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Cuando Dani Olivar (Rocha, 1989) pensó en escribir una novela, quería que el lector acompañara a un personaje durante toda su vida y fuera testigo de la “formación de su pensamiento”. En Gurisas chicas, Anita es una mujer adulta que escribe sobre su infancia y su adolescencia temprana.
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Olivar es licenciada en Artes y dedica su vida a las letras. Es autora, codirectora de la editorial Pez en el Hielo, junto con Gonzalo Baz, y está al frente de la librería Viento en Popa, ubicada en Punta del Diablo durante el verano y que funciona a través de redes sociales el resto del año. Desde fines de mayo, su primera novela está disponible en todas las librerías.
La autora comentó a Búsqueda que lo primero que apareció en este proyecto fue el personaje de Anita, la narradora, y que el trabajo de escritura consistió en poder darle herramientas para salir de las situaciones a las que se enfrentaba. “A mí me gustan los personajes que están medio perdidos y no saben qué hacer”, dijo, “pero también me gustan los personajes con coraje”. Esta idea se hace explícita en palabras de la narradora, que al recordar una anécdota ocurrida junto con su mejor amiga Cuca se dice a sí misma: “Una tiene que tener herramientas para defenderse en la vida”.
Durante su infancia, Anita vive en la misma cuadra que Cuca, junto con su madre Ceci y su padrastro, el Maestro. Es una niña curiosa, muy habladora y algo torpe. También es muy preguntona, pero sabe manejarse alrededor del mundo adulto con astucia. A lo largo del libro, su relato se convierte en un retrato del pueblo, su casa, su familia y su visión del mundo.
La historia de Anita podría ser la de cualquiera. Para su autora, el personaje “es como una leyenda” y también es alguien que “puede existir, que podría haber existido o que en algún momento existió”.
Gurisas chicas.jpg
La vida doméstica, el entramado familiar y los hilos que lo tejen son centrales en esta historia. Por momentos, la niña se corre del centro de la historia y le presta la voz narrativa a su abuela Ramona y a su madre Ceci, que antes de ser su madre era la Piaba. “Parece mentira cómo una repite gestos o toda una serie de movimientos que vienen de lejos, como de una vida inconsciente que subyace”, reflexiona la protagonista. Más allá de quién lleva la voz cantante del relato, la escritura de Olivar es directa, cercana e inconfundiblemente rochense.
Gurisas chicas narra el pasaje de Anita de la infancia a la adolescencia. La niña inquieta se transforma en una “gurisa maleducada” que “no sabe hacer nada” y se mete en problemas y enredos cada vez menos inocentes, a tal punto que es enviada a vivir a Las Maravillas con sus tíos. Así, no solo cambia el entorno por el que se mueve, sino que cambia su rol en la dinámica familiar y su forma de desenvolverse.
Hacia esta parte del relato, el foco se aleja del pueblo y la cuadra donde se crio la protagonista para situarse en un balneario casi deshabitado fuera de temporada. Este quiebre está vinculado al nacimiento de la novela, que Olivar ubica en La Esmeralda, “un lugar sin distracciones”. “Lo único que veía pasar era una señora. Todos los días. Nada más”, cuenta, y recuerda que pasaba absorbida por la escritura y la lectura de grandes autoras del gótico sureño, como Carson McCullers y Flannery O’Connor.
En la casa de la tía Flor y el Pichón, Anita se va a dedicar a las tareas de limpieza, que eran “lo único que sabía hacer” y lo que había visto a su madre hacer durante toda su vida. “Tienes que sonreír y callarte la boca”, le había dicho su madre Ceci antes de vaciar su ropero y subirla a la camioneta que la conduciría rumbo al horizonte chato y amarillo de Las Maravillas, aquel lugar con “nada alrededor” que la hacía sentirse “a salvo”.
El trabajo de Pez en el Hielo
A diferencia del primer libro de cuentos de la autora, La poética del riesgo (2018), que fue publicado por la editorial que codirige, Gurisas chicas fue publicado por Criatura Editora. ”Es que no quería hacer todo”, bromea, refiriéndose al trabajo de edición y corrección.
Olivar fundó Pez en el Hielo —una editorial independiente— hace nueve años junto con el también escritor Gonzalo Baz. Aunque sueñan con que sea una empresa “autogestiva”, al día de hoy ambos directores se encargan de todo el proceso de trabajo: seleccionan a los autores y los textos con los que quieren trabajar, los editan y diseñan las tapas de sus libros. Una vez que sus libros se materializan, también se encargan de las gestiones de prensa y la logística administrativa y publicitaria. “Yo me olvido de que soy escritora a veces”, dice la autora. “Porque el trabajo editorial lleva mucho tiempo. Hay que estar en todo”.
El catálogo de Pez en el Hielo está compuesto por casi 40 libros que abarcan poesía, ensayo y narrativa y pertenecen —casi en su totalidad— a autores uruguayos emergentes. Desde su fundación, la editorial tiene tres reglas: “Uno: no te desanimes. Dos: no te desanimes. Tres: no te desanimes”.