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“Yo varío todos los días pero el arroz tiene que estar, porque es lo que más llena”, dijo una persona al ser consultada por investigadores del Núcleo Interdisciplinario “Alimentación y Bienestar” de la Universidad de la República, que se ha dedicado a estudiar cómo eligen los uruguayos su comida.
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El patrón de alimentación de los uruguayos se puede resumir en: un bajo consumo de frutas y vegetales y uno elevado de alimentos procesados, de gaseosas y de grasas, azúcares y sal. Por eso “el diseño de políticas públicas exitosas” requiere conocer cómo los uruguayos seleccionan los alimentos y cuáles son “los obstáculos” para modificar los hábitos, señaló Gastón Ares, profesor adjunto del Departamento de Alimentos de la Facultad de Química e integrante del Núcleo. Con esta intención, a un grupo de 195 participantes de entre 18 y 70 años de distintos niveles socioeconómicos se les preguntó cómo decidían qué comer.
Allí surgió que los de nivel socioeconómico bajo toman en cuenta el costo del alimento pero además se aseguran de comprar aquellos “que llenen”. Estos alimentos no siempre son los más saludables. Además, surgió el concepto de que “una lechuguita y tomate no es comida”.
“La conceptualización de un buen alimento no pasa necesariamente por el contenido de nutrientes que tiene sino por la capacidad de que ese alimento quite el hambre: comprar lo que más llene a los niños y además sea lo más barato” en niveles socioeconómicos bajos, resumió Ares. Mencionaron que incidieron “factores emocionales” a la hora de elegir la comida, como la compra de gaseosas o de hamburguesas para las niños para hacerles un gusto.
Según Ares, este punto deja en evidencia el efecto del marketing de las empresas que comercializan estos productos. Los padres viven “un sentimiento de culpa” y “pudiendo comprar un alimento distinto prefieren comprar productos con asociación emocional”.
Entre las personas de niveles medios y altos “las situaciones fueron bastante diferentes”. Surgió la necesidad de alimentarse con “comida fácil de hacer” y se quejaron de la falta de alternativas saludables dentro de los productos listos para consumir.
“La principal determinante de la selección de alimentos es el tiempo”, destacó Ares. Además, son conscientes de que no tienen una buena alimentación e identifican la comida casera como “más sana que la comprada”. En este grupo hubo variantes importantes entre la forma de alimentarse los días hábiles respecto a los fines de semana.
Por otra parte, de la encuesta realizada a 742 mayores de 18 años que habitan en Montevideo y Zona Metropolitana llevada a cabo por el Núcleo surgieron más datos sobre cómo eligen los alimentos los uruguayos. Durante el Seminario “Alimentación y Bienestar” realizado esta semana, Ares comunicó los resultados. Los aspectos más relevantes para elegir comprar los alimentos arrojaron coincidencias con el relevamiento por grupos.
Ricos.
“Que sean frescos, tengan buen sabor, sean buenos para la salud, me gusten, sean de buena calidad, me quiten el hambre, me dejen satisfecho y tengan buena relación calidad-precio”. Estas son las características que los adultos de la capital y Zona Metropolitana consideran importantes en un alimento.
Sin embargo, ¿las encuestados responden lo que hacen o lo que querrían hacer al evaluar un producto para comprarlo?, cuestionó Ares. “Es un proceso complejo como esperábamos, pero parece que los encuestados no responden necesariamente lo que hacen y la importancia que le dan, sino lo que les parece importante. En la práctica después no los tienen en cuenta”.
“Aparecen como muy importantes los alimentos formulados para niños que tienen vitaminas y minerales. Se consideran mucho más saludables que un alimento natural, como fruta o verdura. Hay una asociación muy fuerte con este concepto. La importancia de vitaminas y minerales es más alta cuanto menor es el nivel educativo”, explicó Ares.
Estrategias.
Ahora el Núcleo está en condiciones de plantear algunas estrategias generales para modificar hábitos alimentarios. Estas se diferencian según el nivel socioeconómico, detalló Ares. Para los de nivel medio y medio alto: reformular productos procesados, desarrollar productos convenientes y saludables y motivar la preparación de alimentos en el hogar. En el nivel bajo, las acciones a tomar deberían apuntar a: reducir el precio de frutas y vegetales y a la educación nutricional.