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    Pablo Stoll quiere sangre y tus risas con ‘El tema del verano’, su regreso al cine

    Lo nuevo del director de Whisky es una descarada comedia con zombis, que muestra lo mortal que puede resultar la obsesión por el éxito

    Marcado por el reciente estreno de su nueva película, El tema del verano, una comedia zombi sobre traiciones, consumismo y la locura de la pandemia, Pablo Stoll vive un momento intenso.

    A punto de tomar un avión con destino a España, donde acompañará al equipo de la película uruguaya Agárrame fuerte en su paso por los Premios Goya —nominada como Mejor película iberoamericana—, Stoll recapitula para Búsqueda, y por teléfono, el fervor que rodea un estreno local como el suyo en estos últimos días. Incluye el obligado recorrido por los medios tradicionales y una práctica que admite disfrutar: acompañar la proyección de su película con una sesión de preguntas y respuestas durante los créditos.

    Y es que El tema del verano da para hablar. Tanto por su historial de producción, un proceso largo que tomó más de 10 años de desafíos creativos y de financiación, con la llegada de hijos e incluso una crisis sanitaria de por medio, como por su propuesta: una película de zombis ambientada en Uruguay que combina vísceras, sustos, gags de pura comedia física y, sobre todo, una devoción por el cine de género tan voraz como el apetito de un muerto viviente que descubre, en la carne humana que alguna vez tuvo, su único banquete por el resto de la eternidad.

    El rodaje de la película fue prolongado y complejo, marcado por las circunstancias de la pandemia y desafíos logísticos. Además, el uso intensivo de maquillaje, efectos especiales y grandes cantidades de sangre implicó cronometrar cuidadosamente cada escena y su respectivo reseteo. También hubo múltiples versiones de guion y cambios en los planes de producción. Pero todo ello ya pasó.

    Lo que el cineasta de Whisky, 25 Watts e Hiroshima ha presenciado ahora (y con alivio) en las funciones a las que ha asistido es que la risa y el asco se hacen presentes. “Que la gente se ría en el cine es lo mejor que te puede pasar como cineasta, porque te acordás de cuándo lo escribiste y de todo el trabajo que te costó hacerlo”, dice. Lo grotesco de su película, logrado con una combinación de efectos digitales y prácticos, le da a El tema del verano una de sus principales características: una vez que suelta la cadena, la locura es total.

    Embed - El Tema del Verano | Tráiler Oficial | Estreno en Uruguay el 30 de enero

    ¿Qué harías si a ti y a los tuyos las vistosas playas de la costa uruguaya los sorprendieran con algo peor que arena caliente o tapiocas: zombis en la arena? No son de los rápidos, pero sí de los hambrientos. La primera escena de El tema del verano, que presenta algunos rostros conocidos de actores uruguayos (mejor mantenerlos en reserva, porque la película tiene varios y sorpresivos), empieza a revelar, además, parte de su verdadera naturaleza: más que una película de supervivencia apocalíptica, es una comedia sobre el consumismo desbordado, la impostura del artista y el absurdo del ser rioplatense.

    Desde pequeño, el director y guionista uruguayo sintió una fascinación por las películas de zombis. A eso hay que sumarle cuentos de terceros de vacaciones truncadas por estafas, el deseo de explorar nuevos géneros, la búsqueda de mezclar entretenimiento con un entendimiento profundo de estos monstruos clásicos del cine contemporáneo, y el anhelo de romper con su tradición en la gran pantalla: todo lo llevó a Stoll hasta aquí, a contar la historia de un grupo de jóvenes sin un final feliz. Coescrita con Adrián Biniez, la trama disfrutará en poner a prueba y destrozar, miembro a miembro, sus cuerpos y mentes.

    Las protagonistas, interpretadas por las actrices Azul Fernández, Malena Villa y Débora Nishimoto, son Ana, Malú y Martina, un trío de amigas argentinas que primero seducen y luego drogan a hombres adinerados para robarles. Son jóvenes, pero expertas en su amistad por lo ajeno. A medida que la película avanza, no solo cuentan con dispositivos fuera de lo común para lograrlo (como la camioneta de los Magníficos), sino también con habilidades de hackers al estilo del cine de los años 80, convirtiéndose en maestras del engaño con solo un poco de tecleo.

    La clase alta nacional no es el único contratiempo con el que el grupo se topará antes de que un vómito negro (del que la película tiene litros) se convierta en el primer síntoma que anuncia la zombificación de los desafortunados. Como película de infección, en su segunda secuencia El tema del verano nos muestra un Uruguay similar a aquel de las restricciones sanitarias de cinco años atrás, pero con un tono exagerado: controles de vacunas a punta de pistola y un Estado dispuesto a todo para aplacar un contagio más peligroso que el Covid: el de los cadáveres reanimados.

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    Azul Fernández en El tema del verano

    Azul Fernández en El tema del verano

    “El mundo de la pandemia y el universo del arte, con su impostura artística, sirvieron para contextualizar el entorno y dialogar con los personajes, más que para hacer una crítica directa a la situación en sí”, señala Stoll sobre la ambientación de su película. “Nunca perdimos de vista que era una película de zombis, pero aprovechamos para incluir elementos que reflejan problemas actuales. Hay algo muy interesante en la idea de (el escritor) Mark Fisher: ‘El mundo se termina, pero el capitalismo no’. Eso lo vemos en películas como Mad Max, donde el mundo colapsa, pero las estructuras capitalistas persisten”.

    La película transcurre en gran parte en una lujosa residencia para artistas en José Ignacio. Una vez que comienza a explorar el mundo fuera de esa locación, se construye una visión más detallada de esta costa esteña infestada. La seguidilla de recursos de acción inesperada y vueltas de tuerca mantiene al espectador en vilo. Aunque sobre el final el ritmo de El tema del verano sufre por una sucesión de escenas que anticipan un cierre que llega en cuotas y se le puede reprochar algunos personajes de más, resulta facilísimo entregarse a esta artesanía hilarante del horror, en la que lo extraño resulta más que reconfortante.

    Con su director en pleno viaje, el camino de la película sigue expandiéndose. Tras su estreno en Montevideo, Colonia y Treinta y Tres, se planea llegar a más localidades del interior uruguayo. Además, se prepara su lanzamiento en Argentina y Chile durante el primer semestre, y se espera su participación en festivales de cine fantástico en destinos como Brasil y Portugal.

    Sobre las primeras funciones de la película, estrenada el 30 de enero, Stoll apunta que predominaba un público menos familiarizado con el género de zombis. Sin embargo, con los días, la audiencia se fue transformando en un público más especializado y conocedor del género, el que atrajo a fanáticos que valoraban los detalles y la estética del cine de terror. Así, un cambio generacional ocurrió: amigos y amigas comenzaron a asistir con sus hijos e hijas, convirtiendo las funciones en un punto de encuentro intergeneracional y en algo que el equipo buscaba: un festín del cine y la chanchada para (casi) todo el público.