el estreno en el mismo escenario.
Tras la función única, Emoción a cielo abierto tendrá un estreno en salas comerciales el 4 de diciembre. Para Lemos, ese paso es sagrado. “Yo respeto mucho el espacio comercial de las salas. Soy un convencido de que las películas tienen que pasar por más que haya defendido la distribución alternativa y la itinerancia”, señaló. La tercera etapa de la distribución del documental continuará durante el verano a través de una gira por el interior del país con el sistema de exhibición de Efecto Cine, según confirmó el director.
Trilogía nacional
El estreno de Emoción a cielo abierto es el punto culminante de una trilogía de documentales con la que Lemos buscó rescatar “la memoria colectiva uruguaya” a través de sus pasiones: la política —con Jorge Batlle: entre el cielo y el infierno, el último gran éxito de taquilla y audiencias digitales del cine nacional—, el deporte (La otra pelota) y ahora la música.
La clave de su trabajo, según explicó, está en la planificación temprana de la distribución, en tejer alianzas con instituciones y comunidades afines al tema de la película e involucrarlas en el proceso. Frente a esto, señaló que un problema recurrente en el medio local es que muchos realizadores se quejan de la falta de público, “pero no trabajan lo suficiente en desarrollar estrategias claras de distribución ni en generar alianzas que involucren a la comunidad”.
Esta metodología de trabajo surge de una dualidad que el propio Lemos reconoce en sí mismo: la de “un productor y distribuidor comercial que tiene que hacer que este proyecto sea viable” y la del “director que discute el contenido artístico”. Aseguró que lograr el equilibrio entre ambas facetas es lo más complejo, al punto tal que también le “ha significado demorar proyectos y detenerlos, frenarlos o cancelarlos porque no han encontrado ese equilibrio necesario”. Hoy siente que esos roles están en sintonía.
Él mismo aplicó esta lógica con La otra pelota. Ante la posibilidad de que el documental no alcanzara por sí solo al gran público, su estrategia fue presentar la película no solo como entretenimiento, sino como una herramienta de formación ciudadana y rescate de la memoria deportiva para las nuevas generaciones. El resultado fue una campaña de preventa que llevó a más de 10.000 jóvenes a proyecciones que tuvieron lugar incluso en los clubes, por lo que logró una circulación alternativa para una película.
El documental Jorge Batlle: entre el cielo y el infierno es otro caso de estudio. La película reunió a más de 40.000 espectadores en salas durante 2024 y completó un circuito de exhibición poco común para el cine local. Tras su paso por cines comerciales, circuló en plataformas de pago, televisión abierta y pantallas itinerantes, y eso permitió que el documental llegara a diversos públicos de forma escalonada.
Frente a la pregunta sobre una posible deuda del cine uruguayo con su público, Lemos orientó su análisis hacia el otro lado del Río de la Plata. “Yo creo que nos está faltando un Relatos salvajes”, afirmó señalando la ausencia de aquellos blockbusters que en Argentina congregan a millones de espectadores. El diagnóstico siguió siendo contundente. “Estamos como anclados. Anclados en Maracaná, anclados en 25 Watts”, dijo al referirse a cómo el sector parece haberse estancado en cifras de hace décadas, cuando películas como En la puta vida superaban las 100.000 entradas frente a las actuales que luchan por alcanzar 20.000, según cotejó.
Para el director, el punto de inflexión llegará cuando una película uruguaya logre romper la taquilla a ese nivel, lo que marcaría el fin de lo que definió como “este período de adormecimiento del cine nacional que ha generado un divorcio”. El análisis se extiende incluso a su propia área, admitiendo una crisis del sector audiovisual en la ficción en contraste con la vitalidad actual del documental.
Embed - Emoción a Cielo Abierto – La película que revive un ícono cultural
Con Emoción a cielo abierto coronando esta etapa de su carrera, Lemos confesó que siente estar cerrando un ciclo. De hecho, el “bichito de la ficción” ya lo picó. Tiene dos guiones en desarrollo. Uno, más avanzado, tiene que ver con el fútbol, una de sus “grandes pasiones”, afirmó. El otro es una comedia negra de época, que se desarrolla a mediados de los años 80, casi saliendo de la dictadura, y narra un viaje a la ciudad fronteriza de Chuy. Impulsado por una inquietud que ha ido creciendo en él como cineasta con los años, sintió que era el momento de dar ese salto.
Sin embargo, el camino hacia la ficción deberá esperar unos meses más. “Todavía no desembarqué, por ahora, pero estoy yendo”, admitió sobre su incursión en el género. Mientras ese futuro se gesta, toda su atención se concentra en la función del 26 de noviembre.
Además, tiene otro proyecto documental en el horno: Medio y Medio, que se estrenará en enero y explora el universo del restaurante y espacio cultural homónimo de Punta Ballena a través del vínculo familiar de sus dueños y su conflicto con el abuelo paisajista que plantó el bosque donde hoy se asienta el lugar. Lemos lo definió como una historia íntima, un retrato de familia que contrasta con la escala masiva y colectiva de Emoción a cielo abierto.
Bajo la pantalla gigante del Teatro de Verano, se podrá medir si esa conexión que buscó capturar en su documental, entre artistas, público y espacio, logra traducirse en un encuentro masivo y tangible. Más allá de las cifras, el evento servirá como termómetro para la tesis que recorre su trabajo reciente: el cine uruguayo puede encontrar a su público cuando se construye un puente hacia él.